El pasado sábado 5 de abril, con motivo
del setenta y cinco aniversario de la bendición de la actual imagen de la
Virgen del Prado, el camarín de nuestra Patrona se pudo visitar a lo largo del
día.
El pasado sábado 5 de abril, con motivo
del setenta y cinco aniversario de la bendición de la actual imagen de la
Virgen del Prado, el camarín de nuestra Patrona se pudo visitar a lo largo del
día.
Como consecuencia de habérsele presentado en el año 1946 la carcoma en la cabeza de la Imagen de la Virgen, que en sustitución de la primitiva destruida el año 1936 por el iconoclatismo rojo, fue construida en Barcelona por el escultor Vicente Navarro bajo la dirección de Carlos Vázquez, y ante los terribles estragos que en lamentable progresión venia haciendo dicha infección, caso este tan raro y misterioso, que llegó a constituir una gran preocupación para todos y acariciar la idea del propósito decidido de su necesaria sustitución, con tal motivo, el día 22 de agosto de 1948 después de la función de la Octava, citados por el Excmo. sr. Obispo D. Emeterio Echevarría y presidida por él, tuvo lugar una reunión en una dependencia de la Santa Iglesia Prioral, nombrándose una comisión encargada de llevar a efecto, la ejecución de una nueva imagen.
La comisión fue compuesta por elementos del Municipio, del Cabildo, y de la Ilustre Hermandad y del profesorado artístico, la cual anunció y celebró un concurso al que acudieron varios escultores, quedando desierto por no agradar los bocetos presentados.
Al fin el Prelado, encargó en firme la ejecución de la nueva y actual imagen, a los escultores Rausell y Llorens de Valencia inspirados artífices del “paso” del Encuentro, de la Virgen del Mayor Dolor y de los apóstoles del retablo de la Catedral, cuya imagen ha sido costeada por el Excmo. Gobernador Civil D. Jacobo Roldán Losada en un rasgo de su amor a Ciudad Real y acto piadoso para con la Santísima Virgen del Prado.
El día 26 de marzo llegó a la Catedral el envío de los señores Rausell y Llorens y el 5 de abril Miércoles Santo, el sr. Obispo bendijo solemnemente la nueva Imagen, acto presenciado por multitud de devotos, por el Cabildo, autoridades y representación de la Ilustre Hermandad.
Inmediatamente fue colocada en su trono, cantándose una salve, y el sábado santo, al levantarse el velo pudieron contemplar multitud de fieles a la nueva imagen que en lo sucesivo había de ser nuestra Madre Protectora a la que hemos de acudir en súplicas y en acción de gracias, todos los devotos.
¡Viva la Virgen del Prado!
Ciudad Real 30 de abril de 1950
El
Secretario
Juan B. Gil
Libro de Actas de la Ilustre
Hermandad de la Virgen del Prado
En medio de la agitación multitudinaria y conmovida de las fiestas de Semana Santa ha tenido lugar entre nosotros con serena placidez de idilio místico un suceso trascendental para la vida religiosa e histórica de Ciudad Real; la recepción, bendición y entronización de una nueva Imagen de la Virgen del Prado.
Desde que se hicieron patentes en 1946 los terribles estragos que la carcoma –cosa extraordinaria, insólita— venía haciendo en la cabeza de la anterior imagen y que han ido en lamentable progresión después constituyo una enorme preocupación para todos, casi una pesadilla, su imprescindible sustitución.
La Comisión nombrada al efecto con valiosos elementos del Municipio, del Cabildo, de la I. Hermandad y del Profesorado artístico no se ha dado punto de reposo. Y el Prelado, al fin, encargó en firme la ejecución de una nueva imagen a los escultores Rausell y Llorens, de Valencia, los inspirados artífices del “paso” del Encuentro, Virgen del Mayor Dolor y de los Apóstoles del retablo de la Catedral, lo mejor sin duda alguna de cuanto a Ciudad Real ha venido de escultura religiosa después de la Liberación.
