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miércoles, 25 de febrero de 2015

LA PUERTA DE TOLEDO



Ciudad Real, que ha perdido referentes importantes de su arquitectura de otros tiempos, tiene pocos edificios que la identifiquen y que sean referencias de su historia. Probablemente pocos elementos, dentro de su sencillez, son iconos de la ciudad como la Puerta de Toledo. Un resto del recinto amurallado que definía un acceso fundamental como era el camino hacia Toledo.

Referencias gráficas

El Plano de Coello que dibujaba la muralla casi íntegra marcaba la ubicación de las puertas de salida de la ciudad. Y a finales del siglo XIX o principios del XX un fotógrafo excepcional como Laurent realizaba una fotografía de la Puerta de Toledo en la que existían lienzos de muralla a ambos lados con sus culminaciones almenadas que indicaban que esa era su altura total. Una vivienda en el lateral derecho daba cuenta de cómo las viviendas humildes aprovecharon el lienzo de la muralla para construir sus residencias de gran sencillez y austeridad. Sobre el nivel de la fábrica de piedra de la puerta, una ligera elevación de mampostería de peor calidad, sube apenas cincuenta centímetros apoyándose, sin elementos intermedios sobre las piedras de los lienzos inferiores.

Aunque la calidad de la fotografía sea peor, ciertamente, la imagen que ilustraba el periódico Vida Manchega en su número 13, de 1915, es la que explica mejor el sentido de este elemento arquitectónico. En una imagen en blanco y negro con el cielo del fondo coloreado en un azul continuo, la fotografía presenta la puerta centrada marcando el camino que se aleja en dirección a Toledo. El pavimento humilde, empedrado, con bandas que marcan el camino central y los laterales subraya este carácter de paso del conjunto de la puerta. Una mujer en su lado derecho sentada en una silla da la escala humana del conjunto construido. En su parte derecha un rótulo que explica el control que se establecía en este paso: Arbitrio sobre las carnes. Y en el  pie de foto el texto: La Puerta de Toledo, declarada recientemente Monumento Nacional.

Las fotografías de Lothy presentan los lienzos de muralla laterales, ya deteriorados, con menor altura y sin elementos de viviendas ni construcciones adosadas a la muralla. Como símbolo de la modernidad, el surtidor de gasolina en uno de sus lados indica nuevas formas de recorrer los viejos caminos empedrados. Documentos que nos dan idea de cómo era este elemento que los avances de ciertas épocas fueron despojando de las murallas laterales y convirtiendo en un hito al que comenzaron a rodear las circulaciones de vehículos que lo acabaron convirtiendo en decorado sobre una peana circular.

Las fotografías más recientes nos muestran un elemento aislado que ha perdido su sentido de puerta de salida de la muralla porque las murallas, en decisiones basadas en la falsa seguridad y salubridad, fueron demolidas por la propia administración municipal. La Puerta de Toledo queda como un resto aislado que se individualiza como elemento singular que va, poco a poco, sucumbiendo a los embates del tráfico y convirtiéndose en decoración de una rotonda de coches y camiones que circulan en su entorno.

Proceso de restauración

Después de años en los que antiguos ediles quisieron inventarse las puertas de la ciudad, o disparates por el estilo, se aborda la restauración de este elemento gracias a la financiación de la obra social de una entidad bancaria. Un momento para reparar problemas del monumento y recuperar el sentido del mismo. La Puerta ha tenido, de forma continuada problemas de humedades tanto de capilaridad por el pavimento del entorno como por la entrada de agua por su parte superior y los propios paramentos. Pero sobre todo ha tenido un problema esencial como monumento: ha perdido toda referencia a su entorno y al sentido que tenía la construcción originariamente. Una parte esencial de la muralla a través de la cual se controlaba el paso de personas y mercancías y que formaba parte de un recinto que rodeaba la ciudad.

La restauración, que comentaremos más detalladamente en otro momento, se plantea acompañada de la recuperación del entorno del monumento. Un monumento que en este caso resulta especialmente sensible a su entendimiento porque ha perdido su uso original y porque ha quedado como resto de toda una edificación más amplia que formaba la muralla. Pero a pesar de ello y, en este caso más aun por esa razón, es fundamental plantear el entorno del monumento y entender qué sentido tenía el mismo.

La pretendida adecuación del entorno se ha dedicado a plantear zonas de ordenación del tráfico acentuadas con acabados de pavimentos adoquinados, resaltados en ocasiones, dando una importancia esencial a la circulación de vehículos o mejor a la ordenación que, en el momento actual, se ha considerado mejor para los mismos. En ningún momento ese tratamiento explica la existencia, en sus orígenes, de elementos lineales amurallados que continuaban la estructura de la Puerta. Los vehículos dirigidos por espacios adoquinados, el espacio peatonal que se ha ampliado en uno de sus lados con la proximidad de un centro escolar o zonas de restauración obedecen más a planteamientos de tratar de utilizar un amplio espacio libre en el entorno del edificio que a la voluntad de darle sentido al monumento. El tratamiento del monumento y la posibilidad de explicar su sentido con la pavimentación, la ordenación de las diferentes zonas o su geometría ha sido una oportunidad perdida. Una hendidura en la rotonda delante del conjunto sugerida por Patrimonio quiere indicar el camino que marcaba la puerta hacia Toledo pero no deja de ser una referencia perdida en el mar de incongruencias generales.

El monumento y su peana

El edificio ha sido restaurado con una serie de actuaciones que merecen, como digo, comentarios aparte: recrecido superior, ocultación de pavimentos inferiores, construcción intentando simular autenticidad y antigüedad de los muros laterales, construcción de muros de tierra posterior… son elementos que merecen reflexiones importantes. Menos mal que nos queda la desrestauración que dicen los modernos.

Pero al edificio, con una voluntad de subrayar su importancia, se le ha dotado de una peana semicircular elevada con acabados de adquines en su cara exterior y piedra en el interior, albardilla de piedra con la forma inclinada de las dos caras de este elemento, solados de caliza en el interior con una sutil marca del paso intermedio y demás elementos que parecen la peana de la Puerta. Peana que el mal escultor construye con las maderas más nobles para tratar de valorar su obra. Peana, en este caso totalmente innecesaria y distorsionadora del propio monumento, aún más si cabe, dadas las anteriores actuaciones.

El monumento es inseparable de su entorno, porque la buena arquitectura tiene siempre un lugar y un tiempo. El tiempo ya ha sido superado con el abandono de sus usos, pero la restauración debería seguir siendo referente de lo que fue el lugar y, su entorno, explicar qué era este elemento que ahora, aislado, repintado con las pátinas falsas, parece la mala escultura sobre peana de piedra.

Diego Peris Sánchez, diario “Lanza” 22/09/2013 (http://www.lanzadigital.com/news/show/opinion/la-puerta-de-toledo/54085)


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