La Plaza del Pilar a principios del siglo XX
El final del siglo XIX y primeras décadas del
siglo XX es tiempo de arquitecturas diversas que acusan el final de una etapa,
la presencia del modernismo y el comienzo de un nuevo siglo. Momentos en los
que, en Ciudad Real, el patrimonio residencial deja constancia de este devenir
confuso
El final del siglo XIX y primeras décadas del
siglo XX es tiempo de arquitecturas diversas que acusan el final de una etapa,
la presencia del modernismo y el comienzo de un nuevo siglo. Momentos en los
que, en Ciudad Real, el patrimonio residencial deja constancia de este devenir
confuso.
1892. Palacete de Barrenengoa
El llamado palacete de Barrenengoa fue un
proyecto promovido por Dámaso Barrenengoa y Bardenas, político e
industrial nacido en Orduña (Vizcaya) en 1828, que se instaló en Ciudad Real
donde vivió hasta su muerte en 1896. Un empresario con el que el arquitecto
Santiago Rebollar mantiene una relación en diferentes proyectos, desde la
Academia de enseñanza, su vivienda y el panteón familiar.
El edificio residencial que construye en la
plaza del Pilar tenía dos plantas y cubierta con buhardillas y estaba
construido con fábrica de ladrillo visto y elementos de piedra caliza. El
alzado del edificio a la plaza del Pilar tenía un equilibrio y proporciones
especialmente atractivo. Un cuerpo central con cinco huecos en plantas baja y
primera con buhardillas en la cubierta que se remataba lateralmente con una
pequeña decoración de dos columnas en planta primera que abrían el camino a los
cambios laterales.
En su lateral izquierdo la prolongación del
edificio se resolvía con la solución de una forma circular y un remate de
cúpula en la cubierta. En el lado derecho el giro mucho menor continuaba de
alguna manera el ritmo de huecos del cuerpo central. La simetría central se
rompía con la presencia del cuerpo del lateral izquierdo que le daba al
edificio una dinámica singular. Una propuesta residencial de especial interés
por su solución constructiva, el diseño de la fachada y la conformación de la
imagen de uno de los lados del nuevo espacio urbano que se configura en la
plaza del Pilar. El palacete de Messía de la Cerda proyecto de
Sánchez del año 1918 se construyó 26 años después de la obra de Rebollar en el
otro extremo de la plaza del Pilar.
1917. Casa Medrano-Cendrero
Ya en 1913 Daniel Rubio, natural de
Argamasilla de Calatrava, proyectaba la casa de su hermano Vicente, en la calle
Ciruela 5 con una solución que presentaba una decoración próxima a los
modernismos del momento. En Albacete este arquitecto proyectará importantes
edificios como la Casa del Hortelano en 1912, o el Gran Hotel de 1915.
El edificio de la calle Toledo para el
matrimonio de Ramón Medrano y Elisa Cendrero se terminó de
construir en 1917 como residencia familiar. Elisa Cendrero nacía en Ciudad Real
un 17 de septiembre de 1888, hija de don José Cendrero, presidente de la
Diputación Provincial dos veces además de senador del reino. La casa de su
padre ocupaba el solar de esquina de la calle Calatrava y Paloma. Su
marido Ramón Medrano y Rosales Maldonado y Medrano (fallecido
en 1923) era caballero de la Orden de Calatrava. La casa solariega de los
Medrano estaba en el lugar que hoy ocupa el convento de las hijas de la
Inmaculada, convento fundado por María del Prado Medrano. El actual
convento sustituye al anterior que se destruyó en un incendio en 1942.
La vivienda de la calle Toledo, tiene 798
metros cuadrados lo cual da idea de la importancia de esta. La fachada,
realizada en piedra, tiene el lenguaje clásico en su simetría y proporciones,
pero se acerca al modernismo que en ese momento estaba desarrollándose en
diferentes lugares de España. Interiormente una solución con un patio de planta
rectangular en torno al cual una galería daba acceso a diferentes estancias.
