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viernes, 18 de marzo de 2022

LA REORGANIZACIÓN DEL ECCE HOMO EN 1910

 

Imagen publicada en la revista “Vida Manchega” del desaparecido misterio de Federico Zapater la tarde del Jueves Santo de 1918



Ha llegado hasta nuestros días la crónica que, de la Semana Santa de 1903, publicó el periódico local Don Quijote de la Mancha. En ella se hacía una dura aunque justificada crítica a las hermandades de aquella época, a las que exhortaba a modernizarse, reponer sus túnicas y no sacar la mayoría de los pasos, puesto que hacían el ridículo. Mención especial merecieron para el cronista, en el aspecto negativo, las cofradías de la pasionaria de Santiago, cuyos miembros vestían "remendadas túnicas de no sé cuál fue su primitivo color". De entre todos los pasos sólo mencionaba uno, el del Ecce Homo, del que escribía: "De Jesucristo y Pilatos pondré punto en mi boca por no aparecer irreverente. Es de las esculturas más antiestéticas que he visto".

Esta opinión era, a pesar de su crudeza, generalizada, y venía de antiguo, ya que desde algunos años atrás se había recomendado a los párrocos, desde las más altas instancias del Obispado Priorato, retirar del culto las imágenes más desafortunadas, que movían más a la burla que a la devoción.

En el año 1904 se convocó un concurso de curatos vacantes. El joven sacerdote José Antonio León Espadas obtuvo en él la parroquia de Santiago, de la que tomó posesión terminando el año 1905. El nuevo párroco venía de dirigir la de Santa María del Prado como cura ecónomo, cargo para el que había sido nombrado por el Obispo Piñera en octubre de 1901. En aquel destino ya había dado muestras de su inclinación hacía las cofradías, puesto que durante ese periodo, entre otras cosas, se reorganizaron las hermandades del Ave María y el Cristo de la Piedad, mientras que la del Descendimiento adquirió un nuevo paso.

También en 1905 llegó a Ciudad Real el nuevo Obispo Prior, Remigio Gandásegui Gorrochátegui, el cual, según Julián Alonso, la primera vez que vio el paso del Ecce Homo, indignado por la fealdad antiartística de la imagen de Pilatos, de un bastonazo le rompió el dedo índice con el que señalaba al Cristo.

 

 
Hermano del Ecce Homo a principios de los años veinte del siglo pasado

 

En aquel momento, la parroquia de Santiago era la menos adelantada, seguramente por ser la más humilde, en cuanto a la reorganización de sus cofradías, por lo que no resulta descabellado pensar, teniendo en cuenta todo lo anterior, que el nuevo párroco se pusiera pronto manos a la obra, retirando del culto las imágenes menos acertadas, entre ellas el paso del Ecce Homo. Posteriormente se fue trayendo imaginería de nueva factura. En 1908 llegó el grupo escultórico de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Caridad y en 1909 el de la Santa Espina, los dos realizados por Federico Zapater, quien desarrollaba su labor escultórica en tierras valencianas. Ambas cofradías estrenaron además túnicas nuevas.

Para 1910 se pretendía hacer lo mismo con la Hermandad del Ecce Homo. Incluso, el párroco se había puesto ya en contacto con el referido escultor para que tallase el misterio. Sin embargo, el proyecto se frustró por un inesperado suceso. El 22 de febrero de dicho año, José Antonio León Espadas, que contaba cuarenta años de edad, caminaba por la calle Tercia, hoy Cardenal Monescillo, cuando comenzó a sentirse mal. Aunque rápidamente fue atendido en el estanco que había en dicha calle, y trasladado a su cercano domicilio, en la calle Calatrava número 24, el médico sólo pudo certificar su defunción, a causa de un ataque al corazón.

Fallecía de esta manera uno de los principales impulsores de la modernización de la Semana Santa ciudarrealeña en los inicios del siglo XX, dejando inacabada su última tarea emprendida, la reorganización de la Hermandad del Ecce Homo.

Días después, el 3 de marzo, Evaristo Quirós Quirós fue designado para dirigir la parroquia de Santiago, pero apenas tuvo tiempo de desarrollar su labor, ya que el 30 de junio pasó a ser canónigo de la Catedral.


