Así
se conservó el interior de la iglesia del monasterio de las Madres Carmelitas
de Ciudad Real hasta el año 1936, que fue destruido al inicio de la Guerra
Civil Española. El lienzo es obra del pintor ciudadrealeño, Ángel Andrade Blázquez
pintado en el año 1917
Las primeras monjas que ocuparon el
Monasterio de San Antonio Abad y Santa Isabel de las Madres Carmelitas
Descalzas de Ciudad Real en 1596, evocaron el periodo fundacional y de la
reforma llevada a cabo por Santa Teresa; y por haber conocido y convivido con
la santa Madre, como prefieren llamar a Santa Teresa sus hijas, pueden ser
denominadas como confundadoras o correformadoras. La primera priora de este
monasterio, M. María de Jesús, venida de Toledo para fundar entronca al
monasterio con el de Toledo, la 5ª fundación de Santa Teresa (14 de mayo,
1569), a una distancia de sólo 25 años de la fundación del monasterio de Ciudad
Real (1596). En Toledo conoció María de Jesús a Santa Teresa cuando ésta había
alcanzado los 54 años de edad; y convivió en el convento de Toledo con otra
monja coetánea de Santa Teresa, la Beata María de Jesús (María López de Rivas)
que ingresó en el convento de Toledo, a primeros de agosto de 1577 y murió en
este monasterio en 1640. Desde el convento mantuvo correspondencia con doña
Luisa de Lara (Condesa de Paredes) quien posteriormente ingresaría de monja no
en el convento de Toledo, a pesar de haber sido admitida, sino en Malagón el 15
de marzo de 1648. Trato epistolar entre condesa y monja, base de la información
ascética y mística que llevaría a la condesa al monasterio de Malagón,
conservándose 25 cartas (31 de mayo de 1631 al 30 de mayo de 1648) en el
archivo conventual de San José de Malagón.
El enlace del monasterio de Ciudad Real
con Malagón, tercera fundación de Santa Teresa (11 de abril, 1568) y el periodo
fundacional le viene por la primera subpriora de Ciudad Real, Lucía de San
José. En los primeros días de febrero de 1575 Santa Teresa, que había cumplido
los 60 años de edad, llego a Malagón para preparar y desde allí partir para la
10ª fundación en Beas de Segura (24 de febrero de 1575). De Villarrubia de los
Ojos, acudieron el clérigo presbítero Gregorio Martínez (Gregorio Nacianceno
como consta en el acta de profesión como carmelita descalzo) con sus dos
hermanas: Catalina, que tomó luego el hábito y Lucía, más niña, invitada por la
Madre Teresa a ir con las fundadoras a Beas para recibirla allí de monja sin
dote. Invito igualmente al hermano sacerdote, a quien daría también el hábito
de descalzo en Beas y lo llevaría luego al noviciado de Sevilla. Esta religiosa
fue una de las que cantaron a San Juan de la Cruz cuando fue a visitarlas al
salir de la cárcel de Toledo la célebre coplilla: “Quien no sabe de penas –en
este valle de dolores- no sabe de buenas ni ha gustado de amores –que penas es
el trabajo de amadores”. Por la ejemplaridad de sus virtudes mereció ser
escogida por la M. Ana de Jesús, delegada por Santa Teresa y, acompañada de San
Juan de la Cruz para la última fundación de Granada (20 de enero de 1582). De
aquí pasó a Málaga (1585) y por último a la Ciudad Real (11-2-1596) como
subpriora. Ocupó los cargos más tarde de priora y maestra de novicias. Murió el
año 1614.
Bibliografía: “San Juan de
Ávila, Doctor de la Iglesia. La Reforma Católica y Santos Reformadores de
Ciudad Real”, de Francisco del Campo Real. Instituto de Estudios Manchegos, n.
89, año 2012.
La
sagrada Familia oleo sobre lienzo del siglo XX que se encuentra en la iglesia
del monasterio
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