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miércoles, 16 de febrero de 2022

EL AVANCE DEL PLAN GENERAL: ENTRE LA REALIDAD Y EL DESEO (I)

 



«Hasta un ciego podría adivinarlo la perfección reside en estas calles», Ángel González.

 

Concluida la exposición del Avance del Plan General de Ordenación urbana (APG) podrían formularse bastantes preguntas, justificarse algunos silencios y solicitarse algunas, respuestas. De cualquier forma un hecho evidente, a mi juicio, ha sido la escasa atención prestada y el nulo debate originado. Extremos éstos, que habría que despejar y valorar para saber qué se piensa del APG, qué se espera y a qué se aspira. Estas líneas tratan de favorecer una aproximación a la propuesta que formula el APG, aunque claro está la reflexión se, formula desde una personal posición. Posición personal, que tiene un punto de partida sustentado en la evidencia de la degradación de la ciudad contemporánea y que advierte las grandes dificultades de conseguir una adecuada conclusión en el proceso de construcción de la ciudad. Pese a todo y pese a ello, iniciar un proceso de reflexión, retomar un análisis o rectificar un rumbo puede abrir intersticios de esperanza proyectual. Conseguir esa esperanza, no es tarea aislada y requiere la Combinación afortunada de esfuerzos, conocimientos y gestión administrativa adecuada. Por lo demás, la documentación expuesta es la conclusión provisional en forma gráfica de juicios y balances sobre el estado de la ciudad. Estado que puede ser objeto de diversas lecturas, donde surgirían las crónicas recientes de una gestión urbanística incapaz de sobreponerse a la evidencia de los hechos. en comunión con los intereses económicos y sociales que han configurado un «orden espacial» equívoco. Orden espacial que, en buena medida, habla de otros órdenes y. desordenes asentados en la vida ciudadana. Junto a juicios y balances, se apuntan en esquema propuestas de ordenación como faceta positiva a desarrollar en el futuro. Tales desarrollos pretendidos por el APG podrán ser instrumentos eficaces o no en función de otros desarrollos sociales positivos y culturales, que habrán de llenar de contenido los soportes espaciales expuestos.

 

l. SOBRE EL PLAN Y SUS VISIONES. -PRIMERA VISION: LA CIUDAD VERTICAL Y LA CIUDAD HORIZONTAL

 

 Hasta hace bien poco un grafiti realizado sobre una valla de la Plaza del Pilar, junto al noble edificio del Banco de España, advertía a caminantes, transeúntes y mirones rezagados, de un futurible: «Esta será nuestra Ciudad dentro de tres días gracias a arquitectos, promotores, constructores y ... RIP» Junto al epitafio, un paisaje urbano de transición tecnocapitalista, silueteaba torres agresivas, campanarios neomodernos, andamiajes, apeos, chimeneas humeantes, antenas televisivas y un cielo difícilmente azul. Los tonos terrosos, los emplastes malvas y la presencia de grises metálicos venían a componer una visión de difícil ubicación geográfica. Ubicación geográfica que a mano anónima había fijado en CIUDAD REAL, jugando con la alteración del nombre de la ciudad, CIUDAD REAL se había metamorfoseado por voluntad de los autores del grafiti en un apunté costumbrista donde el futurismo nuclear se daba la mano con el canibalismo, urbano, e terrorismo edilicio y el expresionismo «fin de siglo».




Tiempo después, hemos podido observar otra propuesta de figuración urbana, movida por voluntad bien distinta. La cartelería institucional que acompañaba al APG nos proponía una secuencia, visual en tonos verdes en la que la propuesta en planta de la ordenación de la ciudad, emerge parcialmente de un plástico volumétrico de la calle. de Toledo. Bajo esa visión elaborada se nos invitaba a la expresión en pro de una ciudad mejor. A mi entender, entre estas dos visiones tan distantes y tan próximas, se debate la dialéctica del APG, al fijar los límites de lo real frente a los límites de lo posible. Real versus ideal, sintetiza el campo de acción, llamado a llenarse de acontecimientos edificios que fijaran su significado en relación a la ciudad entendida como proyecto histórico que camina entre «lo que es» y «lo que pudo ser».