Los celebrados artistas han puesto a contribución en el arduo cometido toda su maestría y todo su empeño con asesoramiento de los mejores conocedores de la antigua y veneradísima imagen, en especial el fallecido don Emiliano Morales y del actual Arcipreste del Cabildo. Este nos trajo ya de Valencia sus favorables impresiones en diciembre último, y es lástima que don Emiliano no haya podido sentir la satisfacción de ver terminada la importante obra.
Por su parte, el excelentísimo señor Gobernador Civil y a sus instituciones piadosas, ofreció costear –como lo ha hecho religiosamente— el importe íntegro de la imagen en cuyo acierto se mostró siempre interesantísimo.
Y últimamente, el 26 de marzo, llegó a Catedral el envío de los señores Rausell y Llorens que el 30 pudo ser admirado por las personalidades más representativas de Ciudad Real entre ellas el gobernador y su señora. Y el 5 de abril, Miércoles Santo, nuestro excelentísimo y reverendísimo Prelado, en primera salida convalecido totalmente de su pasada dolencia, hizo la bendición solemne de la nueva imagen en su camarín, lleno de multitud de devotos, que pudieron darse cuenta del suceso, y estando presentes las señoras directivas de la Corte de Honor, las autoridades, el Cabildo y la representación de la I. Hermandad.
Acto seguido fue colocada la sagrada imagen en su trono, se cantó una Salve y el Prelado ofreció a la Santísima Virgen del Prado tres Aves Marías: la primera por quien puede ser llamado con justicia proyector insigne de la nueva imagen; la segunda implorando fecundas bendiciones de la Patrona para su pueblo predilecto, Ciudad Real, y la tercera por las necesidades espirituales de toda la Diócesis Priorato.
La concurrencia respondió con honda
emoción piadosa al rezo del señor Obispo, y en el expresivo rostro maternal de
la Virgen creímos poder contemplar la suprema satisfacción con que nos acepta
como hijos muy amados de su corazón desde ese día memorable e histórico para
Ciudad Real.
Y hoy, Sábado Santo, al levantarse el velo litúrgico de la tristeza, los ojos misericordiosos de la Virgen del Prado irradiaron sobre la muchedumbre que anhelante de este momento henchía la ingente nave de la Iglesia Prioral torrentes de gracia, de misericordia, de amor y de cariño maternales que inundaron las almas de luz y de alegría, celestial presagio de que ella ha de ser siempre nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza, gloria de Jerusalén público de Israel, honra perenne de nuestro pueblo.
La primitiva imagen de la Virgen del Prado, que los ciudarrealeños invocaron desde la fundación de la ciudad como “Restauradora de las dos Castillas, Fundadora, Patrona y Protectora de Ciudad Real”, fue destruida durante la Guerra Civil Española en 1936. Terminada está en 1939, la hermandad depositó su confianza para realizar una nueva imagen en el entonces hermano de la Ilustre Hermandad y gran pintor ciudarrealeño, D. Carlos Vázquez Úbeda, que se ofreció para realizarla igual a la desaparecida. Carlos Vázquez residía en Barcelona, por lo que encargó la talla de la Virgen y Niño Jesús, al escultor catalán Vicente Navarro con policromía del propio Carlos Vázquez. Esta imagen llegó a Ciudad Real e1 24 mayo de 1940, y tras permanecer unos días en una ermita provisional que se construyó en la carretera de Toledo, entró triunfalmente en Ciudad Real el 1 de junio del citado año.
Pero esta nueva imagen de la Virgen no fue
del gusto de los ciudarrealeños, tal y como manifiesta el que fuera Deán de la
Prioral D. José Jiménez Manzanares, en un artículo publicado en el diario
“Lanza” el 12 de agosto de 1961 que lleva por título “Las madres nunca son
feas”, en el cual manifiesta que la imagen de Vicente Navarro no fue fiel
reproducción a la destruida en 1936 y por este motivo “no pudo satisfacer el
ansia filial de sus devotos”.
