No se trata de nostalgia el recordar las feria y fiestas de aquellos años. Si acaso por la edad perdida, aunque realmente tampoco. Hemos hecho lo que teníamos que hacer, y es ley de vida adquirir la madurez que ahora poseemos; madurez importante y necesaria en la actividad que cada uno desempeña. Creo que mis amigos de aquellos días estarán de acuerdo en lo que digo.
La juventud, sólo por serla, no es tan importante en aspectos intelectuales. La reflexión, la madurez de pensamiento llega con los años, como el vino o el amor. Si, el amor. Que no se extrañe nadie. El tiempo se lo irá enseñando. Es cuestión de esperar.
Aquellas ferias y fiestas, cuando el Real
era todo el Parque, inundado de casetas, atracciones y poco más, carecían de
cierto tono cultural y estético que, hoy, se ve como lo más natural. Recordamos
aquellos festejos ciclistas, carreras alrededor de Ciudad Real, sobre los
adoquines de la Ronda, que nos deleitábamos con los «sprintes» clásicos de
Pepea, corredor de purísimo estilo, poeta de la, bicicleta, triunfador en
tantas vueltas, que puso en alto el pabellón manchego por tierras jienenses; o
con aquellas «carreras de sacos» y cintas, o de lentitud, globos ... y los
consabidos carruseles. Luego, el baile en la «Ferroviaria» y en la
"Talaverana». Acaso alguna interpretación mañanera de la Banda Municipal,
bajo la batuta del inolvidable Ruyra.
Hoy son otros los tiempos y los hechos. El tono cultural y estético es, notablemente, más elevado. Ni siquiera podría enumerar los acontecimientos de las ferias de hoy. Ciudad Real posee un altar para la música clásica en su Conservatorio; las raíces de nuestra ancestral cultura asoman por doquier, desde el grupo folklórico de cantos y bailes hasta ese grupo tan añejo y tan querido por mí, como es el grupo "Mazantini", ofreciéndonos; a la vez, la oportunidad de conocer otras culturas en nuestra ciudad. Literatura, poesía, cantos y bailes, teatros ... Un recinto impensable, un magnífico auditorio. En fin, un vuelco en la historia local de la ciudad.
Desde los niños a los mayores todos pueden solazarse en lo que más les guste. El resurgir del "Pandorga», la limoná y el “puñao”, un verdadero abanico de posibilidades, y todas respetando los jardines de nuestro Parque, ese medio pulmón con nostalgia de atardeceres.
Quizá éramos más felices, pero, sin duda alguna, porque a la vida le pedíamos mucho y a esa edad la vida no se atreve a negarlo por no herir. Hoy le mendigamos lo justo, lo que puede darnos. Porque esto de la felicidad, como todo en el mundo, es relativo. Nunca da más de lo que se le pide. A veces menos. Y hay que saber pedirle lo que está en sus manos. Y no la verdad, -sí, amigo Raúl Carbonell- no siento nostalgia por lo anterior, al menos por todo lo anterior. Lo cierto es que, hoy, las ferias y fiestas de Ciudad Real poseen un tono vital, lúdico y cultural que nunca hubiéramos pensado. Y es que esto de la democracia, la diversidad de opiniones, de puntos de vista, enriquecen, ayudan a caminar apoyándose unos en otros, cama, debe ser. ¿No te parece, amigo Selas? Tú sabes dé esto. Bueno, tú y tantas y tantas personas valiosas -no puedo olvidar a Javier Naharro como te rodean.
Sí que alguna nostalgia me acosa. La de no poder escaparme estos días hacia nuestra, capital, pero vendrán otros y pasearé sus calles y tomaré unas copas con los amigos, o veré a tantos familiares a los que debo un abrazo -Tere, Aurelia, Carmen, Toñete, Manola y Félix, Jacinto, Manolo…-. Por hoy ya está bien. Hasta mañana, Dios, si el tiempo quiere.
Francisco Mena Cantero. Diario “Lanza”
24 de agosto de 1989
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