Buscar este blog

miércoles, 29 de agosto de 2018

LA FERIA DE SIEMPRE (II)



Los bailes de la Talaverana duraron 60 años, tiempo en el que se vio pasar a los artistas más cotizados del momento, engalanando el lugar para el baile y para las cenas de gala servidas por los mejores restauradores de Ciudad Real. Para la clausura, en la feria de 1985, se celebró una velada o despedida nostálgica de la Talaverana con la Orquesta Topolino y con la elección de las reinas mayores. El 14 de agosto de 1986, el alcalde Lorenzo Selas inauguraría el nuevo recinto de La Granja, hecho en exclusiva para la Feria, por todos conocido.

Vivencias y testimonios. “Con un duro en el bolsillo”.- Como el mercado anual de antaño, la Feria del parque de Gasset era la única fiesta grande del año, todo el mundo esperaba expectante y con ilusión estas fechas, hasta el punto de que algunos niños, acompañados de sus padres, corrían a ver embelesados cómo los feriantes montaban las atracciones, algo que hoy puede parecer ridículo cuando cualquier niño tiene a su alcance poder ir a un parque temático en cualquier momento.

Como tantos otros, el joven Rafael Romero Cárdenas (concejal en el Ayuntamiento de Ciudad Real durante 28 años -muchos de ellos en Festejos-, escritor, folklorista, empresario…), esperaba con ganas los días de Feria porque “era el único momento del año en el que podíamos disfrutar de los toros, cuando veíamos deporte con algún equipo destacado que venía a jugar contra el Manchego o cuando íbamos a la feria y al baile”.

De niño, Romero “bajaba con mis hermanos y mis primos, quizá con un duro en el bolsillo para varios días, y veíamos ordenados en el paseo principal de tierra los puestos de siempre: primero los turroneros, los juguetes, la tómbola y al final las atracciones como los coches eléctricos, las barcas, la noria y los caballitos”. Después de montar en los cacharritos, acompañaba a sus padres para tomar un refresco o una horchata en el gran quiosco de música situado en La Talaverana, hoy inexistente, en el bar de sus parientes, los fundadores del Bar España.


Cuando ya era mozo, a Rafael Romero le atraía más el ambiente del baile como a sus amigos. Primero fue el de La Talaverana y la Pista Municipal (donde hoy están los juegos infantiles del parque de Gasset) y hubo un tercero en la Ferroviaria que se conocía como el baile de ‘las chachas y los soldados’, sonríe Romero. Recuerda que para entrar en el baile de La Talaverana, “teníamos que ir con corbata, sino no, no te dejaban pasar, ahí han actuado artistas de gran talla mundial, yo he visto a Julio Iglesias, a una jovencísima Isabel Pantoja, o a cantantes internacionales como Sandie Shaw que ganó el festival de Eurovisión en 1967 y cantaba descalza, aunque ese día la menor preocupación eran sus pies sino que cantara”, apunta sonriente Rafael. También rememora con nostalgia el Día de la Provincia que tenía lugar el 16 de agosto con un desfile de carrozas con reinas y damas representando a distintos pueblos de Ciudad Real. “Venían 10 o 12 carrozas más la de la Diputación y la de Ciudad Real, se realizó un circuito que iba por la avenida Rey Santo, plaza del Pilar dando tres vueltas, una primera y segunda vuelta de exhibición, y la tercera de calificación del jurado en la que se tiraba confeti y flores al paso de las carrozas”.

Era un momento muy esperado por los jóvenes ciudadrealeños, sobre todo porque acudían 300 chicas de la provincia, todas con sus trajes blancos de gala, acompañadas de su familia y de las correspondientes corporaciones municipales y estaban en el baile hasta las 2 o 3 de la madrugada, “era la ocasión pintada para sacar a bailar a la más guapa, aunque no era fácil porque había que pedir permiso a sus padres y estos se hacían de rogar”.

No recuerda Rafael cuánto dinero recibía para pasar la noche en el baile, al que entraban con un abono, pero sí que en su pandilla aguantaban con un cubata pegado a ellos toda la noche, rellenaban la coca-cola con alcohol que guardaban en una petaca cogida a sus padres. Así hasta las 2 o 3 de la madrugada y luego a tomar los churros con chocolate.

Mucho éxito tuvo también la hípica en sus inicios, se realizaba en la puerta de Santa María donde el Manchego tenía su estadio, con su campo de fútbol y sus gradas. Fueron años de fuertes apuestas no solo de los vecinos de la capital sino de gentes que acudían de varios pueblos de la provincia.



Un año antes del traslado al recinto ferial de La Granja, Rafael Romero destaca especialmente la fiesta de la despedida de La Talaverana: “Yo era concejal, trajimos la Orquesta Topolino que sonaba muy bien y nombramos reinas carrozonas a Prado Reinoso, Prado Lérida, María del Prado Sánchez y otra mujer de un ingeniero que vivía en La Poblachuela, resultó fantástico, algunos echaron o echamos alguna lágrima porque era el final, ya no se volvería a repetir”.

También se sintió apenado por la desaparición de la Batalla de Flores cuando se empezó a tirar agua. Se creó una polémica porque ese año hubo una gran sequía y la mayoría era partidario de acabar con ese acto, aunque el propio Romero defendió la idea de darle una vuelta a la mencionada batalla, algo pasada de moda, controlando la cantidad de agua gastada pero manteniendo una tradición que podría haber acabado como la tomatina de Buñol. Incluso redactó unas bases de participación en las que las carrozas debían montarse con temas alusivos al agua, de Neptuno, con sirenas, peces,… Sin embargo, tras dos o tres años en suspenso, la cosa se quedó parada, nunca más se retomó.

En la configuración del nuevo espacio ferial en La Granja también intervino Romero. Se buscaba un auditorio polivalente, para teatros, ballets y para la feria, con patio de butacas y plateas con cabida para las mesas de las cenas de gala que siguieron celebrándose hasta los años 90. El auditorio de La Granja se estrenó con una adaptación flamenca de ‘Medea’ del Ballet Nacional y la actuación de los bailarines Joaquín Cortés y Manuel Márquez.

En nuestra sección de El Termómetro también los ciudadrealeños tienen sus propias vivencias de la Feria. El baile de La Talaverana, por el ambiente, las actuaciones y la puesta de largo de los vecinos es, sin duda, uno de los más recordados y añorados, así como el ambiente en el Parque de Gasset donde toda la familia podía disfrutar durante la mañana y la noche, como indica Teodoro, fontanero jubilado. También la festividad del Prado el 15 de agosto era para Susana, agente de viajes, un momento muy especial en el año, ya que ese día, cuando era niña, estrenaba vestido y zapatos para salir en la procesión y luego la cena familiar era fuera de casa. Mientras, para Yolanda, dama juvenil hace 11 años, vivir la Feria de esta manera resultó muy especial, una experiencia para contar a sus hijos y que no dudaría en repetir.

Por nuestra parte contada queda la historia de la Feria, al menos unos retazos, que sirvan de conocimiento a esos jóvenes y niños que solo han conocido el recinto de La Granja.

Texto: Oliva Carretero



No hay comentarios:

Publicar un comentario