En el año 1946 se descubre carcoma en la cabeza de la Virgen, dándose cuenta de ello en la Junta General de la Ilustre Hermandad el 29 de junio del citado año. Dos años después en 1948, el entonces Obispo-Prior D. Emeterio Echeverria Barrena, nombra una comisión para la realización de una nueva talla de la Virgen del Prado y del Niño Jesús, formada entre otros por el Hermano Mayor y Secretario de la Ilustre Hermandad, miembros del Cabildo, del ayuntamiento y profesorado artístico de la ciudad, que convocaron un concurso para la realización de una nueva imagen, al que concurren varios escultores y que tal y como se recoge en el acta de la Ilustre Hermandad del 4 de julio de 1948: “…terminando por dejar desierto el concurso por no parecerse lo suficiente las obras presentadas a la imagen primitiva, de lo cual levantaron acta para elevarla a la superioridad eclesiástica a fin de que resuelva lo que estime conveniente”.
Por este motivo el entonces Obispo-Prior
delega la realización de la nueva imagen en dos canónigos de la entonces Prioral,
el Arcipreste D. José Jiménez Manzanares, que era también el Capellán de la
Hermandad de la Patrona, y D. Emiliano Morales que había sido antes que
canónigo, Párroco de San Pedro y Arcipreste de Ciudad Real y que formaba parte
de la Comisión Provincial de monumentos, y al que tanto deben las cofradías y
hermandades de San Pedro y por consiguiente la Semana Santa de Ciudad Real, ya
que gracias a él muchos de los pasos de nuestra celebración pasional, fueron
realizados por los grandes escultores de la posguerra española, y Ciudad Real
cuenta con una excelente imaginería procesional de gran calidad artística.
D. José y D. Emiliano, decidieron que los escultores valencianos José María Rausell Montañana y Francisco Llorens Ferrer, fueran los que realizaran la imagen de la Virgen del Prado. Estos escultores eran conocidos por D. Emiliano quien había encargado para la Hermandad del Silencio la Virgen del Mayor Dolor y el Cristo de la Buena Muerte, para la Hermandad del Encuentro su misterio a través de la Asociación de Cofradías, y para la Parroquia de San Pedro las imágenes de San Blas, el Niño de la Pasión y Santa Rosa de Lima. También estos escultores estaban trabajando desde 1947 para la Prioral ciudarrealeña, tallando las imágenes de los apóstoles destruidos en 1936 del retablo del altar mayor, obra de Giraldo de Merlo de 1616.
Los escultores tenían desde 1930, un
estudio de escultura en la Plaza Pintor Pinazo, 1 bajo (antes Plaza Picadero)
bajo el nombre “Rausell y Llorens”, y fue en ese estudio y lugar donde se esculpiera
la nueva imagen de la Virgen del Prado. El encargo lo recibirían los escultores
en 1949, con consideraciones de D. José y D. Emiliano, que aportaron datos para
que la nueva imagen se pareciera lo más posible a la desaparecida en 1936, para
que como dice D. José en el artículo anteriormente reseñado: “la nueva
Imagen se acercara si quiera a los anhelos fervorosos y a los devotos deseos de
los hijos de la Virgen del Prado”.
D. Emiliano fallecería por enfermedad en diciembre de 1949, por lo que la responsabilidad de la nueva talla recaería a partir de entonces en D. José Jiménez Manzanares, quien se desplazaría en ese mes de diciembre a Valencia para visitar el taller de los escultores, y tras una breve observación al policromador y decorador de la imagen, se dio por terminada la misma.
La talla es una imagen religiosa, exenta o
de bulto redondo que irradia maternal ternura, y que fue concebida para ser
vestida. El manto y la túnica están en movimiento, y tienen estofados en oro.
La policromía y decoración de la imagen corrió a cargo del pintor de imágenes
Juan Castellanos, excelente policromador que tenía una estrecha relación con
Rausell y Llorens, quienes vigilaban los procesos. Es una imagen realista, de
fuerte espiritualidad y de gran elegancia formal y armonía que se manifiesta en
la pulcritud del acabado. Su coste ascendió a 17.000 pesetas, que sufragó de su
bolsillo el entonces Gobernador Civil de la Provincia, D. Jacobo Roldán Losada,
y que regaló al pueblo de Ciudad Real.
