Ciudad Real, que
ha perdido referentes importantes de su arquitectura de otros tiempos, tiene
pocos edificios que la identifiquen y que sean referencias de su historia.
Probablemente pocos elementos, dentro de su sencillez, son iconos de la ciudad
como la Puerta de Toledo. Un resto del recinto amurallado que definía un acceso
fundamental como era el camino hacia Toledo.
Referencias gráficas
El Plano de
Coello que dibujaba la muralla casi íntegra marcaba la ubicación de las puertas
de salida de la ciudad. Y a finales del siglo XIX o principios del XX un
fotógrafo excepcional como Laurent realizaba una fotografía de la Puerta de
Toledo en la que existían lienzos de muralla a ambos lados con sus
culminaciones almenadas que indicaban que esa era su altura total. Una vivienda
en el lateral derecho daba cuenta de cómo las viviendas humildes aprovecharon
el lienzo de la muralla para construir sus residencias de gran sencillez y
austeridad. Sobre el nivel de la fábrica de piedra de la puerta, una ligera
elevación de mampostería de peor calidad, sube apenas cincuenta centímetros
apoyándose, sin elementos intermedios sobre las piedras de los lienzos
inferiores.
Aunque la
calidad de la fotografía sea peor, ciertamente, la imagen que ilustraba el
periódico Vida Manchega en su número 13, de 1915, es la que explica mejor el
sentido de este elemento arquitectónico. En una imagen en blanco y negro con el
cielo del fondo coloreado en un azul continuo, la fotografía presenta la puerta
centrada marcando el camino que se aleja en dirección a Toledo. El pavimento
humilde, empedrado, con bandas que marcan el camino central y los laterales
subraya este carácter de paso del conjunto de la puerta. Una mujer en su lado
derecho sentada en una silla da la escala humana del conjunto construido. En su
parte derecha un rótulo que explica el control que se establecía en este paso:
Arbitrio sobre las carnes. Y en el pie
de foto el texto: La Puerta de Toledo, declarada recientemente Monumento
Nacional.
Las fotografías
de Lothy presentan los lienzos de muralla laterales, ya deteriorados, con menor
altura y sin elementos de viviendas ni construcciones adosadas a la muralla.
Como símbolo de la modernidad, el surtidor de gasolina en uno de sus lados
indica nuevas formas de recorrer los viejos caminos empedrados. Documentos que
nos dan idea de cómo era este elemento que los avances de ciertas épocas fueron
despojando de las murallas laterales y convirtiendo en un hito al que
comenzaron a rodear las circulaciones de vehículos que lo acabaron convirtiendo
en decorado sobre una peana circular.
Las fotografías
más recientes nos muestran un elemento aislado que ha perdido su sentido de
puerta de salida de la muralla porque las murallas, en decisiones basadas en la
falsa seguridad y salubridad, fueron demolidas por la propia administración
municipal. La Puerta de Toledo queda como un resto aislado que se individualiza
como elemento singular que va, poco a poco, sucumbiendo a los embates del
tráfico y convirtiéndose en decoración de una rotonda de coches y camiones que
circulan en su entorno.
Proceso de restauración
Después de años
en los que antiguos ediles quisieron inventarse las puertas de la ciudad, o
disparates por el estilo, se aborda la restauración de este elemento gracias a
la financiación de la obra social de una entidad bancaria. Un momento para
reparar problemas del monumento y recuperar el sentido del mismo. La Puerta ha
tenido, de forma continuada problemas de humedades tanto de capilaridad por el
pavimento del entorno como por la entrada de agua por su parte superior y los
propios paramentos. Pero sobre todo ha tenido un problema esencial como
monumento: ha perdido toda referencia a su entorno y al sentido que tenía la
construcción originariamente. Una parte esencial de la muralla a través de la
cual se controlaba el paso de personas y mercancías y que formaba parte de un
recinto que rodeaba la ciudad.
La restauración,
que comentaremos más detalladamente en otro momento, se plantea acompañada de
la recuperación del entorno del monumento. Un monumento que en este caso
resulta especialmente sensible a su entendimiento porque ha perdido su uso
original y porque ha quedado como resto de toda una edificación más amplia que
formaba la muralla. Pero a pesar de ello y, en este caso más aun por esa razón,
es fundamental plantear el entorno del monumento y entender qué sentido tenía
el mismo.
La pretendida
adecuación del entorno se ha dedicado a plantear zonas de ordenación del
tráfico acentuadas con acabados de pavimentos adoquinados, resaltados en
ocasiones, dando una importancia esencial a la circulación de vehículos o mejor
a la ordenación que, en el momento actual, se ha considerado mejor para los
mismos. En ningún momento ese tratamiento explica la existencia, en sus
orígenes, de elementos lineales amurallados que continuaban la estructura de la
Puerta. Los vehículos dirigidos por espacios adoquinados, el espacio peatonal
que se ha ampliado en uno de sus lados con la proximidad de un centro escolar o
zonas de restauración obedecen más a planteamientos de tratar de utilizar un
amplio espacio libre en el entorno del edificio que a la voluntad de darle
sentido al monumento. El tratamiento del monumento y la posibilidad de explicar
su sentido con la pavimentación, la ordenación de las diferentes zonas o su
geometría ha sido una oportunidad perdida. Una hendidura en la rotonda delante
del conjunto sugerida por Patrimonio quiere indicar el camino que marcaba la
puerta hacia Toledo pero no deja de ser una referencia perdida en el mar de
incongruencias generales.
El monumento y su peana
El edificio ha
sido restaurado con una serie de actuaciones que merecen, como digo,
comentarios aparte: recrecido superior, ocultación de pavimentos inferiores,
construcción intentando simular autenticidad y antigüedad de los muros
laterales, construcción de muros de tierra posterior… son elementos que merecen
reflexiones importantes. Menos mal que nos queda la desrestauración que dicen
los modernos.
Pero al
edificio, con una voluntad de subrayar su importancia, se le ha dotado de una
peana semicircular elevada con acabados de adquines en su cara exterior y
piedra en el interior, albardilla de piedra con la forma inclinada de las dos
caras de este elemento, solados de caliza en el interior con una sutil marca
del paso intermedio y demás elementos que parecen la peana de la Puerta. Peana
que el mal escultor construye con las maderas más nobles para tratar de valorar
su obra. Peana, en este caso totalmente innecesaria y distorsionadora del
propio monumento, aún más si cabe, dadas las anteriores actuaciones.
El monumento es
inseparable de su entorno, porque la buena arquitectura tiene siempre un lugar
y un tiempo. El tiempo ya ha sido superado con el abandono de sus usos, pero la
restauración debería seguir siendo referente de lo que fue el lugar y, su
entorno, explicar qué era este elemento que ahora, aislado, repintado con las
pátinas falsas, parece la mala escultura sobre peana de piedra.
Diego Peris Sánchez, diario “Lanza” 22/09/2013 (http://www.lanzadigital.com/news/show/opinion/la-puerta-de-toledo/54085)
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