El descuido de las autoridades, la
ignorancia común y el indomable afán del lucro, colabora con los siglos en esta
triste tierra, para que los grandes monumentos históricos se hundan y desaparezcan.
Vanamente se ha intentado el padrón general de las obras de arte, que en toda
la Península española acreditan grandezas pretéritas. Esta es la hora en que no
sabemos casi nada del tesoro augusto de las viejas magnificencias. Un arco
romano que evoca la fama del Emperador, es desmontado para que las piedras sean
la base de una casa del cacique. Puentes sobre los que pasaron las falanges de
Pompeyo se hunden en el abandono. Fragmentos de la vía militar romana, que hace
pocos años se conservan íntegros, han sido deshechos, con fines de vil y
sórdido interés. Y con decir que la Alhambra amenaza ruina, sin que esta
noticia produzca entre los ciudadanos vivísima emoción defensiva y reparadora,
será inútil todo comentario.
Existe en Ciudad Real una puerta famosa.
El interés de conservarla está en que es uno de los pocos residuos de la
arquitectura militar del siglo XIII. Es la puerta que se llama Toledo. Fue construida
hacia el año 1255, en que Alfonso X, el Sabio, fundó “la grande e bona villa de
Villa Real (hoy Ciudad Real)”. Ella amenaza con la desaparición. En 1891,
cuando la Hacienda vendió las murallas de la ciudad, con los parajes á ella
colindantes, se libró de la venta ese monumento por el clamoreo del pueblo. No
así los terrenos que la circundan. Un particular compró los del exterior y la
parte de muralla que está unida a la puerta, y estableció allí unas charcas que
se llenan de agua en los días de invierno, y que, al helarse, sirven de base á
un negocio frigorífico. Esas charcas invaden con su humedad los viejos muros y
el arco solemne, bajo el que pasaron en son de victoria y de lucha los Monarcas
conquistadores y restauradores. La Comisión Provincial de Monumentos, las
Sociedades culturales y la Prensa de Ciudad Real, han protestado en diferentes
ocasiones; pero hasta el presente nada se ha conseguido del Estado, cuando por
una expropiación de poco coste pudiera evitarse la vergüenza del hundimiento.
El olvido de estas majestades de lo que fue,
que constaban en muros, alcázares y templos, va arrasando el esfuerzo
gigantesco de las generaciones prístinas, las que fundaron á España, las que la
engrandecieron. Sin referirnos á otra comarca que á está de qué se habla ahora,
habrá que recordar que Calatrava la Vieja, baluarte en otro tiempo de la preclara
Orden militar, ya no existe. Calatrava la Nueva apenas si es recordable por
unos paredones, cierta ruina de la Torre del Homenaje y los fragmentos de la
iglesia. Del célebre Castillo de Salvatierra sólo hay montones informes de
sillares mal trabados. Y del arco, recuerdo de la antigua población romana
Laxcuris, que tantos años hace que está pidiendo á voces la investigación arqueológica,
pronto se perderá todo rastro, porque las ruinas se han convertido en criaderos
de conejos. No es de creer que los activos roedores tengan más amor á su
inesperada vivienda que el que los españoles sienten por las memorandas construcciones.
La Puerta de Toledo que aquí se
representa en grabado, ha sido calificada por la Real Academia de la Historia
en doctísimo dictamen, que acredita con su firma el ilustre secretario de esa
Corporación, Excmo. Sr. D. Juan Pérez de Guzmán y Gallo, como obra en que se
muestra el consorcio y la fusión del arte cristiano con el árabe. Esa puerta se
hizo bajo las inmediatas órdenes del Monarca, y á sus expensas.
Muchos sucesos inolvidables ocurrieron
frente á ella. Fuese ignominia el desatender los justos requerimientos del
vecindario de Ciudad Real. Por eso llamamos la atención del señor ministro de
Instrucción Pública para que tienda su mano protectora sobre esa ruina, que aún
se mantiene en pie luchando con enemigos más fieros que aquellos otros de la
fecha de su origen: con la barbarie ambiente, con el desprecio que ahora tienen
todos para cuanto significa gloria del ayer.
El delegado Regio de Bellas Artes en
Ciudad Real, que lo es el catedrático de Literatura de aquel instituto, Sr. D.
José Balcázar y Sabariegos, se ha dirigido al señor ministro recabando su
atención para la Puerta de Toledo. Recientemente se ha caído una piedra de la plementaria
de su bóveda gótica que cubre el primer tramo; dicha piedra estaba junto al
rosetón ó clave, que es el punto de cruce de los nervios diagonales, y es
urgente su reposición para evitar el total desmoronamiento del edificio. Y
añade el dictamen del delegado regio consejos prudentísimos, con los que
inmediatamente se evitaría el morir de la abuela de las puertas de las ciudades
españolas. Aún recuerdo yo el discurso que pronunció en Ciudad Real, en el año
1879, el insigne D. Segismundo Moret, con ocasión de inaugurarse la línea férrea
de Ciudad Real á Badajoz, acto presidido por el Rey Don Alfonso XII. Y aquel
gran artista, el de la elocuencia inmarcesible, describía la entrada de las
tropas victoriosas de la Reconquista por el arco de esta puerta, reliquia que
debe ser imperecedera si es que aún quedan aquí hombres que amen lo que fué.
J.
ORTEGA MUNILLA (Artículo publicado en la revista “La Esfera Ilustración Mundial”, Año VII Número 323, 13 marzo 1920, página 20)
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