A la actual Ciudad Jardín la llamaban hace muchos años “las casas baratas”. Hoy no sólo ha cambiado su denominación, ya que las viviendas de toda la zona se han revalorizado gracias a su privilegiada ubicación, alejadas del núcleo urbano pero integradas en la ciudad. Sus amplios jardines y sus apetecibles umbrías contribuyen a hacer de estas casas una tentación.
Y a la tentación de vivir en este barrio sucumbieron Dionisio Guijarro Barreda y su mujer, Pilar Panadero Delgado. Sobre un terreno comprado parte a Renfe y cedido, otra parte por los padres de Dionisio, construyeron la casa que habitan desde hace dos años junto a sus tres hijos.
El matrimonio no sabía con exactitud cómo quería que fuera su hogar pero sí llevaban dos ideas claras: la abundancia de maderas y la presencia de balcones. Lo demás fue creación del arquitecto Eduardo Gascón. El trabajo realizado por éste y junto al del aparejador Manuel Villegas y al de Construcciones La Mancha dio un resultado que satisfizo plenamente a la familia Guijarro-Panadero.
Un aire de
frescura y claridad se respira en esta casa que se levanta sobre un terreno de
unos 300 metros cuadrados. A este ambiente de casa de campo contribuyen su
fachada blanca encalada y los balcones y ventanas de madera de pino. Dos
chimeneas se levantan en el tejado, los aleros están recubiertos de la misma
madera de pino de los ventanales.
Pero el foco de atención del exterior de la vivienda es sin duda es el mirador que sobresale de la segunda planta y que constituye el elemento más coqueto. Realzan la estética de la fachada las columnas que rematan ventanas y balcones.
El umbral de la casa está recubierto por puertas y cristaleras quedando como un pequeño porche en el que no faltan las plantas, debilidad de Dionisio Guijarro.
Nada más pasar a la casa se hace evidente la sensación de espacio y sencillez, no hay ni exceso de mobiliario ni de ornamentación, todo está pensado para ser práctico y cómodo sin pretensiones de decoración. Los suelos de toda la planta baja son de gres, lo que da un toque de frescor especialmente en el verano; las paredes son blancas y lisas al igual que los techos y las cortinas. Las paredes se decoran con cuadros de pintores de la tierra, con firmas como Carmen Panadero, Alfonso de la Torre, Manuel Romero o José Ángel Fernández Menor.
El despacho es la primera habitación que se encuentra al entrar, es un lugar pensado para trabajar, las paredes están de arriba abajo cubiertas de estanterías con estructura de obra y estantes de madera, cerca de 4.000 volúmenes componen la biblioteca de Guijarro, un gran aficionado a la lectura. Los muebles del despacho son clásicos, en madera oscura.
Frente al despacho
y ocupando la casi totalidad de la planta baja se encuentra el salón, el
comedor y la salita de estar, separadas las tres piezas por puertas correderas
que cuando permanecen abiertas deja integradas todas las habitaciones creando
gran amplitud y perspectiva y aparecen plenamente independientes cuando se
cierran.
En el salón, la chimenea que alimenta el calor de toda la casa, los muebles son antiguos y la nota de contraste la pone el sofá y los sillones tapizados con estampados claros. Como detalle que resalta en esta parte de la casa la acumulación de mecheros, originales y pintorescos que forman parte de una amplia colección de Dionisio.
El comedor es sobrio y elegante, frente a él la sala de estar, pieza en la que han hecho más derroche de colorido, con cortinajes floreados en vivos colores. En vez de sofás y sillones han introducido un elemento original, unos poyos de obra estilo manchegos que se adaptan a las vistas del jardín contribuyendo al aspecto de casa de campo.
Para completar la planta baja, una cocina con salida al patio trastero y al jardín y aprovechando el hueco de la escalera, un cuarto de baño completo y un trastero que despeja la casa.
Al piso
superior se accede por una escalinata de piedra con barandilla de madera de
pino. Cuatro dormitorios y dos cuartos de baño completos conforman la planta
superior. Los suelos cubiertos con moquetas y como en el resto de la casa todas
las estancias tienen ventanas al exterior. La habitación de los dos chicos,
Luis y Dionisio, es juvenil y espaciosa; la de la chica está más pensada en su
mobiliario y decoración. En el centro de la atención una cama estilo portugués
en madera oscura a juego con el tocador. El armario empotrado ayuda a despejar
el espacio.
La habitación del matrimonio es la más amplia y privilegiada gracias al mirador conectado con ella y que se convierte en una pieza, adosada al dormitorio, acogedora y encantadora. Con una mesita y sillas, abundancia de plantas y con vistas al Parque de Gasset y al jardín, es el rincón favorito del matrimonio.
El dormitorio es un ejemplo del gusto por los muebles de anticuario de la pareja, la cama sumamente original tiene más de 200 años, el comodín imita estilo antiguo aunque de confección más moderna, las mesitas de noche, adosadas a la pared y sin patas son originales a la vez que clásicas. La chimenea añade privacidad e intimidad a esta estancia de la casa.
Aunque de
mobiliario y decoración sencilla el lujo de la vivienda hay que buscarlo en su
ubicación única, en sus vistas y en el jardín que la bordea, en el que se han
plantado rosales, setos de árbol de Júpiter y otros árboles que con el paso del
tiempo harán aún más tentadora a esta casa.
Revista “Bisagra”
Nº 184. Del 28 de junio al 4 de julio de 1991
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