Inauguración
del nuevo Obrador de La Deliciosa, año 1977. Antonio Moreno Cid en el centro
con camisa de manga corta
La
Deliciosa es uno de los negocios más antiguos de la
capital con casi siglo y medio de vida, iniciada con José Antonio y Cayetano
Bermúdez, conocidos como “Los petates”.
Desde 1967, la
historia de La Deliciosa, como suele pasar en los negocios familiares, es
también la historia de la familia Moreno-Cid Cruz, año en el que Antonio
Moreno-Cid y Antonia Cruz adquieren la pastelería.
Antonio
en el centro con bandeja de pasteles en Malagón, 1949
Es el momento
del joven matrimonio, después de la trayectoria profesional de Antonio, que se
inició, siendo muy joven, en la segunda mitad de los años 40, en la posguerra,
en Malagón Mazalmendra. Más delante, durante la milicia en Madrid, aprovecha
para adquirir conocimientos, trabajando por las noches en los obradores de la
afamada pastelería Manila, lo que se reflejará más tarde en sus productos.
Las inquietudes
de Antonio y el apoyo de Antonia, hacen que comiencen su propio negocio de
pastelería en Malagón, y pocos años más tarde decidan “dar el salto” a Ciudad
Real, donde después de las vicisitudes de la época, aperturas y cierres, y no
pocas “fatigas” junto a sus cuñados abren la pastelería Tartypas. Años más
tarde se separan del grupo familiar.
Drcha.
A Izq. Ángel (antiguo propietario de La Deliciosa hasta 1967), junto a su mujer
y a la Izq. Antonia Cruz Serrano
Llegado este
momento, llenos de fuerza por la juventud, pero con una amplia experiencia,
imprimen a La Deliciosa un aire fresco. Antonio en el obrador, respeta lo mejor
de los productos tradicionales como los tocinos de cielo, las tortas de
Alcázar, yemas escarchadas,… Pero a la vez innova e introduce nuevos productos,
como por ejemplo la fabricación de croissants, algo que hasta entonces nadie
había hecho en Ciudad Real. Antonia por su parte en la pastelería, gestionando
el cambio con la clientela, mimándola, para conseguir hacerla suya. Aún hoy
podemos ver a Antonia por su tienda y a clientes/as de toda la vida, o mejor
dicho amigos/as, que pueden dar testimonio de todo esto.
Juan
Antonio Moreno-Cid Cruz, trabajando en 1984
El matrimonio no
está solo, los hijos mayores crecen, y se integran en el negocio, esto
conjugado con las inquietudes empresariales de Antonio, hace que se amplíe el
negocio, obrador nuevo, maquinaria, nuevas pastelerías,… Juan Antonio y Jesús en
los obradores, y Engracia y Mila en las
tiendas. Como en todos los negocios hay luces y sombras, éxitos y fracasos,
todo forma parte de la historia del negocio, de la historia de la familia, pero
siempre con los principios que están grabados en el ADN familiar, honestidad,
profesionalidad, esfuerzo, calidad.
Actualmente Juan
Antonio es el único que sigue la tradición familiar, y afirma con orgullo, y
ninguna vanidad que “somos la alta costura de la pastelería”, fruto de una
profunda formación y de mantener una grandísima calidad en las materias primas,
y en una elaboración artesanal muy cuidada.
Antonia
Cruz en la tienda de la Calle María Cristina
“Los
pasteleros nos examinamos todos los días, y como suspendamos ya podemos ir
pensando en cerrar. Mantenemos una grandísima calidad en las materias primas y
elaboramos artesanalmente. Estamos convencidos de que el cliente se acuerda al
final más de lo que ha comido que de lo que le ha costado”, añade.
Y también nos
explica que, en esto como en todo, se dan ciclos. “Acabamos de pasar el gusto
por lo francés, muy light, y estamos volviendo a los sabores más tradicionales.
Nosotros estamos muy pendientes de estos cambios para adaptarnos rápidamente en
los cinco puntos de venta que La Deliciosa tiene en la capital. Pero eso sí,
siempre con unos ingredientes de la máxima calidad y elaborando
artesanalmente”.
Ni que decir
tiene que el éxito, si sigue así, lo tiene asegurado, como mínimo, por otros
cien años.
Establecimiento
de La Deliciosa en la calle María Cristina
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