Una de las figuras poco conocidas en el ámbito nacional, y también en el local, es la del “cronista oficial”, íntimamente entroncado con la cultura local. Los ayuntamientos los nombran en virtud de las características y conocimientos que el candidato tiene sobre la población en la que convive, cuya función ejerce con carácter honorífico de acuerdo con su “amor y entrega” al municipio.
Al cronista oficial se le encomienda la tarea de defender los valores culturales de su municipio, promover la investigación en torno a ellos, así como asesorar a las autoridades y organismos de la Administración sobre las cuestiones culturales e historicas. Velar por el arte, el folclore, la heráldica, las tradiciones, la toponimia, la literatura, etc. que conciernan al ámbito del municipio.
Aunque en nuestra provincia la figura del Cronista Oficial se creó en el siglo XIX, en Ciudad Real no fue hasta 1954 cuando el ayuntamiento de nuestra ciudad nombra sus dos primeros cronistas oficiales: D. Emilio Bernabeu Novalbos y D. Julián Alonso Rodríguez. El acto de imposición de la medalla de cronistas oficiales, se celebró el domingo 4 de septiembre de 1955, en el salón de actos del desaparecido ayuntamiento capitalino.
El entonces Alcalde de Ciudad Real, D. Antonio Ballester Fernández, manifestó que ambos Cronistas “han sido generosos en la exaltación de las cosas de Ciudad Real y son memoria permanente de nuestro pueblo y archivo viviente de la ciudad”. A las palabras del Alcalde contestó primero D. Julián Alonso que entre otras cosas dijo: ”me opuse, pero ya nadie podrá quitarme porque es mía. Tres medallas irán conmigo hasta mi última morada: la de la Virgen del Prado, la de catedrático y la de Cronista de Ciudad Real; la primera por derecho propio, quedará para siempre en mis huesos”. Terminó su discurso con el grito de ¡Viva Ciudad Real!
Finalmente, don Emilio Bernabeu hizo historia
de su labor de cronista, empezada en los más antiguos periódicos de la
localidad, hasta sus días en el diario Lanza. Manifestó que siempre trato de reivindicar
nuestra tierra y cantar sus glorias, con constancia en el amor a nuestro
pueblo. Afirmó que nunca creyó que merecía galardón tan grande, por el que se sentía
orgulloso y daba mil gracias.
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