La nueva imagen de la Virgen del Prado llegó a la catedral ciudarrealeña, el Domingo de Pasión 26 de marzo de 1950, pudiendo ser admirada el jueves 30 de marzo por las personalidades más representativas de la ciudad. El Miércoles Santo 5 de abril, el Obispo-Prior, D. Emeterio Echeverría, hizo la solemne bendición de la imagen en su camarín, en la que estuvieron presentes una representación de la Ilustre Hermandad, directivas de la Corte de Honor, autoridades locales y provinciales y el Cabildo Prioral, acompañados por una gran cantidad de devotos. Tras la bendición la imagen fue colocada en su trono, cantándose la Salve y el Prelado ofreció tres Ave Marías a la Santísima Virgen: la primera por quien puede ser llamado con justicia protector insigne de la nueva imagen; la segunda implorando fecundas bendiciones de la Patrona para su pueblo predilecto, Ciudad Real, y la tercera por las necesidades espirituales de toda la Diócesis Priorato.
El Sábado Santo al levantarse el velo que cubría el trono de la Virgen durante la Semana Santa, al existir todavía la costumbre litúrgica en nuestra ciudad de cubrir las imágenes con un velo morado desde el Domingo de Pasión hasta el Sábado Santo, los ciudarrealeños pudieron contemplar la nueva imagen de la Virgen del Prado, que desde aquel 5 de abril se convirtió en la Reina y Señora de Ciudad Real.
Emilio Martín Aguirre,
Vicepresidente de la Real e Ilustre Hermandad y Corte de Honor de Nuestra Señora del Prado Coronada, Patrona de Ciudad Real
Días pasados ha fallecido en Madrid, donde residía en los últimos años, el laureado escultor y conocido imaginero Luis Marco Pérez, a la edad de 86 años. Nació en Cuenca, donde tiene gran número de obras y un total de veintidós “pasos” de la Semana Santa de la capital hermana. En la fotografía de archivo, una de las tres obras de imaginería religiosa que Marco Pérez hizo para la Semana Santa de Ciudad Real: el Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas, que sale en la procesión del Viernes Santo por la mañana. Las dos restantes son “La Oración en el Huerto”, de la misma procesión, y el “Santo Descendimiento”, del Viernes Santo por la tarde. En todas ellas se muestra la alta calidad artística del fallecido imaginero manchego. Descanse en paz.
Diario Lanza, Domingo 23 de enero de
1983
La escueta noticia de agencia, leída en los periódicos del pasado jueves, decía lo siguiente:
“Sevilla.- A la edad de 85 años ha
fallecido en esta ciudad el popular imaginero sevillano don Antonio Castillo
Lastrucci, autor de numerosas imágenes que desfilan, procesionalmente, en la
Semana Santa de Sevilla.
El sepelio, celebrado esta mañana
en el cementerio de San Fernando, de esta ciudad, constituyó una sentida
manifestación de duelo.
Sobre el féretro del que fuera cotizado escultor, del gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Sevilla, señor Utrera Molina, colocó la medalla del Mérito al Trabajo que recientemente le fue concedida.”
Hace bastantes años que tuvimos ocasión de
conocer a Castillo Lastrucci. Un grupo de hombres de Ciudad Real, en su deseo
de devolver a su Semana Santa el esplendor de que gozara allá por el
veintitantos, y tras el doloroso e iconoclasta periodo de la guerra civil,
había echado sus hombros la tarea, pesada y compleja, de reorganizar
Hermandades y aun crear nuevas Cofradías, dotando a cada una de ellas de su
“paso” titular. Uno de los artistas en quien se pensó para devolver a la
capital manchega las imágenes que sustituyeran a las desaparecidas, fue el
sevillano Castillo Lastrucci, que gozaba ya de justa fama en el mundo del arte
y especialmente como escultor de figuras religiosas con una garantía de
numerosas obras, extendidas en especial por toda Andalucía.
Era párroco de San Pedro, por aquel entonces, un hombre apasionado por el arte en sus más varias manifestaciones: don Emiliano Morales. Y gracias a él llegaron hasta Ciudad Real escultores como Castillo Lastrucci y Antonio Illanes, que dejaron muestras de su valer en nuestros templos, con imágenes que hoy son justamente elogiadas por quienes las contemplan.
