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martes, 15 de julio de 2025

APORTACIONES AL LIBRO HISTORIA DE LA DIPUTACIÓN DE CIUDAD REAL (II)

 



Fue efectivamente el abastecimiento de agua a varios pueblos, la mayoría de corto vecindario que se suministraban de pozos que el verano dejaba sin caudal, una de sus prioridades, así como las reparaciones en la carretera de Villamayor y en caminos vecinales.

Pero la obra principal en este departamento que dirigía el ingeniero Casimiro Coello, fue la construcción del puente sobre el río Bullaque a que antes he hecho referencia.

Cuando García Noblejas tomó posesión de la presidencia se encontró con que solamente se habían construido cuatro pilares del puente, aproximadamente la cuarta parte de la obra, por lo que en reunión con el diputado delegado de Vías y Obras y alcalde de Piedrabuena, Camilo González Martín, y el ingeniero Coello, autor del proyecto, se acordó continuar la construcción.

Así se hizo con la circunstancia de que en el invierno siguiente a su inauguración se produjo un intenso temporal de lluvias que provocó el desbordamiento del Bullaque y que las aguas destruyeran el puente- la puente le llaman en Piedrabuena- de la carretera de Arroba de los Montes y otros pueblos, que quedó cortada durante más de dos meses.

El puente de la Diputación y el carreterín que bordea la Yedra permitieron que esa zona de los Montes no quedara aislada y pudiera salvarse una buena parte de la cosecha de aceituna del término.

En cuanto a los otros dos logros a que hace alusión la «Historia», la plaza de toros de Ciudad Real fue adquirida a la Sociedad de Accionistas propietaria del coso, en febrero de 1953, en condiciones económicas muy ventajosas, que no voy a detallar aquí, pero que no pasaron de los cuatro millones de pesetas incluidas las obras de reconstrucción total, mientras en el inventario de la Diputación de aquella época el inmueble fue valorado en catorce millones.

No fue mal negocio. Y el Castillo de Bolaños, la compra también muy ventajosa, permitió salvar una reliquia histórica, de la que hoy se enorgullece el pueblo de la industriosa villa bolañega.

 



Lo que faltaba por consignar, ahora voy a permitirme hacer referencia de otros logros - perdón por repetir esta palabra-no consignados en el libro y que estimo lo merecían.

Con la colaboración del Ayuntamiento de Valdepeñas, que presidía el también diputado Guillermo Santa María Merlo, la Diputación organizó la I Feria Provincial del Vino, que supuso un acertado anticipo de las que vendrían después y de la que salió el slogan, con referencia a nuestros caldos, del «Vino varón de España».

Importantes mejoras sanitarias y de abastecimiento en los Hospitales, Hogar y Casa Cuna, contando con vaquería propia gracias a los ingresos por las corridas de Beneficencia y del interés que puso en ello el diputado Saíz Moreno.

La creación, en el Hogar Provincial aun en reconstrucción quiero recordar que por quiebra de la empresa constructora, de una Escuela Provincial de sordomudos, a cuyo frente estuvo el profesor Ramón Andrade con la colaboración de otro maestro, José Ros, y permitió que muchachos disminuidos de la capital y pueblos mejorarán notablemente.

La recreación de la Banda Provincial de Música, antaño famosa y ganadora de concursos, que estuvo dirigiendo con acierto el maestro Germán Chacón durante varios años, y hasta el hecho minúsculo en orden a todo lo demás, de pavimentar el pasaje del Instituto y la adquisición de un inmueble en la calle de la Esperanza para mejorar los accesos a la plaza de toros.

No se sí se hará una segunda edición de esta Historia de la Diputación, pero si así fuera brindo al editor estas aportaciones a un periodo de gobierno en la Institución que, con evidente escasez de recursos, estuvo sobrado de amor e interés por las cosas de la provincia. Y claro es que mi oferta no es interesada en lo económico, una vez más.




En 1954 se posesionó de la presidencia otro hombre de leyes, el registrador José Poveda Murcia, que nombrado gobernador civil de Ávila en el 56, le sustituyó un tiempo el alcalde de Puertollano Emilio Caballero, hasta el nombramiento de Daniel Aliseda Vázquez, con el que recuerdo un viaje a Puertollano precisamente para gestionar que los salesianos se hicieran cargo de la dirección del Hogar Provincial; el largo periodo en que otro médico, Alfonso Izarra Rodríguez, obstentó la presidencia, mientras un abogado, José María Aparicio Arce, llegado desde Alcázar de San Juan como su antecesor había venido de Valdepeñas, tras ocupar las respectivas alcaldías, fue Fernando de Juan y Díaz de Lope Díaz, manzanareño de pro, el que permaneció más tiempo en la presidencia de la Corporación y al que le cupo el acierto, proseguido por Miguel Sánchez Maroto, de construir el nuevo Hospital del Carmen, que tuvieron un magnífico colaborador en el diputado Ramón Pérez Caballero.

Ya en la transición al últimamente citado, le siguió Eloy Sancho García - antes había sido alcalde de la capital- por el partido de UCD y después, ya con el PSOE, Francisco Javier Martín del Burgo Simarro, de cuyo padre fui buen amigo, el también socialista Francisco Ureña, el popular Jesús Garrido, hasta el actual Nemesio de Lara. Lástima que no haya espacio para comentar su gestión, aunque por reciente es más conocida. Y para cerrar, un último detalle. Los libros de la categoría del que me he venido ocupando hay que procurar que no tengan erratas materiales.

En realidad la reiteración la hace más lamentable. Entre los diputados de la época de la «Dictablanda» del general Miguel Primo de Rivera lo fue varios años el que ya en la década de los treinta sería un querido compañero en el periódico «El Pueblo Manchego»: Ponciano Montero Ramírez, que además de acreditado crítico taurino era un maestro en tratar los temas de la ciudad, línea en la que yo le seguiría después.

Pues bien, en dos ocasiones - páginas 212 y 216- le abrevian el nombre y la llaman Pondo Montero. Pondo fue Pílato, el gobernador romano. Y hasta otra, lector.

Cecilio López Pastor. La Tribuna de Ciudad Real viernes 24 de diciembre de 1999



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