…Antonio Serna, bromista profesional
dedicado a la venta de artículos de broma y que piensa crear un museo con
algunos de los artilugios de pega más tradicionales y sofisticados.
Además de venderlos, Serna también los utiliza con sus amigos para pasar un rato de sana diversión como cuando sacó a la calle su «vómito fingido», una creación que provoca el efecto de enfrentarse a unas «potas» recientes. «Hace dos años, en la carpa del Carnaval se lo tragaron dé tal forma que ya iban a taparla con serrín.» Su almohadilla indecente tampoco es menos a la hora de provocar la ilusión de una sonora flatulencia. «En un céntrico bar, el dueño llamó la atención con malos humos a los bromistas que no cesaban de expeler ventosidades ficticias. Cuando éstos le dijeron que se trataba de una broma el dueño estaba tan sugestionado que les gritó, "¡no digáis que se trata de una broma porque huele!".»
EROTISMO Y ESCATOLOGIA
En la tienda de Antonio Serna pueden encontrarse más de 400 artículos de broma diferentes cuyo precio oscila desde las 15 pesetas que cuestan unos mocos de plástico hasta las 2.000 que pueden llegar a costar algunas de las creaciones más recientes como el libro de alta tensión que suelta una descarga eléctrica al abrirlo o la alfombrilla que asusta al que la pisa. Pero, sin duda, los que más aceptación tienen, sobre todo entre el público infantil, son los tradicionales polvos de estornudar o las bombas fétidas quienes continúan resistiendo a los modernos artilugios de pega entre los que han ganado terreno los artículos eróticos o los escatológicos como las cagadas de perro o las humanas. Como pueden comprobar existe toda una caterva de elementos para poner a prueba el sentido del humor de nuestros amigos, aunque los ciudarrealeños prefieren decantarse por el ingenio a la hora de tomar el pelo a sus semejantes….
Revista “Bisagra” 27 de diciembre de 1992
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