En la esquina de la calle Elisa Cendrero con Estrella, existió una casa solariega del siglo XV. Esta casa solariega fue propiedad de doña Mencía de Alonso y Villaquirán, casada con don Alonso Hernán de Ledesma, Fiscal de Tributos del Pósito Real, que tenían su vivienda en la actual calle de la Libertad. La casa fue donada a las dominicas, que tenían su convento en la calle Altagracia, siendo vendida tras la dominación napoleónica, siendo cuartel de tropas entre 1833 y 1836, y cuartel de la Guardia Civil en 1847. Fue tahona de pan entre 1900 y 1937, propiedad de Andrés y Sanz, y almacén de harinas y trigos de Salazar y Gómez hasta 1946. En el año 1947 y hasta 1967, fue propiedad de Simpliciano Quintanilla Rodríguez de Guzmán, pasando luego a propiedad de Antonio Quintanilla Rodríguez hasta 1972, siendo su último propietario Antonio Quintanilla Ruiz entre 1977 y hasta 2008, año que fue demolida.
Las rejas exteriores eran impresionantes, y de muy buena hechura y factura, con una ancha y amplia balconada sobre el portal principal en la calle Estrella, con rejería de ménsulas sustentándolo en formas de S, únicas en los años ochenta en la capital de la Mancha.
Aquella imponente casa de construcción artística, aún conservaba en un cien por cien en la parte inferior, una galería con habitaciones muy amplias con bóvedas de cañón efectuadas en yesería con idéntica similitud de naves de iglesia conventual. Un patio con robustas columnas pétreas que conferían sin duda forma de claustro, circundándolo. Era perceptible un torno en lo que fue el atrio monacal de entrada, y una escalera amplia al piso superior de piedra caliza con escalones, con maderas y baldosas de barro cocido. En las paredes existían frescos interesantísimos, tanto en la parte inferior, como en la escalera, igualmente en las galerías superiores que daban al patio. En la parte superior distintas habitaciones conformaban lo que fueron las celdas, con puertas de madera y tracería muy bien labradas con herrería de la época, y en los techos artesonados de madera de armar. Llamando la atención una reja conventual inmensa en la parte lateral del ala izquierda. Tenía también un pozo con su brocal en piedra tallada y una cueva en el lateral del patio.
Recuerdo a Antonio Quintanilla, una persona entrañable y muy querida por los vecinos del barrio
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