El Palacio
Episcopal de la calle Caballeros de nuestra ciudad, fue la residencia de los
obispos desde su inauguración en 1887, hasta el pontificado del Obispo Rafael
Torija, ya que ante el estado ruinoso que presentaba parte del inmueble, este
fue demolido, excepto la fachada en 1981, reconstruyéndose su interior,
respetándose toda la estructura original y todos los elementos decorativos de
valor y volviéndose a inaugurar el 15 de noviembre de 1984, destinándose la
planta superior a oficinas y a museo y archivo la planta baja.
Mientras el
Palacio fue residencia del Obispo, que ocupaba un ala de la parte superior, en
él había una capilla. Tras su destrucción en 1936, esta fue de nuevo
reconstruida tras la Guerra Civil Española. Con la llegada del Obispo-Prior D.
Emeterio Echeverria Barrena en 1943, este a principios de los años cincuenta
del pasado siglo XX, encargaría a los talleres de arte religioso de José Rabasa
Pérez, la realización de un retablo para la capilla del palacio episcopal. El
retablo de inspiración gótica, está dorado en pan de oro y fue dedicado a los
tres santos manchegos, la imagen de Santo Tomás de Villanueva en la parte
central, y ambos lados las tablas al óleo de San Juan de Ávila y San Juan
Bautista de la Concepción. En la mesa del retablo podemos ver el escudo del
Obispo-Prior, D. Emeterio.
El retablo no
fue concebido como actualmente lo podemos ver, desde su realización hasta el
año 1968, la parte central del mismo lo ocupaba, como dije anteriormente, una
imagen de Santo Tomás de Villanueva. Tras la apertura de la capilla del
seminario en 1964, al no tener esta imagen del santo manchego, se optó por llevar
la imagen de Santo Tomas de Villanueva de este retablo al Seminario, y encargar al pintor ciudarrealeño
Vicente Martín, una tabla de Santo Tomás, para que ocupara el lugar de la imagen y presidiera el retablo.
Al producirse
la restauración del palacio episcopal en 1981, el retablo fue desmontado e
instalado en la entrada de la primera planta del Seminario Diocesano, lugar
donde permanece, al no volverse a destinar parte del palacio a residencia
episcopal, como ya comenté anteriormente.
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