La posición del Planeamiento Urbano en la vida social contemporánea; hay que entenderla desde la óptica ge la normación y de la regulación edificatoria, antes que desde la visión de propuestas de mundos posibles. El espacio que durante el XIX y buena parte del XX, estuvo dedicado en la urbanística a la producción de imágenes, visiones y paisajes, hoy pertenece a otras parcelas de lo imaginario: el cine, la pintura o el comic. La renuncia impuesta a la urbanística. en tal sentido, ha propiciado la pérdida de la componente utópica, limitando pues la voluntad transformadora del planteamiento. Otorgando a éste, un estatuto más gerencial que poético, más organizativo que visual, más plano que volumétrico.

 

SEGUNDA VISION: LA CIUDAD CERO Y LA ARQUITECTURA. COMO CIUDAD

 

Entre el pragmatismo histórico, la pérdida conceptual de «nuevas imágenes» y las limitaciones que ha fijado el desarrollo sociopolítico aquí y ahora el estatuto del Planteamiento se ubica en la necesidad de organizar y recuperar: Organización espacial de lo que está socialmente organizado y bien organizado; recuperación de los espacios de libertad intersticial que no han perecido en la tormenta de la configuración de la ciudad contemporánea. Organizar en suma el tráfico jurídico-normativo, entre los agentes urbanos y a marco espacial donde nacen, crecen y mueren vidas e historias. Como quiera que en 1986, la organización urbana está altamente consolidada, la regulación Jurídico-normativa que el APG desarrolle va a tener un ámbito espacial reducido. Produciendo obviamente un limitado efecto de innovación en la escena urbana. La visualización alternativa del ÁPG no será esa proclama bien intencionada que se leía días pasados en la prensa local como el «final de los bloques mastodónticos». Tales acontecimientos edilicios, seguirán existiendo y seguirán produciéndose físicamente y jurídicamente; seguirán pues generando significados más próximos al grafiti» que a la cartelería del APG, conectados con una secuencia histórica en la que la arquitectura no pudo o no supo producir ciudad. La propuesta, pues de mejorar la ciudad, habrá que entenderla en su ámbito pormenorizado más propio de operaciones arquitectónicas que de operaciones urbanísticas. Serán por tanto las operaciones arquitectónicas venideras las que revelen las condiciones de bondad del APG y las que formalicen esa visión que se considera posible. Mientras tanto, habrá que decir que no hay una visualización alternativa de ciudad desde las líneas del APG, existe, eso sí la constatación del deterioro y la evidencia de adoptar nuevos planteamientos en la gestión municipal urbanística.




2. DE LA PARTICIPACION y SUS METAFORAS. -PRIMERA METAFORA: LA PARTICIPACIÓN COMO LEGITIMACIÓN

 

La expresión de la colectividad que se solicita, salvada la obligatoria cortesía democrática y el derecho a la ciudad que a todos asiste, ¿a qué conduce? En buena medida a reclamaciones puntuales sobre derechos de propiedad presuntamente lesionados, en otras a peticiones concretas de reparación o intendencia y en escasas ocasiones a alternativas globales. Cifrada la aportación colectiva en aspectos menores, habrá que admitir que la participación y su integración en las directrices del APG tendrán más un carácter formal que esencial, salvo que lo esencial fuera la mera participación y su posible asunción. El estatuto de la participación en el planeamiento, aun siendo políticamente deseable y constitucionalmente exigible, tampoco va a garantizar la bonanza de los resultados derivados. Quedarán legitimados dichos resultados, desde la concepción de la soberanía popular, pero difícilmente podría apuntarse la visión de una ciudad como fruto de una decisión global. Es más potente la metáfora que se desprende: la ciudad como fruto de todos que la virtualidad de sus resultados. Desde este punto de vista, interesa más el control del seguimiento y su gestión que una pretendida autoría popular en los documentos de partida. La definición de derechos fundamentales, que formula el artículo 47 de la Constitución Española, parece garantía suficiente en la defensa que los poderes públicos deben producir sobre los ciudadanos en su r-elación con la ciudad.

 

José Rivero Serrano. Diario “Lanza”, 27 de agosto de 1986

 


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