Castillo Lastrucci, no obstante sus años,
quiso venir a Ciudad Real y ver aquí parte de su obra, que se extendió incluso
a algunos tronos, como llaman en Sevilla las andas o carrozas. Que nosotros
recordemos se deben a su gubia general el Santísimo Cristo de la Piedad y su
magnífico trono, Nuestra Señora de los Dolores de la Catedral el niño de la
palangana y dos figuras –el escriba y el trono del “Ecce Homo” verdadera
filigrana de encaje en madera. También en la provincia fue dejando el
extraordinario imaginero sevillano muestras diversas de su categoría artística,
unánimemente reconocida.
Cuando tuvimos ocasión de tratarle, no obstante su edad, se echaba de ver su ilusión juvenil, su alma de artista enamorado de las obras que iba creando, dentro de la más pura ortodoxia religiosa. Era hombre poco apegado a lo material. Aun reconociendo que precisaba de compensación económica, nunca anteponía lo crematístico a lo artístico. Así nos lo dijo a un grupo de hermanos mayores cuando el viaje a Ciudad Real a que antes nos hemos referido y personalmente al que esto escribe cuando le visité en su lugar de trabajo en su amada Sevilla, en el estudio de escultor instalado en una recoleta calle de la capital andaluza.
Castillo Lastrucci ha trabajado hasta su muerte. Su inquietud de artista no le permitía gozar del descanso bien ganado por todo hombre que ha culminado una vida entera en su profesión. Y hasta que las manos se lo han permitido ha seguido dando frutos de su genio creador, que estamos seguros de que ahora, en el momento de su muerte, será ensalzado como corresponde a un artista de su talla.
La imaginería religiosa ha perdido, con la desaparición del famoso escultor, uno de sus más fieles y tradicionales intérpretes. Quienes tuvimos la dicha de conocerle hemos de dedicarle, con tan triste motivo, el recuerdo de una amistad sincera y la oración por el artista de honda fe católica, que supo plasmar en centenares de obras de vasta producción, el respeto por la tradición del más sublime drama de que tiene noticia la humanidad: Cristo y la Redención.
Cecilio López Pastor. Diario Lanza
de 2 de Diciembre de 1967.
En una de las salas del Museo Diocesano de Ciudad Real, se encuentra expuesta la imagen de un crucificado anónimo del siglo XVI, que fue titular de la Real, Ilustre, Antigua y Fervorosa Hermandad de la Santa Cruz y Nuestra Señora del Rosario y Archicofradía de Nazarenos del Santísimo Cristo de las Aguas, Nuestra Madre y Señora del Mayor Dolor y María Santísima de Guadalupe de Sevilla, que procesiona la tarde del Lunes Santo en la capital hispalense.
La advocación de las Aguas proviene de que estando esta imagen en el Hospital de Santa Catalina en Triana, sucedió una inundación en el arrabal. Al no verse afectado el Hospital se atribuyó a la intervención milagrosa del Cristo, por lo que empezó a denominarse de Las Aguas.
Fue la imagen titular de la Cofradía de las
Aguas sevillana hasta el año 1929 inclusive, con la que procesionaba en su paso
para realizar la estación de penitencia a la Catedral desde la iglesia de San
Jacinto. En el año 1942 fue llevado por los dominicos a la iglesia del Convento
de la Asunción de esta comunidad religiosa que tenía entonces en Almagro, y allí
permaneció hasta el año 2019, que paso al Museo Diocesano de Ciudad Real.
La imagen de Nuestra Señora de los Dolores “Ave María”, siempre lució diadema, tanto en su culto diario en la Catedral, como en su salida procesional del Viernes Santo. En el año 1949, siendo Hermano Mayor D. Hilario Richard Rodríguez, se decide realizarle una corona a la Virgen.
La corona se encargó a un orfebre
sevillano, y fue costeada por los hermanos y devotos de la Santísima Virgen,
contribuyendo algunos de ellos con la donación para su labrado de cubiertos,
bolsos y monedas de plata.