En el lado izquierdo de la entrada, la escalera
que comunicaba las dos plantas del edificio. Ahora, con la rehabilitación
emprendida por el ayuntamiento de Ciudad Real y su ampliación en el lateral
izquierdo, un edificio que conserva el patrimonio residencial de un tiempo de
cambios arquitectónicos y sociales. Y un edificio que debe convertirse en un
nuevo centro cultural de la ciudad superando la condición estricta de casa
museo.
En la calle Toledo, en la esquina a la plaza de la
Merced, el plano de Sofi de 1925 localizaba la vivienda de José Medrano y en la
esquina de la calle Toledo con Calatrava estaba la casa de doña Elisa Sánchez
Ramos tía de Elisa Cendrero.
El ladrillo aplantillado y el palacete
Las construcciones de ladrillo aplantillado que
se combinaban con elemento puntuales de piedra habían llegado a la ciudad a
principios de siglo. En 1908 se construía el edificio de la calle la Feria
número 5 y en 1910 el de la calle Lanza esquina conde de la Cañada. En 1920 se
construyó la vivienda de la esquina Mercado Viejo con ladrillo aplantillado, en
este caso combinado con el uso de ladrillos vidriados de color en algunas
partes. El edificio de la plaza del Carmen recurría al uso de este material como
novedad constructiva de este principio de siglo.
En 1925 Telmo Sánchez proyectó
la Casa de la Cruz Roja. Conrado López, farmacéutico llegado a
Ciudad Real en 1908, encarga una casa al arquitecto provincial Telmo Sánchez,
que da respuesta a un programa novedoso que proyecta en los primeros meses de
1925. Una propuesta diferente, de palacete, en una zona del borde de la ciudad
que permite una construcción aislada con una tipología próxima a los manuales
de la época.
1924. La Casa de los Medrano
La casa de los Medrano situada en la esquina de
las calles Paloma y Cruz y fue mandada construir por Juan Medrano
Rosales-Maldonado y Medrano, que era alcalde de Ciudad Real cuando el 22 de
septiembre de 1920 tuvo lugar el llamado motín de las mujeres o motín
del aceite y de la harina, una revuelta provocada por la escasez y la
carestía de los productos de primera necesidad. En aquel momento era la calle
Castelar y enfrente estaba el hotel Miraflores.
Sobre el solar de la antigua vivienda de
mediados del siglo XIX, Juan Medrano mandó edificar la casa que hoy conocemos,
en 1924. Una solución con el patio central y la escalera en posición enfrentada
al acceso principal. En este caso, el patio central con sus columnas y una
circulación en todo su perímetro cobra importancia, dentro de la sobriedad de
las soluciones del conjunto de más de 1800 metros cuadrados construidos en sus
dos plantas. Edificio conservado y mantenido gracias a sus usos públicos de las
últimas décadas.
Las renovaciones y los cambios de lenguaje
arquitectónico llegarán pocos años después y en 1932 Arias proyectaba la casa
Fuertes en la esquina de las calles Postas y Alarcos. Una vivienda
colectiva con una especial solución de los volúmenes en la solución del punto
central del conjunto. Un nuevo lenguaje racionalista que desarrolla en
edificios como el Mercado o en la calle Calatrava esquina
Paloma.
Desarrollos de la vivienda de finales del siglo
XIX y principios del XX que tiene modelos austeros en nuestra ciudad, pero que
son muestras de una arquitectura residencial que va conformando la ciudad en
este momento. Y sobre todo que forman parte de la memoria común que nos une con
el tiempo pasado y crea lazos de comunidad.
La recuperación de la casa de Elisa Cendrero
como museo y espacio cultural mantiene nuestro patrimonio, pero sobre todo
mantiene la memoria de la ciudad y nos conforma como identidad colectiva. Las
construcciones y, especialmente las viviendas preservan el pasado y nos
permiten experimentar la continuidad de la cultura y la tradición. Los
edificios nos sitúan en el espacio y en el tiempo y articulan nuestra
experiencia de la duración del tiempo entre el pasado y el futuro. Comprendemos
y recordamos quienes somos a través de nuestras construcciones físicas o
mentales, dice el arquitecto finlandés Juhani Pallasmaa.
Diego Peris
Fuente: https://www.lanzadigital.com/blogs/casas-de-la-memoria/