El
antiguo paso subterráneo del Larache visto desde la calle Tetuán. Al fondo
podemos ver todavía antiguas edificaciones en la Ronda de Ciruela
Para acceder a la barriada del Larache
hasta el año 1985, los mil y pico
vecinos que en aquellos años vivían en la misma, tenían que cruzar el sistema
de vías férreas de la entonces estación de Renfe que se encontraba en la Ronda
de Ciruela, con el peligro que de ello derivaba. Estos vecinos habían solicitado
en reiteradas veces la construcción de un paso subterráneo que uniera la
barriada, entonces separada del resto de la ciudad por las vías del
ferrocarril, con el centro de la ciudad. Pero esta solicitud realizada desde la
fundación de la barriada en los años veinte del pasado siglo XX, no fue realidad
hasta el año 1984 que fue terminado el paso subterráneo entre la calle Pozo
Dulce en su parte alta y la calle Tetuán, cuyas obras comenzaron en febrero de
1983.
La ejecución de la obra la realizó el
Ministerio de Transportes a través de su Dirección General de Infraestructura,
siendo bastante complicada, pues se realizó por fases en su primer tramo –la Ronda-
para no impedir el tránsito rodado por la misma, se añadió el cruce de las vías
en un lugar estratégico por estar el mismo enclavado el sistema de cambio de agujas
que tuvo que ser trasladado para evitar complicaciones y problemas. Otro
impedimento que hubo de salvar fue la estructura del suelo que era más duro de
lo que en un principio se esperaba. Una vez terminado el paso subterráneo que
ejecutó la empresa Agromán con un coste aproximado de 70 millones de pesetas,
el Ayuntamiento realizó unas obras complementarias que comprendieron la
urbanización de la entrada y la salida, ajardinamiento y embellecimiento en la
calle Tetuán y la iluminación no solamente de las bocas sino del entorno, por
un importe de 17 millones de pesetas.
Parte
alta de la calle Pozo Dulce, lugar por donde el
paso subterráneo unía el centro de la ciudad y la barriada del Larache
La altura del túnel construido fue de 4,5 metros, lo que permitía
el tránsito de vecinos a través de un acerado y de vehículos medios, autobuses,
camiones de reparto, etc.. por la calzada, evitando a los vecinos de la
barriada la gran vuelta que debían de dar por la carretera de Calzada hasta la
bifurcación, uno de cuyos ramales conducía al barrio, es decir que los vecinos
del Larache tenían que dar una vuelta de seis kilómetros para llegar al centro
de la ciudad con su vehículo, y con la inauguración de este paso subterráneo lo
hacían en línea recta en menos de 500 metros.
El paso subterráneo de la calle Pozo
Dulce cobró también importancia al comunicar el centro de la ciudad con la estación
de autobuses y el polígono industrial del Larache que se inaugurarían
posteriormente. Años más tarde con el traslado de la estación de Renfe a sus
actuales instalaciones del AVE y la urbanización de los terrenos ferroviarios, el
paso subterráneo fue cegado.
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