El nuevo misterio Ecce Homo de los talleres de Federico Zapater del año 1911, en el interior de la Parroquia de Santiago



De nuevo el Obispo se veía obligado a nombrar cura ecónomo, lo que hizo el 14 de julio. Esta vez el elegido fue un sacerdote veterano, con mucha experiencia, al que además unían lazos familiares con el párroco fallecido, puesto que era tío suyo. Se trataba de Teodoro Espadas Díez, el cual se hallaba alejado del trabajo diario que durante años desarrolló, ya que había sido ecónomo de Santa María del Prado desde 1886 hasta 1901. Fue sustituido precisamente por su sobrino, aunque durante algún tiempo siguió asignado a dicha parroquia, donde dejó un grato recuerdo entre sus feligreses y también en las cofradías por la ayuda que les había prestado.

Pronto se reemprendió la tarea de reorganizar el Ecce Homo. Con este fin, la tarde del domingo 30 de octubre de 1910 tuvo lugar en la sacristía de Santiago una fructífera reunión, tal como refleja el diario local El Correo Manchego. A ella asistieron los interesados en el proyecto, entre los que figuraba el propio escultor Federico Zapater, al que se encargó la ejecución de un nuevo misterio. Se nombró una comisión formada por José Martín Serrano, José Calvo Rodríguez, Cayetano Bermúdez Capilla, Santiago Velázquez Vera y Jorge García Gill de Almansa, quienes se encargarían de llevar a cabo los primeros trabajos. Uno de ellos fue la celebración de una nueva reunión en el mismo lugar el siguiente domingo, a las tres de la tarde, a la que podría concurrir todo aquel que quisiese formar parte de la reorganizada hermandad.

El lunes 13 de febrero de 1911, el periódico El Pueblo Manchego informaba acerca del nuevo modelo de túnica, elegido en una reunión celebrada ese mismo día a propuesta de José Calvo Rodríguez. Sería de merino color hueso con manga perdida; botones, grecas y capillo de muselina de seda de color eminencia, llevando éste bordado el emblema de la hermandad, consistente en una corona de espinas en oro, en el centro una flor pasionaria con una yedra y atravesando cruzadas dicho campo, las disciplinas y la caña. Se completaría el atuendo con fajín de raso eminencia con dos cintas en el lado izquierdo rematadas en borlas doradas, bota de charol con hebilla de plata y guantes blancos de gamuza.

 

El destruido misterio de Zapater en la puerta de la Parroquia de Santiago



La junta directiva que regía la hermandad en aquellos momentos estaba compuesta por José Gómez Alcázar como primer hermano mayor, José Martín Serrano como segundo, Cayetano Bermúdez Capilla como tesorero y José Calvo Rodríguez como secretario. Una comisión visitaría al Obispo y otras personalidades con el fin de recabar ayudas económicas.

El Viernes de Dolores llegó a Ciudad Real el nuevo paso, que sería armado el Lunes Santo en la parroquia de Santiago por su autor, Federico Zapater, y bendecido la víspera de su primera salida procesional por el Obispo Gandásegui. Su coste sería sufragado en parte por Teodoro Espadas Díez. La forma de portarlo sería por debajo, en lugar de por fuera como entonces era habitual.

Todo estaba preparado para que la cofradía pudiese participar en aquella Semana Santa, en la que se estrenarían además otros tres conjuntos escultóricos, también realizados en Valencia: la Oración en el Huerto y Jesús Caído, de Venancio Marco Roig, y la Enclavación, de José Romero Tena.

El Jueves Santo, 13 de abril de 1911, la Hermandad del Ecce Homo volvía a salir, por fin, a la calle, completando la renovación de la pasionaria de Santiago, que se ponía a la altura del resto de procesiones. Las novedades de aquel entonces se han convertido, con el paso de los años, en señas de identidad de una de las cofradías más antiguas y con una personalidad más marcada de la Semana Santa de Ciudad Real.


Alberto Carnicer Mena. Revista Oficial de la Semana Santa “Ciudad Real Cofrade 2008”

 

Otra imagen del destruido misterio en 1936 por republicanos del Frente Popular en el interior de la Parroquia de Santiago


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