El
antiguo cementerio medieval en la Parroquia de San Pedro se encontraba delante
de la puerta del Sol y que actualmente son los jardines que hay delante de la
parroquia por la calle General Rey
El 3 de abril de 1787 una Real Cédula
del rey Carlos III, ordena que los cementerios del interior de villas y
ciudades se ubiquen fuera de las poblaciones, aunque no será hasta 1804 cuando
el ministro Godoy por medio de una circular dictaminaba la prohibición de
enterrar en las iglesias. La distancia de cementerio a población debía de
superar los dos kilómetros si la localidad sobrepasaba los 20.000 habitantes,
el kilómetro si más de 5.000, y los 500 metros si la población no llegaba a
esos metros de trayecto. Nuestra ciudad arrojaba la cantidad de 9.300
habitantes en la década de 1830-1840. Para entonces el Cementerio Municipal de
Ciudad Real, ya permitía sepultar desde 1834, los restos mortales de sus
vecinos,
No obstante, nuestro Concejo había
permanecido ignorando la orden de levantar camposanto propio por espacio de
casi medio siglo, si bien al fin fue edificado a costa del vecindario y de las
fábricas parroquiales, en las proporciones especificadas según consta grabado
en una placa de piedra abandonada en el interior de nuestro camposanto (apoyada
en la parte del muro interior izquierdo de entrada). Hasta entonces los
cementerios parroquiales, se ubicaban adosados a los respectivos templos de
Santa María del Prado, San Pedro Apóstol y Santiago, sepultándose también en
conventos y ermitas y conventos de nuestra ciudad, especialmente a nobles y
pudientes, y para casos de emergencias, desde los tiempos medievales. En
efecto, sabemos que en San Lázaro, ermita cerca de la Cruz de los Casados,
extramuros de Puerta de Alarcos, fue sepultado Esteban Mosti, militar de
Guardias Nacionales españoles, asesinado a las mismas puertas de Ayuntamiento,
acusado de traidor en 1808.
También, en una nota cosida a un ms. y
depositado en los fondos de la Casa de Cultura de C. Real, nos informa del hallazgo en 1626, de los
restos de la reina Doña Leonor, mujer de Fernando de Portugal, sepultada en un
nicho abierto en un muro de la vieja iglesia conventual de La Merced. Nada de
esto nos ha de extrañar, ya que la reina Doña Beatriz de Castilla su madre,
esposa de D. Juan I, disfrutó del señorío de Ciudad Real y fue fundadora del
dicho convento en 1384. Otro famoso enterramiento—que hoy podemos admirar—cosa
rarísima en Ciudad Real, donde apenas se ha conservado nada de interés histórico
para desgracia nuestra. Se trata de la capilla de D. Fernando de Coca, en la
iglesia de San Pedro, con la figura yacente del dicho religioso, chantre de
Coria y canónigo de Sigüenza.
El
antiguo cementerio medieval en la Parroquia de Santa María del Prado, actual Catedral,
se encontraba en la calle Azucena y ocupaba todo lo que actualmente son las
cocheras y acera del recinto catedralicio
La casa de los Pérez Chinchilla poseía
también sepulcro propio junto al artístico camarín de la Virgen de la Guía de
dicha parroquia. Se atribuye a la casa de los Villalobos, a este contexto, la
fundación de la iglesia del convento-hospital de San Antón, en el cual en su
iglesia conventual poseían sus fundadores su sepulcro. Y en el
convento-hospital de San Juan de Dios, también estuvo sepultado A. de Torres,
uno de sus fundadores, que por el año de 1842, aun podía contemplarse una
lápida del personaje sobre el pavimento. Sabemos que estos y otros muchos
enterramientos de Ciudad Real proliferaban en edificios religiosos, es decir,
iglesias, ermitas y conventos. Pero al llegar el primer tercio del siglo XIX,
como apuntamos antes, se comienza desterrando la muerte hacia las afueras de
las ciudades. Esta circunstancia sirvió de excusa en Ciudad Real para enterrar
a los difuntos fuera de la muralla histórica medieval. Así en los años 1855 y
1885, cuando Ciudad Real, fue invadido en ese espacio de tres décadas por el
cólera morbo asiático, originando centenares de fallecimientos que sepultaron
en fosas comunes. Pero en siglos anteriores, es decir, cuando Alfonso X fundaba
Villa-Real en 1255, ya existía un famoso cementerio judío, que luego la aludida
reina Doña Beatriz donaba, en 1412, a Juan Alfonso, su mayordomo y escribano,
quien lo enajenaba al siguiente año a tres cofradías formadas por judíos
conversos o "marranos" de Villa Real. El lugar lo ocupó dicho
"osario", extramuros de la ciudad, entre los caminos de Puerta de la
Mata y de Calatrava. La población judía de Ciudad Real fue numerosísima hasta
el siglo XVII.
A comienzos de 1953, fue descubierta
otra necrópolis en la cantera de cal llamada de "Cañizares", cerca
del dicho lugar del fosario hebreo, encontrando debajo de una delgada capa de
tierra, vasijas y orzas de barro conteniendo restos de cadáveres incinerados.
Se trataba, según los entendidos de un asentamiento local de origen ibérico.
José
Golderos Vicario
Estela
funeraria judía encontrada en la iglesia de Santiago durante su restauración en
los años ochenta del pasado siglo XX
No hay comentarios:
Publicar un comentario