CERCA DE 15.000 PERSONAS SE ECHAN A LA CALLE A VER Y ALUMBRAR A LA VIRGEN
A las ocho en punto de la tarde sonó el
himno nacional interpretado por el órgano de la catedral al paso de la carroza
de la Virgen del Prado por el pasillo central del templo. El palio de la Virgen
esperó en las puertas de la basílica cerca de dos horas hasta que pudo salir a
los jardines del Prado. Para entonces la cabeza de la procesión, que salió en
hora, había llegado hacía más de media hora.
Y es que cada año son más los devotos de
la venerada Virgen del Prado, tal es
así, que según las fuentes consultadas por este diario, se calcula que cerca de
15.000 personas se echaron ayer a las calles de Ciudad Real para ver pasar, en
unos casos, y, alumbrar, en otros, a la Patrona de la capital.
La Virgen que lució el manto de tisú de
plata y bordados en oro, llevaba el palio adornado con lysantus blancos y
gladiolos del mismo color, unos 50 paquetes de los primeros y diez de los
segundos, aproximadamente. El próximo lunes, Día de la Octava, llevará nardos,
tal y como manda la tradición.
Medallas
y pines
Antes de que arrancara la ansiada
procesión se entregaron las nuevas medallas a una treintena de hermanos;
también los pines de plata de la Virgen a los que cumplen 25 años en la
hermandad y tres de oro a los que ya llevan 50 años formando parte de la misma.
Estos últimos son Antonio Granados, Manuel Ripoll y José Luis Ruano.
Mientras esto ocurría los jardines del
Prado eran un ir y venir de gente, un bullicio de fieles devotos que con sus
velas esperaban ansiosos la salida de la Virgen.
Dentro aguardando el movimiento las
autoridades, civiles, militares y eclesiásticas. Entre ellos representantes del
Gobierno de Castilla-La Mancha; el subdelegado del Gobierno en Ciudad Real,
Fernando Rodrigo, representantes del Grupo Municipal Popular y de Ciudadanos y
un elevado número de miembro del equipo de Gobierno municipal, la alcaldesa,
Pilar Zamora, el viceprimer alcalde,
Nicolás Clavero, los concejales Alberto Lillo y David Serrano y sus compañeras
de Gobierno, las concejalas Manuela Nieto y Matilde Hinojosa.
El palio de la Virgen salió con los
sones del himno nacional interpretados por la Agrupación Musical Santa Cecilia
de Calzada de Calatrava que fue abriendo el cortejo de los hermanos mayores.
Delante de la Patrona la Agrupación Musical de Ciudad Real y tras ella las
autoridades civiles, militares y eclesiásticas.
EL
VIGOR DE LA TRADICIÓN
La Virgen del Prado es paciente. Por eso
espera a todos sus fieles antes de salir de la catedral. El día de la procesión
es muy importante para ellos, pero las prisas no son buenas. Con disciplina
militar, a las ocho de la tarde del día grande de la feria los devotos se
organizaron en dos filas perfectas para anteceder a su patrona y empezaron a
caminar por un trayecto que recorre las arterías principales de la capital.
El número de fieles que acompañan a la
virgen es imprevisible. Van llegando poco a poco, en un goteo incesante que
despierta las murmuraciones de los presentes y especulaciones sobre la hora de
salida que, como muchos años, suele coincidir cuando la cabeza de la procesión
asoma ya de vuelta por los jardines del Prado.
La talla morena de José María Rausell y
Francisco Llorens cruzó el umbral del pórtico catedralicio sobre 21.25 horas
ante la admiración de una muchedumbre que abarrotaba los jardines del Prado.
Esa multitud que solamente aguarda el tiempo que sea necesario para contemplar
la imagen fuera de los fríos muros del templo es una muestra del vigor que
mantiene viva la tradición. La gran cantidad de jóvenes también contribuyó a
consolidar esa apariencia de vitalidad.
A las 12.000 personas que asistieron a la procesión poco les importó que fuera lunes. La cifra fue menor cuando cae en fin de semana, pero la gran afluencia de público redujo las diferencias.
La Virgen repitió manto debido a que el
del centenario está en restauración para que lo luzca en 2017, cuando se
conmemora el aniversario de la coronación de la imagen, un acontecimiento que
incluirá una procesión extraordinaria en mayo.
La Corte de Honor cuida todos los
detalles del paso, poniendo mimo en la colocación de las flores y en la
correcta disposición de las luces. Los hermanos se turnan escrupulosamente para
empujarlo. El cometido es un privilegio que todos quieren disfrutar.
La devoción a la Virgen del Prado no tiene límites, ya el nueve de agosto, cuando se produjo la bajada del camarín hasta la catedral “como manda la tradición”, ya había mucha gente esperando a que se abrieran las puertas de la catedral para cursar la correspondiente visita. Desde entonces, el templo es un continuo ir y venir de fieles que quieren ver a su Virgen. La programación de misas cada hora desde las seis de la mañana se ha quedado corta hasta el punto de que la catedral ha tenido que ampliar sus horarios para atender la fuerte demanda del público.
Pero la mayor demostración de fervor es
la procesión. Es un momento de iluminación de la ciudad. La imagen recorre las
calles bendiciendo cada rincón. Personas de toda la provincia acuden a la capital,
algunos de ellos caminando desde los pueblos más próximos, dotando a la primera
misa de las seis de la mañana con un carácter de peregrinación, como recordaba
el secretario de la Hermandad de la Virgen del Prado, Rafael Cantero.
ORGULLO. El presidente
de la hermandad, Francisco Pajarón, señaló a La Tribuna la enorme importancia
de este acto religioso y se mostró orgulloso por la belleza de la talla y la
grandiosidad del paso. Los devotos no podían evitar acercarse para tocarlo,
visiblemente emocionados.
Devoción, promesas o simplemente el
placer de participar en la tradición motivan a los ciudadrealeños a acompañar a
la Virgen. Y no sólo a los locales. Entre la multitud destacaba un hombre de
gran envergadura de origen holandés que. Junto a su mujer, asistía asombrado a
la procesión. “Es impresionante ver las luces y notar el silencio”, comentó
entusiasmado a este periódico.
Fuente: Antonio Ortiz, “La
Tribuna de Ciudad Real”, página 8.
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