Varios
estudiantes miden el túmulo “príncipesco” hallado en la necrópolis de Alarcos
El pasado año 2013 se descubrió en
Alarcos una necrópolis ibérica por casualidad, a causa de las obras que se
estaban realizando por la zona para instalar un colector de agua. Esta
necrópolis fue excavada por los alumnos de la Universidad de Castilla-La Mancha,
a las órdenes de la profesora Rosario García, donde encontraron vestigios de
seis túmulos, un enterramiento con urna y una falcata. El hallazgo de la falcata,
una espada que utilizaba esta civilización, les puso sobre aviso de lo que días
después descubrieron: la existencia de una de las necrópolis del asentamiento
íbero más importantes de la meseta oriental. «Alarcos es de los yacimientos más
importantes del mundo íbero porque es de los más grandes que se conservan, y
nos hacía falta saber donde estaba la necrópolis para saber más sobre este
pueblo», explica García.
La falcata encontrada, una espada parecida
a las que utilizaban los «moros», recuerda el arqueólogo Pepe Messeguer, «era
terrible porque con un solo movimiento cortaba la cabeza entera». Esta
descripción atroz se basa en las características de la misma: la hoja es curva
y muy afilada. El hallazgo de esta falcata en la necrópolis vislumbra, según
García, que pertenecía a un guerrero. Después de su restauración descubrieron
hilos de plata a modo de ornamento tanto en la empuñadura como en la hoja del
arma. «Eso dice mucho del enterrado: que el arma no solo era de un guerrero,
sino de una persona importante en la sociedad, con un poder adquisitivo alto e
influyente en el plano político y social», descifra Messeguer.
El hecho de que no tenga signos de haber
sido usado en la guerra hace pensar, según la profesora de la UCLM, que
simplemente sea una posesión «de prestigio porque no es muy útil para la
guerra», a tenor de los ornamentos en plata que posee. En estos momentos, la
falcata está en una vitrina preferencial del Museo Provincial.
A raíz de este descubrimiento, se
decidió excavar en la misma zona, con las limitaciones que conlleva la
situación de las obras del colector, que deja poco espacio a los alumnos a
abrir el círculo de la necrópolis.
Este cementerio íbero confirma la importancia
de un poblado que pervivió en la zona durante algo más de 500 años, entre los
siglos V a.c. y el siglo III. Esta podría ser el tercer vestigio de la
existencia de una importante necrópolis perteneciente a Alarcos, si se cuentan
los restos hallados hace 20 años cerca de la ladera del cerro y una efigie
encontrada en los años 60 «fuera de contexto, pues no había una necrópolis
cerca», matiza García. «Como eran emplazamientos secretos por la categoría de
sagrados, es difícil hallarlas»; dice Messeguer, que sin embargo destaca las
encontradas en Albacete, más numerosas y en mejor estado que las
ciudadrealeñas.
Dos metros abajo, los alumnos de la UCLM
han vislumbrado la jerarquía de clases que siempre ha existido, escenificada en
el tipo de tumba que cada cual tenía. «Hay cubriciones como este túmulo que es
escalonado, que estaban destinados a las personas más importantes», señala
Rosario García. Debajo de las amplias piedras en forma de escalera descubiertas,
y que pueden observarse en la fotografía de esta página, no han encontrado los
restos del fallecido, que podría haber sido un «príncipe íbero». La superficie
de su tumba hace pensar que encima de la misma hubo una escultura dedicada a su
figura, y que podría estar entre los enseres descubiertos a lo largo de las
últimas décadas por la zona.
El ritual mortuorio que utilizan los iberos era la incineración; quemaban el cadáver en un ustrinium, una pira funeraria destinada a tal fin, para después recoger las cenizas en una urna y enterrarlo bajo las piedras que indicaban su posición en la sociedad. Lo hacían junto al ajuar personal y enseres más importantes del fallecido. «Lo depositaban en un hoyo y a veces se construía una cubrición del enterramiento», detalla la profesora García.
Al lado del túmulo escalonado donde
excavaron los jóvenes, hay otros más pequeños dibujados por una hilera de
piedras en forma de círculo, que podrían pertenecer a personas de menor rango
social. Después de quitar la tierra que rodeaba al que está al lado del túmulo
escalonado, los estudiantes no hallaron ningún enser, lo que hace pensar que
quizá pudo ser esquilmado en otras épocas. Sin embargo también es común
encontrarse con urnas sin piedras ni señales que indiquen que los restos están
allí. Y hay otros restos, añade García, que «una vez excavados, ya no hay
restos».
El interés suscitado por descubrir la
historia de los íberos en la comarca viene dado porque «hasta ahora es uno de
los periodos más desconocidos», apunta la profesora de la UCLM. «Como en
Alarcos tiene la ocupación medieval por encima hace que la mayor parte de los
trabajos se hayan dedicado a este período porque está más en la superficie, y
no al íbero», explica García. Pero, «queda mucho por hacer», dice.
«Hasta el momento se ha descubierto un
almacén de grano en el opidum que denota la importancia de Alarcos como el
centro de otros poblados más pequeños, lo que hace pensar en la importante masa
poblacional que había aquí». Los historiadores dicen que pudo haber una ciudad
que reuniera a 3.000 habitantes en la época de máximo esplendor.
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