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viernes, 20 de junio de 2025

LAS COFRADÍAS Y HERMANDADES DE CIUDAD REAL YA PARTICIPABAN EN LA PROCESIÓN DEL CORPUS CHRISTI DESDE EL INICIO DEL OBISPADO PRIORATO

 



NOS DON CLEMENTE LEON Y RIVAS, presbítero y licenciado en Sagrada Teología, Derecho Civil y Canónigo, Abogado de los Tribunales del Reino, Vicario general interino del Priorato de las Cuatro Ordenes Militares y Gobernador Eclesiástico del mismo, por ausencia del Eminentísimo y Reverendísimo Sr. D. Juan Ignacio, por la Misericordia Divina, del título de Santa María de la Paz de la Santa Romana Iglesia, presbítero Cardenal Moreno, Arzobispo de Toledo, Primado de las Españas, Caballero Gran cruz de la Real y distinguida Orden de Carlos III y de la Americana de Isabel la Católica, Administrador Apostólico del Priorato de las Cuatro Ordenes Militares, etcétera, etc.

 

Al Clero, Hermandades y fieles de esta religiosa ciudad, hacemos saber: Debiendo celebrarse en el jueves próximo la solemne festividad del “Corpus-Christi”, Nos hemos creído conveniente dirigir nuestra voz al religioso vecindario de esta ciudad, para estimular su notoria piedad, a fin de que se celebre tan grande fiesta con la mayor ostentación y devoción posible. Para conseguir este tan laudable objeto es muy oportuno el tener presente, que esta fiesta solemnísima, ordenada por el Altísimo a nuestra Madre la Iglesia, según refiere la piadosa tradición de su fundación, envuelve dos distintos caracteres; ora de desagravio a la Magestad Divina, para reparar en algún modo los ignominiosos ultrajes que recibiera nuestro amoroso Redentor en las calles de Jerusalén y de los que han inferido después los infieles y recibe aún de los herejes y malos cristianos; ora de protestación de nuestra fe inquebrantable en tan augusto Sacramento, que es como la piedra angular y el misterio de los misterios de nuestra Religión Divina.

Al llegar aquí no podemos menos de llamar la atención sobre una costumbre perniciosa, que hemos notado con sentimiento en los años anteriores, aunque por fortuna poco generalizada, pero que Nos quisiéramos ver desterrada por completo, y es, la de no poner colgaduras en las calles de la carrera donde mora alguna de las familias que están de luto por la muerte de alguna persona amada, y esperamos fundadamente de la religiosidad de aquellas personas que por desgracia se hallaren en tal caso, no incurrirán en semejante falta en lo sucesivo, que nada favorece a sus sentimientos religiosos y da una idea triste de su fe y de su amor a tan soberano Sacramento.

Además mandamos que todas las Hermandades y Cofradías de esta capital concurran en la forma acostumbrada en semejante día a la iglesia parroquial de Santa María del Prado; e igualmente ordenamos que todos y cualesquiera eclesiásticos asignados a las parroquia de esta ciudad o residentes en ella por cualquier concepto, que asistan con sobrepelliz a la solemne procesión general del Santísimo Sacramento, que tendrá lugar en aquel día y saldrá a la hora acostumbrada de la Santa Iglesia Prioral, bajo las penas establecidas en el Santo Concilio de Trento y constituciones sinodales del Arzobispado de Toledo, y de proceder, caso de contravención, a lo que hubiere lugar en derecho.

Unámonos todos en fin, los que nos preciamos de católicos, para acompañar al rey de reyes y soberano Señor de los cielos y tierra, cuando dejando la soledad del sagrario, salga para recorrer las calles más públicas de esta leal y piadosa ciudad. Que sea vuestra presencia en tan solemne acto, como una protesta muda, pero elocuente de lo acrisolado de vuestras creencias religiosas, de lo inquebrantable de vuestra fe, contra la glacial indiferencia religiosa que por doquiera se ostenta. Agrupémonos alrededor de Jesús Sacramentado, para acompañarle por las calles engalanadas con los más vistosos y variados atavíos, y que camina llevado en triunfo sobre los hombros de los sacerdotes, bajo una lluvia de flores, entre nubes de incienso y sobre una alfombre de heno y plantas aromáticas, entre los sagrados cánticos del clero y los acordes armoniosos de las músicas; y prosternados ante la augusta presencia de nuestro adorable Redentor, elevemos nuestras oraciones hasta el trono de la Misericordia Divina, por la mediación poderosísima de nuestro adorable Jesús en el inefable misterio de los Altares, para que derrame sobre todos

Nosotros sus gracias, y aparte de nuestros campos esa plaga desoladora, que lleva en sus alas la miseria, el esterminio y la muerte, y que Dios mueve en legiones inmensas cuando quiere castigar a los pueblos que han encendido su ira.

Por último, mostrémonos agradecidos al Dios de cielos y tierra por el singular beneficio que acaba de concedernos por medio de su Vicario en la tierra el inmortal Pontífice Pío IX, y que tan eficaz y directamente contribuye al engrandecimiento moral y material de esta capital y su provincia, erigiendo ésta en una Diócesis y estableciendo en aquella su Catedral.-Dada en Ciudad Real a 10 de junio de 1876.-Licenciado, Clemente León y Rivas.-Por mandato de su Señoría, Joaquín García.



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