Como si de la pinza de un gigante cangrejo se tratara, una máquina trabaja desde ayer en la demolición del antiguo edificio que, pese a que fue proyectado para ser un hospital de tuberculosos, albergó hasta 1996 el psiquiátrico de la Atalaya. Comenzó así la desaparición de un inmueble que durante años, desde que comenzara a construirse en 1942, ha sido, por motivos muy distintos a los que supusieron su concepción, uno de los edificios emblemáticos de Ciudad Real. La curiosidad y las innumerables leyendas que ha generado siempre este edificio, especialmente en los últimos años entre los más jóvenes, desaparecerán definitivamente dentro de 15 días, cuando ya no quedarán más que sus escombros con los que arreglar los caminos de la provincia.
Después de que el pasado mes de agosto saliera a licitación por procedimiento urgente, y tras salvar numerosos escollos, finalmente ayer se inició la demolición del antiguo edificio de la Atalaya, una actuación que se concluirá en el plazo de una semana y que cuenta con un presupuesto aproximado de 114.00 euros.
Así lo explicó ayer la delegada provincial de Bienestar Social, Prado Pérez de Madrid, durante una visita que realizó a la zona, para comprobar in situ el derribo que está desarrollando la unión temporal de empresas (UTE) de Pérez del Río SL y Hadinsa Ambiental, ambas de Pamplona, a través de una máquina -ya que hoy llegará la segunda- que a través de una especie de "tijera" va cortando el edificio desde las plantas superiores a las inferiores.
"Esta obra era urgente debido al mal
estado que se encontraba el inmueble y el peligro que conllevaba, ya que por
más que poníamos vallas en la zona, la gente seguía entrando.
Entonces, tras una primera investigación para
comprobar quien era el propietario que resultó ser la Junta de Comunidades de
Castilla-La Mancha, sacamos a concurso el proyecto y por fin hoy se ha
iniciado", explicó Pérez de Madrid.
Respecto al futuro que se le dará a la zona, la delegada provincial de Bienestar Social reconoció que aún se están barajando varias opciones, porque se trata de un lugar privilegiado y que dispone de muchos metros cuadrados, concretamente entre 50.000 y 60.000.
"Entre las opciones que estamos estudiando se encontraría, por ejemplo, que el solar se convierta en un parque medioambiental con un aula de la naturaleza o la creación de un campamento o un albergue juvenil. Pero también se ha pensado en su utilidad para las personas mayores, por lo que podría crearse un área de descanso para ellos", apuntó Prado Pérez de Madrid.
Unas posibilidades a las que por cierto,
también se refirió la candidata del PP a la alcaldía de Ciudad Real, Rosa
Romero, quien propuso, además del albergue juvenil, un museo de la naturaleza y
una senda verde.
Años de incertidumbre
Con esta demolición se pone fin a años de incertidumbre en los que se barajaron multitud de opciones, como la de reconvertirlo a un centro geriátrico, para el mastodóntico edificio que quedaba definitivamente cerrado el 25 de marzo de 1996.
Durante estos diez años, el inmueble ha sido
uno de los lugares preferidos por muchos jóvenes Ciudarrealeños para hacer
botellón mientras esperaban descubrir tos misterios que las leyendas urbanas
han concedido al mismo.
Pero lo cierto es que el único “misterio” que albergó este edificio fue el de una concepción sobre la discapacidad que hoy en día no cabría en la cabeza de los ciudadanos, y en la que cuanto más se les aislara del mundo exterior mejor, ya que muchos lo consideraban un "castigo de Dios". Así, con esta demolición, se han derrumbado también, simbólicamente, aquellas ideas del pasado dignas de desterrar.
De esta forma, ayer comenzó el fin de un edificio que sí que ha estado marcado por su “mala suerte” desde el principio, ya que aunque se inició en 1942, no se finalizó hasta 1971 porque su construcción se paralizó en varias ocasiones. Asimismo, tampoco llegó a ser un hospital para tuberculosos porque cuando se concluyó ya se había erradicado la enfermedad.
El Hospital Psiquiátrico Infantil "La Atalaya", tal y como se denominó en sus inicios, cuando llegó a contar con 266 internos y 33 mediopensionistas ha comenzado a formar parte desde ayer, de la historia de Ciudad Real, permitiendo ver un horizonte más amplio desde la ciudad y desde la Atalaya.
Mercedes Camacho. Diario Lanza viernes 4 de
mayo de 2007
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