La romería de Alarcos junto con la celebración de la diada en Cataluña son las dos únicas festividades que en España conmemoran sendas derrotas. La primera, la del patrón San Jorge y en el caso de Alarcos, es de dominio público que en aquel cerro se celebró una de las batallas más cruentas de cuanta los moros realizaron frente a las tropas cristianas.
Siglos después aquel cerro, al que muchos
parasicólogos atribuyen un halo mágico y mientras que los historiadores se
esfuerzan por recuperar su patrimonio artístico y arqueológico, se sigue
celebrando una de las romerías más populares de la provincia. En realidad,
todas lo son pero la Virgen de Alarcos desde hace muchos años viene atrayendo
fieles, de votos y romeros, no sólo de la capital sino de
los pueblos y pedanías cercanas como Valverde, Alcolea de Calatrava o
Piedrabuena por citar sólo algunos. Además, varios factores vienen
contribuyendo a dar cada vez más vistosidad a la celebración popular que este
año, dicen, ha alcanzado el número más alto de visitantes. Varios factores como
son la participación de las peñas, la juventud que no deja decaer el rito y la
integración de las peñas caballistas que conceden a la romería ese aire sureño,
de polvo en el camino y hogueras al aire libre que ya empezaron a encenderse
una noche antes de que la virgen de Alarcos recorriera en procesión los ocho
kilómetros que separan a Ciudad Real del cerro de Alarcos. Ocho kilómetros de
devoción portada a hombros entre gentes distintas como los hombres de la peña
Mazantini hasta que los corpulentos mozos del anejo de Val verde toman el último relevo para iniciar la
ascensión de la imagen hasta la ermita, en una frenética carrera que sólo se
detiene dentro de la iglesia. Allí dentro toda la noche previa a la romería es
un rio de gente, un ir y venir para encender la vela y acompañar en carne y hueso
la callada imagen de la patrona.
Y salpicándolo todo, la gastronomía más popular, los concursos de limoná, la exhibición de caballos, la verbena y el anís. Ambiente, música y diversión y los de Mazantini, mientras, vendiendo el producto de moda, un manjar que ya lleva mucho tiempo vendiéndose por estos pagos y que ha renacido con fuerza inusitada con ocasión de la romería. Son los "roldanitos" o bocadillos de chorizo, en fin, sobran comentarios.
El concejal, Emilio Villarino, dicen que anda
en tratos para comprar parte de los terrenos limítrofes a la ermita para
ampliar el espacio dedicado a aparcamiento. Este año los coches han sido el
gran problema. porque cuando nuestros antepasados instauraron la celebración de
una romería, nunca previeron que los infernales estragos de la civilización
iban a robar espacio vital a los romeros. La romería de Alarcos sigue en pie.
Más viva que nunca, se prepara para celebrar unas efemérides importantes
durante 1995.
Revista “Bisagra” Nº 328 del 29 de mayo al 4 de
junio de 1994
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