El palio de la Soledad en los años
ochenta del pasado siglo XX.
De todos es sabido que soy
hermano de la
Real Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad desde muy temprana
edad, que todos los años realiza su salida procesional la tarde-noche del
Sábado Santo, desde la
Parroquia de San Pedro. Hermandad a la que le tengo un cariño
especial, pues fue precisamente en esta corporación nazarena donde trabaje
durante muchos años en la Junta
de Gobierno de Enrique Oliver Cruz.
Entre la documentación que guardo
en mi archivo personal, se encuentra la que reproduzco en esta entrada de hoy.
Es mi nombramiento como Vice-Mayordomo de la Cofradía , realizado el 1
de Enero de 1989. Este era el segundo cargo que asumía en la Cofradía , ya que en 1987
había sido nombrado Vocal de la misma.
Junto a mi nombramiento, se nos
entrego a todos los miembros de la
Junta de Gobierno que se había reorganizado en la fecha
referida, una especie de carnet donde a modo de juramento aceptábamos el cargo y realizábamos un juramento de fe.
La junta en la cual fui nombrado
Vice-Mayordomo, estaba formada por dieciocho personas, siendo el Consiliario el
párroco D. Severiano Rodríguez Sancho, perteneciente a la
comunidad de los claretianos que en aquellos años regían la Parroquia de San Pedro.
Guardo unos grandes recuerdos de
aquellos años, tanto de cómo fuimos poco a poco transformando la hermandad,
como de las personas que junto a mi formábamos la Junta de Gobierno, capitaneada
por el gran cofrade ya desaparecido Enrique Oliver Cruz. Junto a él que estaba
durante todo el año pensando en Semana Santa y como hacer aún más grande la Hermandad de Nuestra
Señora de la Soledad trabajamos , José Pozo Delgado y su esposa María Teresa Laguna
Calzado, Francisco Vera Caballero y su esposa María del Carmen Muñoz García,
Reyes Gonzaléz Gonzaléz y su esposa Isi Serrano Espadas, María Elisa Medrano,
Francisco Blanco Mena, Felix Barrera Sánchez, Tomas Robledo de Dios, Emilia
Cañas Moraga, Carolina Herrera Calvo, Antonio Gómez Anguita, Emiliano Tristán
Arenas, Isidro Fernández Plaza y José Prado Baraínca.
El paso de la Virgen de la Amargura en aquellos años
ochenta, sola ante la Santa Cruz.
El manto que lleva es el antiguo de procesión de la Dolorosa de Santiago.
Años de la Semana Santa
ciudadrealeña totalmente diferentes a la que hoy podemos vivir, eran otras
maneras de hacer las cosas y otra forma de concebir nuestra celebración pasional,
pero que tenía también su encanto, y si hecho la mirada hacia atrás me produce
cierta nostalgia.
Antiguo sello de la Cofradía de la Soledad.
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