Es una corona de plata sobredorada, con canasto con flores y sobre zócalo de ovetas y perlones. Los 8 voluminosos imperiales de decoración vegetal remarcados por una línea perlada se hunden ligeramente al encontrarse el orbe con la cruz. La ráfaga no se encuentra decorada interiormente. Tras un aro perlado se despliegan los resplandores rematados en estrellas alternadas con candelieri vegetales rematados en una pequeña flor.
La corona fue estrenada en la salida
procesional del Viernes santo de 1950, tal y como dio cuenta el diario lanza,
en la crónica de la Semana Santa el sábado 8 de abril del citado año: “Por último desfiló la numerosa Hermandad
del Ave María, de la Catedral, que ha introducido nuevas mejoras en la carroza
de la Virgen de los Dolores, con una artística corona imperial y una
iluminación y adornos extraordinarios bajo la dirección del conocido artista
Pepe Mur y el entusiasmo de su hermano mayor, don Hilario Richard. La banda de
Aviación acompaño a esta Cofradía en su desfile”.
La Semana Santa de Ciudad Real tuvo un gran auge en las tres primeras décadas del siglo XX, años en los que las Cofradías y hermandades se renovaron y se llegó hasta fundar la desaparecida Hermandad de la Coronación de Espinas en la Parroquia de San Pedro.
Una de las hermandades que sufrió una gran
transformación fue la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores “Ave María” de
la Catedral, que estrenaría paso y su actual manto procesional en el año 1914, e
incorporaría el palio en 1922. La Virgen poseía una diadema de plata de
pequeñas dimensiones, que era con la que recibía culto y procesionaba el
Viernes Santo.
Por este motivo la hermandad se planteó sustituir en 1925 esta diadema por una mayor, que adquirió a los talleres de Félix Granda y Buylla de Madrid, conocido actualmente por Granda. En Ciudad Real en aquellos años el vocabulario cofrade no era muy amplio, y se denominaba como corona tanto a una diadema como a una corona.
Para adquirir la nueva diadema a la Virgen, la Hermandad abrió una suscripción con el objeto de conseguir fondos, tal y como daba cuenta el desaparecido diario “Vida Manchega” el 14 de febrero de 1925.
“Para regalar una corona a la Virgen de
los Dolores, que se venera en la Catedral, y que sale procesionalmente en la
tarde del Viernes Santo, se ha abierto una suscripción al objeto de reunir
fondos al fin indicado.
En esta suscripción figuran ya importantes donativos, que con los nombres de los donantes, se publicarán cuando se haya terminado la suscripción.
Como seguramente son muchas las personas, que por su devoción a la Virgen de los Dolores, quieren contribuir a costear la corona, se pone en conocimiento por este medio participando que pueden enviar las cantidades conque quieran contribuir al domicilio de la Camarera, General espartero, 48, o al establecimiento de los Srs. Mur, General Aguilera, 1.”
Aunque el deseo de la Hermandad era
haberla estrenado en la salida procesional del Viernes Santo, el estreno de la
diadema tuvo que esperar, ya que una nota publicada en el ya citado diario "Vida
Manchega" el 4 de abril de 1925 se decía: "Por el poco tiempo que
mediaba, desde que se inició la suscripción, hasta el día en que la venerada
Imagen, ha de salir procesionalmente, no ha sido posible que estrene este
año la suntuosa Corona que se ha de costear por suscripción entre sus devotos.
El meritísimo orfebre don Félix Granda, director de los acreditados talleres del Hipódromo, en Madrid, deseoso de hacer una obra artística, que satisfaga por completo los deseos de los donantes, no ha podido confeccionarla en tan poco tiempo."
La diadema le fue entregada a la Hermandad
pasada la Semana Santa de 1925, y la estrenó al culto en la Catedral,
procesionando con ella por primera vez en la Semana Santa de 1926. Esta diadema
es de las pocas cosas de nuestra Semana Santa anterior a la Guerra Civil
Española de 1936 que se salvaron, con la cual la actual talla de la Virgen del
escultor Sevillano Castillo Lastrucci procesionó por primera vez 1941 y hasta
1950, que fue el año en el cual la Virgen estrenó en realidad por primera vez
una corona.
