En medio de la agitación multitudinaria y conmovida de las fiestas de Semana Santa ha tenido lugar entre nosotros con serena placidez de idilio místico un suceso trascendental para la vida religiosa e histórica de Ciudad Real; la recepción, bendición y entronización de una nueva Imagen de la Virgen del Prado.
Desde que se hicieron patentes en 1946 los terribles estragos que la carcoma –cosa extraordinaria, insólita— venía haciendo en la cabeza de la anterior imagen y que han ido en lamentable progresión después constituyo una enorme preocupación para todos, casi una pesadilla, su imprescindible sustitución.
La Comisión nombrada al efecto con valiosos elementos del Municipio, del Cabildo, de la I. Hermandad y del Profesorado artístico no se ha dado punto de reposo. Y el Prelado, al fin, encargó en firme la ejecución de una nueva imagen a los escultores Rausell y Llorens, de Valencia, los inspirados artífices del “paso” del Encuentro, Virgen del Mayor Dolor y de los Apóstoles del retablo de la Catedral, lo mejor sin duda alguna de cuanto a Ciudad Real ha venido de escultura religiosa después de la Liberación.
Los celebrados artistas han puesto a contribución en el arduo cometido toda su maestría y todo su empeño con asesoramiento de los mejores conocedores de la antigua y veneradísima imagen, en especial el fallecido don Emiliano Morales y del actual Arcipreste del Cabildo. Este nos trajo ya de Valencia sus favorables impresiones en diciembre último, y es lástima que don Emiliano no haya podido sentir la satisfacción de ver terminada la importante obra.
Por su parte, el excelentísimo señor Gobernador Civil y a sus instituciones piadosas, ofreció costear –como lo ha hecho religiosamente— el importe íntegro de la imagen en cuyo acierto se mostró siempre interesantísimo.
Y últimamente, el 26 de marzo, llegó a Catedral el envío de los señores Rausell y Llorens que el 30 pudo ser admirado por las personalidades más representativas de Ciudad Real entre ellas el gobernador y su señora. Y el 5 de abril, Miércoles Santo, nuestro excelentísimo y reverendísimo Prelado, en primera salida convalecido totalmente de su pasada dolencia, hizo la bendición solemne de la nueva imagen en su camarín, lleno de multitud de devotos, que pudieron darse cuenta del suceso, y estando presentes las señoras directivas de la Corte de Honor, las autoridades, el Cabildo y la representación de la I. Hermandad.
Acto seguido fue colocada la sagrada imagen en su trono, se cantó una Salve y el Prelado ofreció a la Santísima Virgen del Prado tres Aves Marías: la primera por quien puede ser llamado con justicia proyector insigne de la nueva imagen; la segunda implorando fecundas bendiciones de la Patrona para su pueblo predilecto, Ciudad Real, y la tercera por las necesidades espirituales de toda la Diócesis Priorato.
La concurrencia respondió con honda
emoción piadosa al rezo del señor Obispo, y en el expresivo rostro maternal de
la Virgen creímos poder contemplar la suprema satisfacción con que nos acepta
como hijos muy amados de su corazón desde ese día memorable e histórico para
Ciudad Real.
Y hoy, Sábado Santo, al levantarse el velo litúrgico de la tristeza, los ojos misericordiosos de la Virgen del Prado irradiaron sobre la muchedumbre que anhelante de este momento henchía la ingente nave de la Iglesia Prioral torrentes de gracia, de misericordia, de amor y de cariño maternales que inundaron las almas de luz y de alegría, celestial presagio de que ella ha de ser siempre nuestra vida, nuestra dulzura y nuestra esperanza, gloria de Jerusalén público de Israel, honra perenne de nuestro pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario