Ayer la Biblioteca Pública del Estado, acogió
a partir de las 20.00 horas, con la presencia del presidente de la Diputación Provincial,
Nemesio de Lara, la presentación del libro: “Historia de la calle Pozo Dulce
(años 50-60).
Escrito por el ciudadrealeño Agustín
Jiménez Cano, técnico de electrificaciones ferroviarias de Adif, el libro es un
recorrido histórico y sentimental por la memoria de los habitantes de una única
calle de nuestra ciudad, un camino casi de paso entre el centro y la estación
de autobuses y en la que a través de un libro ha querido contar las vidas de
sus protagonistas.
En las 450 páginas en las que se
desarrolla este trabajo se incluyen las costumbres, los juegos, los personajes
populares, las profesiones y hasta las principales referencias de las calles
colindantes, pero lo que hace diferente este trabajo es que también se incluye
la historia personal de 36 familias que habitaron en sus casas, así como la
descripción de cada una de las viviendas a ambos lados de la calle.
Otro apartado refiere edificios
destacados de las proximidades, como el palacete de la Cruz Roja, que se
encontraba en la Ronda de Ciruela o el economato de la Renfe. La obra es una
evocación de la antigua apariencia de una vía de pavimento empedrado, por la
que «casi no pasaban coches» y en la que los chavales jugaban en la misma
calle. De esta forma, la relación de juegos que se incluyen en sus páginas es
apabullante y en tres capítulos, uno para los de los niños, otro para las niñas
y el tercero para aquellos que no carecían de género o que en cualquier caso
podían jugar ambos.
Del mismo modo, están presentes los
oficios ambulantes y personajes prototípicos de Ciudad Real de entonces que no
sólo estaban presentes en la calle Pozo Dulce, sino en todos los barrios. El
trabajo se erige así en una copiosa y valiosa recopilación etnográfica y
costumbrista, ya que se recogen infinidad de juegos infantiles y juveniles,
personajes que ya han desaparecido, como el mielero, el alcahuetero, el
piconero, el sereno etc. Y también figuras entrañables que se recuerdan con
nostalgia como “Farruco” el pícaro mendigo.
El libro también recuerda el cambio de
nombre que tuvo la calle entre 1931 y 1939, cuando pasó a denominarse calle de
Antonio Zozaya, en homenaje a un escritor y periodista de tendencia liberal que
aún vivía por aquel entonces. Jiménez confiesa que ha rastreado el archivo
municipal en busca del acuerdo por el que se procedió a esta modificación, sin
llegar a tener éxito, «pero si encontré el censo de 1935 en el que ya figuraba
como Antonio Zozaya».
El origen de esta obra está en dos
reuniones de antiguos vecinos de la calle Pozo Dulce, que tuvieron lugar en abril
de 2013 y en mayo del presente año y en los que se reunieron más de 60 en
personas, que en la mayoría de los casos vivieron su infancia entre los años 50
y 60.
La calle Pozo Dulce es la primera que ha
materializado en un libro singular su historia, animando el autor a que otras
calles de la capital o provincia sigan el ejemplo de esta emblemática calle.
Los niños/as de la calle Pozo Dulce de los años 50-60, en quien se ha basado el autor para realizar la obra
El presidente de la Diputación, Nemesio
de Lara, evocó durante la presentación la fraternidad y la confianza vecinal de
otros tiempos en el acto de presentación de la obra, un libro que ha prologado
por deseo expreso de su autor, Manuel Jiménez, quien agradeció su presencia. De
Lara manifestó que se trata de un libro que evidencia un esfuerzo ímprobo por
parte de Jiménez, que ha realizado sirviéndose de los testimonios de los
protagonistas una gran tarea de investigación y recopilación "por
satisfacción personal y para dar satisfacción a otros". Ha destacado,
asimismo, la gran cantidad de protagonistas que tiene el libro construido en
torno a una calle con personalidad y vida propia donde el destino quiso unirlos
hace algo más de medio siglo.
Ve el presidente de la Diputación en
"Historia de la calle Pozo Dulce" un canto a la amistad, a la
infancia y a la adolescencia. Y considera un hecho hermoso apelar al sentido
gregario, de pertenencia a algo, en tiempos de segregación y de individualismo
rampante.
"Saberte socorrido por un vecino en
momento de necesidad, compartir con él un rato de conversación al fresco de la
noche de verano con el botijo al lado, saludar a la gente por su nombre,
preguntar por la familia, no pueden ser puros valores románticos, entrañables,
que se evocan con añoranza o melancolía", ha dicho De Lara para añadir
seguidamente que "deberían ser hábitos que nos llevaran a reconquistar girones
de existencia que se nos fueron quedando enganchados en las esquinas de
nuestros transcurrir vital y que contribuyeran a rehumanizarnos, a devolvernos
autenticidad individual y colectiva".
En unos tiempos marcados por el móvil, la televisión y el
infinito poder de las máquinas, De Lara califica de magnífica la idea de que
quienes fueron vecinos se abracen y editen un libro ligado a su calle, a su
niñez y a sus recuerdos, porque es "la historia de vuestras
historias".
Aseguró que ha pasado ratos muy
agradables leyendo la obra, que le ha hecho recordar a su padre, "también
practicante como Manolita", sus partidos de fútbol, sus juegos, sus
tebeos, etc. Por eso considera que "Historia de la calle Pozo Dulce"
constituye un entrañable relato preñado de ternura que hace reír, sonreír y
también "echar alguna lagrimilla" con sus anécdotas.
El presidente de la Diputación concluyó
diciendo que "si vuestros encuentros, si el hermoso pretexto de este
libro, además de disfrutar, os ha servido para aprender de nuevo, para
perfeccionaros como personas, para entender que lo hermoso, lo grande, se
encuentra casi siempre en lo sencillo, en el alma infantil que llevamos en
nuestra inseparable mochila vital, habréis triunfado completamente".
Un
momento de la presentación del libro ayer en la Biblioteca Pública del Estado
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