Conviene traer a la memoria hechos notables, acontecimientos, de trascendencia suma y personajes que tanto influyeron en la vida y progreso de Ciudad Real.
Hoy vamos a referirnos a la magnífica construcción del edificio que es hoy Cuartel del Regimiento de Artillería y que se hizo a últimos del siglo XVIII y primeros del XIX para Real casa de caridad, por obra y gracia del eminentísimo cardenal Lorenzana, arzobispo de Toledo.
Los hospitales y hospicios que aquí había por aquellas fechas, eran pequeños, viejos y ruinosos y se imponía levantar otros que cumplieran completamente las necesidades de los tiempos en los fines benéficos y de utilidad pública.
El cardenal Lorenzana, personaje de talento y firme voluntad, de acuerdo con el concejo de esta población, llevaron a cabo levantar un espacioso edificio, que sirviera de asilo, y de enseñanza para los recogidos, en las artes de fabricar paños y lienzos, y otras obras de artesanía.
Y así lo hicieron, tanto que en 1805 se inaugura el espléndido edificio que hoya casi sin variantes es el cuartel de artillería trasformado “ad hoc”, para los fines castrenses.
En su origen se llamó Real casa de Caridad, después de ocupado por los franceses cuartel de la Misericordia y hoy Cuartel de Artillería.
Después del desgraciado encuentro de los dos ejércitos españoles, que mandaban los generales duque de Alburqueque y conde de Castoajal, mal avenidos ambos, pues desde los altos de Peralvillo las piezas francesas, barrían a nuestras tropas que estaban mal situadas en los bajos del Guadiana, como era el Puente del Emperador, los ejércitos que mandaba el general Sebastian, entraron en esta capital, sin oposición alguna, pues autoridades y vecindario habían huido a otros pueblos cercanos y a los montes más próximos.
Las tropas francesas ocuparon el amplio caserón que se llamaba Real Casa de Caridad, no habiendo desde ese día de Semana Santa de 1808, de pertenecer al ejército.
El Cuartel no tiene nada de artístico, pues su fachada está toda sencilla, menos el bien cuidado escudo de España, que campea en el frontispicio, sobre el balcón principal, teniendo la fecha de su construcción.
Debe, pues, el eminente purpurado, arzobispo de Toledo, Cardenal Lorenzana, este magnífico edificio que con orgullo ostenta nuestra capital.
Este Obispo, tan fuerte de espíritu, es el que con el nombre invertido de Ana Lorenza, fue combatido en Sigüenza y luego en Toledo, contestando a los pasquines que le pusieron en las fachadas de las casas, con este otro:
“No me llamo Ana Lorenza,
que me llamo Lorenzana,
y hare lo que hice en Sigüenza
y más si me da la gana”.
Emilio
Bernabeu. Diario “Lanza” 18 de febrero de 1957
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