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sábado, 12 de marzo de 2022

PASOS ALEGÓRICOS EN LA SEMANA SANTA DE LA PROVINCIA DE CIUDAD REAL. UN TIPO DE REPRESENTACIÓN RECUPERADA A LO LARGO DEL SIGLO XX (I)

 

Revista “Vida Manchega” Jueves Santo de 1913



Resumen.

 

Durante la Guerra Civil Española el patrimonio de numerosos pueblos de la provincia quedó maltrecho al destruirse buena parte de las imágenes procesionales. Tras el conflicto la Semana Santa vivió décadas de apogeo ya que se refundaron, en los años posteriores al fin de la guerra, cofradías cuya existencia perduraba desde hacía siglos y por otro lado se fundaron un gran número de nuevas hermandades. En este proceso se recuperaron antiguas tradiciones que habían quedado pérdidas o de las que apenas quedaba constancia como fue el caso de la aparición en las salidas procesionales de las hermandades y cofradías de una serie de pasos alegóricos, destacando especialmente las representaciones del Niño Jesús y tronos denominados como la Santa Cruz o El Calvario.

 

1. Imágenes Alegóricas y Contrarreforma.

 

Los pasos alegóricos se incorporaron a la Semana Santa española entre finales del siglo XVI y principios del siglo XVII, formando parte de un programa ideológico guiado por la iglesia católica que conformaba toda una serie de re- creaciones propagandísticas y alegóricas de las ideas de Salvación y Redención, que habían sido fuertemente atacadas por la Reforma protestante. Esta práctica cargada de un fuerte contenido alegórico fue paulatinamente des- apareciendo en la mayoría del territorio nacional, siendo muy pocos los lugares donde se conserva esta tradición en la actualidad. Diversas circunstancias, como la propensión a la acogida de manifestaciones de piedad popular o al papel de vanguardia que jugó la iglesia española en los nuevos cultos, hicieron que nuestro país fuera el lugar donde más prosperó esta experiencia contrarreformista (1). Un elevado número de localidades contaron con imágenes alegóricas en sus desfiles procesionales de Semana Santa, circunstancia que se extendió y dejó su impronta en las colonias españolas, donde todavía hoy perviven en diversos territorios (2). Fue una práctica habitual que las hermanda- des hicieran estación de penitencia contando dentro de su cortejo con un paso alegórico. No era algo único del ámbito penitente, ya que en otras festividades religiosas fue común el uso de recursos simbólicos utilizados para el adoctrinamiento como fue la presencia de carros y figuras alegóricas en las procesiones del Corpus Christi. Este tipo de pasos compuestos en clave de alegoría teológica constituyeron un componente discursivo típico dentro de la cultura del barroco, y procuraba a través de imágenes y símbolos servir de catequesis a un pueblo en su mayor parte iletrado (3).

 

Desaparecido paso de la Santa Espina de la Parroquia de Santiago de Ciudad Real



Dentro de las composiciones simbólicas, dos tipos se distinguieron por su desarrollo y presencia temporal. En primer lugar, aquellos denominados como “Triunfo de la Santa Cruz sobre la muerte y el pecado” o conocidos en numerosos lugares como “Santa Vera Cruz” o “la Canina”, denominados popularmente así por incorporar una figura de la muerte representada en forma de esqueleto o calavera, que encarnaba la derrota que imponía la cruz sobre la muerte. Junto a ella, otra composición alegórica frecuente fue la representación del Niño Jesús a través de múltiples denominaciones (4). Dentro de los pasos alegóricos también existían algunos que servían para incluir en su interior una serie de reliquias relacionadas con la pasión de Cristo. En este sentido destacaba dentro de la procesión de la tarde del Jueves Santo de Ciudad Real, el paso denominado como “La Santa Espina”, hoy desaparecido, y que era un singular paso a modo de custodia realizado completamente de plata en cuyo interior se conservaba según la tradición una espina de la corona de Jesús (5).

 

2. La difusión del modelo del Niño Jesús durante la Contrarreforma.

 