El Sábado Santo procesiona la
Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad con sus dos pasos, el de Nuestra
Señora de la Amargura, cuyo llamador es de fundición plateado con el escudo de
la hermandad y es del año de 2003; el de Nuestra Señora de la Soledad también
plateado es del año 1994, ambos son de
la orfebrería de Orovio de la Torre.
Los últimos llamadores de nuestra
Semana Santa son los de la mañana del Domingo de Resurrección. Hasta el pasado
año Jesús Resucitado ha procesionado en distintos pasos de nuestras cofradías
pasionarias, por lo que el llamador era el de ese paso. El llamador del paso de
Nuestra Señora de la Alegría, se estrenó en la Semana Santa de 2004, y es
plateado de la orfebrería de Orovio de la Torre de Torralba de Calatrava
(Ciudad Real).
La primera hermandad en procesionar la tarde del Viernes Santo, es la Hermandad del Santísimo Cristo de la Piedad, que ha tenido varios llamadores, siendo los más artísticos el estrenado en el año 2001, que fue diseñado por el escultor sevillano Jesús Méndez Lastrucci, y realizado en la de la orfebrería de Orovio de la Torre en fundición plateada, y cuyo motivo central es una reproducción de la imagen de la Virgen del Prado.
El llamador con el que actualmente
procesiona esta bañado en oro y es de los talleres de los Hermanos Delgado de
Sevilla del año 2016, en el que aparece la torre de la catedral franqueada por
dos ángeles.
El llamador del paso del Santo Descendimiento es dorado, y fue adquirido a la orfebrería de Manuel de los Ríos de Sevilla en el año 1994, llevando dos costaleros en el momento de colocarse el costal.
El llamador del paso del Santo
Sepulcro es plateado y fue adquirido en el año 2016 a la orfebrería de Orovio
de la Torre. El último llamador de esta tarde-noche, es el del paso de palio de
Nuestra Señora de los Dolores, que es de metal plateado del año 1945,
restaurado por Ramón León en 1997, representa un dragón con la boca abierta.
El paso de Nuestro Padre Jesús
Nazareno, que procesiona la madrugada del Viernes Santo, es uno de los pasos
que también ha tenido a lo largo de su historia varios llamadores. En el año
2002 estrenó uno en metal plateado de la orfebrería de Orovio de la Torre. El
actual es del pasado año 2024, realizado por el escultor José Miguel Sánchez, y
que representa la Cátedra de San Pedro de Gian Lorenzo Bernini y que está
situada en el ábside de la Basílica de San Pedro del Vaticano.
La Pasionaria de San Pedro la
mañana del Viernes Santo, la abre la Hermandad de la Oración en el Huerto cuyo
misterio estrenó un llamador en el año 1994 de la
orfebrería de Orovio de la Torre. El actual llamador es del año 2021, y fue
diseñado por la empresa Cofrades de Pasión de Ciudad Real en bronce. En la
composición del llamador destaca una réplica de la iglesia de San Pedro, un
olivo centenario de una sola pata, recreándose una nueva versión del Ángel, golpeando
sobre un cáliz, que es «elevado» del suelo por dos pequeños querubines.
El llamador del paso de la Hermandad del Encuentro, fue diseñado y realizado por el hermano de esta hermandad Antonio Martín Pérez en el año 2024, quien utilizó elementos relacionados con el mundo ferroviario, al haber estado vinculada esta hermandad desde su fundación con los trabajadores ferroviarios de Ciudad Real a través de la extinguida Hermandad Ferroviaria de Acción Católica.
El misterio de Jesús Caído que procesiona tras el del encuentro, lleva un martillo dorado del año 1993 de la orfebrería de Orovio de la Torre.
La siguiente hermandad, que sigue a la de Jesús Caído, la del Santísimo Cristo del Perdón y de las Aguas, también lleva llamador, aunque va sobre ruedas debido a que las personas que van empujando el paso lo hacen desde su interior. El llamador es dorado con el escudo de la hermandad del año 2010 y es de los talleres de Paula Orfebres de Lucena (Córdoba).
Por último, hermandad que cierra
la Pasionaria de San Pedro, la de la Santísima Virgen de la Misericordia, su
paso lleva un llamador plateado de la orfebrería de Orovio de la Torre del año
1999.