Dentro de las singularidades de la Semana Santa española destaca la presencia de unos pasos con imágenes del Niño Jesús que son una muestra plástica de la compleja religiosidad española. Esta práctica cargada de un fuerte contenido alegórico fue paulatinamente desapareciendo en la mayoría del territorio nacional, siendo pocos los lugares donde se conserva esta singular tradición en la actualidad. Los temas relacionados con la infancia de Cristo adquirieron protagonismo en los años posteriores al Concilio de Trento (1545- 1563), debido al impulso adoctrinador que emanó de la Contrarreforma pro- curando hacer más cercana a los fieles la presencia de Cristo (6). La representación de temas relacionados con la infancia de Jesús no fue una novedad del siglo XVII, ya que existían antecedentes prácticamente desde la aparición de las primeras imágenes religiosas y su representación fue evolucionando a lo largo del tiempo. En el siglo XVII se llegó a un tipo de representación dulcificada con rasgos plenamente infantiles que se difundió notablemente a través de distintas devociones populares (7). A la expansión de sus múltiples representaciones ayudaron un gran número de instituciones, especialmente algunas comunidades religiosas. Una difusión que tuvo en España una gran dimensión pero que también se desarrolló en otros territorios europeos y americanos. Buena parte de estas imágenes infantiles de Cristo estaban destinadas el ámbito conventual, especialmente en comunidades de religiosas, donde llegaban a utilizarse de dote para las novicias o se convirtieron en compañeros de celda (8). También era frecuente encontrar la presencia de estas imágenes en el ámbito doméstico, en capillas de casas particulares, donde la amabilidad del tema dio pie a una amplia difusión (9).

 

Imagen del Niño Jesús que abría la procesión pasionaria de la Parroquia de Santiago

 



Uno de los elementos que ayudó a la amplia difusión de estos modelos iconográficos fueron las cofradías y hermandades del Dulce Nombre de Jesús. Esta devoción tuvo su origen en el siglo XIII en torno al II Concilio de Lyon (1274). Fue la orden de los Dominicos la que se encargó de promover esta devoción con la finalidad de proteger al Señor de blasfemias o profanaciones. No estuvieron solos en esta tarea, ya que se sumaron a ello otras órdenes como los franciscanos y carmelitas (10). Con el paso del tiempo se crearon distintas hermandades bajo esta advocación en numerosos conventos de estas órdenes o en las parroquias más importantes de su territorio. Estas cofradías celebraban sus cultos en dos momentos, por un lado, en torno a la Navidad para conmemorar el

nacimiento de Cristo y por otro en la Semana Santa (11). Las representaciones de imágenes del Dulce Nombre de Jesús han sido muy diversas a lo largo de los siglos. Los franciscanos o carmelitas entendieron el culto al monograma J.H.S., que representaban en estandartes que salían en procesión sin imágenes, pero con el paso del tiempo se impuso la representación de una figura del Niño Jesús bendiciendo (12). El culto apareció en España en 1430, cuando en el convento de San Pablo de Burgos se fundó la primera corporación con el nombre de “Sociedad del Santo Nombre de Dios”. El título de esas hermandades fue evolucionando hasta quedaría fijado en Nombre de Jesús, al igual que el acompañamiento de “Santísimo” se popularizó como el de “Dulce” (13).

 

 

(1) HENARES PAOUE, V. (2008) “Un modelo olvidado. Las imágenes del Niño Jesús que posesionan en la Semana Santa Hispana” en Actas del Congreso Internacional de Cofradías y Hermandades (vol2.), Murcia, Universidad Católica de San Antonio, p. 456.

(2) Ibídem.

(3) Ibídem, 457

(4) Ibídem

(5) T.R.D. (1988) “La Semana Santa en Ciudad Real en los años 1921 y 1922” en Guía Oficial de Semana Santa, Ciudad Real, Edita Asociación de Cofradías de Semana Santa, 64.

(6) FERNÁNDEZ GRACIA, R (1986) "Aspectos de la iconografía barroca andaluza del Niño Jesús", en PELÁEZ DEL ROSAL, M. (Coord. j Conferencias de los Cursos de Verano de la Universidad de Córdoba sobre “El barroco en Andalucía”, Córdoba, Monte de Piedad y Caja de Ahorros, 93-99.

(7) VALDIVIESO, E. (2008) “La Santa Infancia en la pintura barroca sevillana”, en Boletín de la Real academia Sevillana de Buenas Letras. Minervae Baeticae, 36, 9.

(8) ARBETETA, L. (2002) Toledo Oculto. El Arte en las Clausuras. Navidad Oculta II. Los Niños Jesús de las clausuras toledanas, Toledo, Ed. Antonio Pareja, 24.

(9) BARTOLOMÉ GARCÍA, F (2015) “Niños montañesinos en Álava", BIBLID, 5, 47.  

(10) Por la devoción que Santa Teresa profesó por el Niño Jesús.

(11) SANCHEZ RAMON, V (2001)” El Dulce Nombre del Nino Jesús: una devoción popular al santo niño en los ciclos de Navidad y Semana Santa", en Revista Vera Cruz, 18, 6.

(12) Ibídem, 7.

(13) Ibídem.

 

Ramón Vicente Díaz del Campo Martín Mantero. IV Jornadas de Historia de Daimiel 2018


Imagen del Niño Jesús que abría la procesión del Santo Entierro


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