Rafael Ramírez de Arellano y Díaz Morales, nació en Córdoba el 3 de noviembre de 1854. Hijo del historiador cordobés Teodomiro Ramírez de Arellano Gutiérrez de Salamanca, nieto de Antonio Ramírez de Arellano y Baena, y miembro de una destacada familia cordobesa. Estudió en el Colegio de la Asunción de Córdoba, para luego matricularse en la Escuela de Bellas Artes de la ciudad de la mezquita, continuando sus estudios artísticos en Madrid, bajo la dirección del afamado retratista Federico de Madrazo (1815-1894). Esta formación le sirvió para desempeñar en 1896-1897 una plaza de catedrático de Historia del Arte en la recién fundada Escuela de Artes e Industrias de Córdoba.
Tras realizar los mencionados estudios en la capital de España, puesto que su vocación artística no le permitía subsistir, en 1874 consiguió un empleo en la Administración pública por recomendación de su padre (secretario de varios gobiernos civiles) y de su tío Feliciano Ramírez de Arellano, marqués de la Fuensanta (a la sazón, director general de los Registros y del Notariado), iniciando un continuo deambular por diversas provincias, en las que se encargó de revitalizar su panorama cultural.
Desde muy joven siguió los pasos intelectuales de su familia paterna,
cultivando la pintura y la poesía, y conforme fue madurando se vio atraído por
la arqueología y la investigación histórica. En 1885 ingresó en la Real
Academia de Córdoba, en 1909 fue nombrado cronista de la ciudad que le vio
nacer y, gracias a su labor incansable, el 11 de junio de 1916 logró constituir
la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, convirtiéndose
en su primer director y fundando en 1918 el Boletín de la
misma. Además, fue académico correspondiente de la Real Academia de la
Historia, Bellas Artes de San Fernando y Buenas Letras de Sevilla, y miembro de
la Hispanic Society of America. En cuanto a sus escritos, destacó como un autor
muy prolífico y redactó una treintena de libros e innumerables artículos,
utilizó como fuente la investigación en archivos y se aproximó al estudio de la
historia de forma científica, lo que fue valorado en su época con la entrega de
diversos premios concedidos, entre otras corporaciones, por la Real Academia
Española y la Biblioteca Nacional.
Se casó a los 56 años de edad, el 6 de marzo de 1910, con la asturiana Carlota Canella Fernández, hija del coronel Francisco de Borja Canella y Secades, con la que tuvo tres hijas, Elvira (fallecida en Ciudad Real en 1911), María del Carmen y Carlota. Falleció en Toledo el 20 de diciembre de 1921, a la edad de 67 años.
Su vinculación con Ciudad Real, comenzó en 1874 cuando fue destinado por primera vez como “oficial de 3ª clase” en el Gobierno Civil de nuestra ciudad, residiendo no más de tres meses en la misma. Por segunda vez fue destinado a nuestra ciudad, como secretario del Gobierno Civil, entre febrero de 1893 y julio de 1894 que fue cesado¸ siendo de nuevo destinado por tercera vez a nuestra ciudad en octubre de 1908, donde residiría hasta septiembre de 1912.
Durante sus años de estancia en nuestra ciudad, publicó tres libros con profusas e inéditas noticias históricas sobre los monumentos más emblemáticos y restos arquitectónicos de nuestra ciudad, siendo estos: “Ciudad Real artística. Estudio de los restos artísticos que quedan en la capital de la Mancha, imprenta del Hospicio Provincial, Ciudad Real, 1893”; “Paseo artístico por el Campo de Calatrava. Estudio de las tres principales residencias de la Orden o sean Calatrava la Vieja, Calatrava la Nueva y Almagro, Imprenta del Hospicio Provincial, Ciudad Real, 1894” y “Memorias manchegas, históricas y tradicionales, Establecimiento Tipográfico del Hospicio Provincial, Ciudad Real, 1911”. Residiendo ya en Toledo publicó en 1914 “Al derredor de la Virgen del Prado, patrona de Ciudad Real, imprenta del Hospicio Provincial, Ciudad Real, 1914”.
Tras su muerte, Ciudad real se sumó a los homenajes toledanos de que fue objeto tras su fallecimiento. De este modo en sesión ordinaria de 28 de noviembre de 1932, se celebró una reunión en la Casa Consistorial, bajo la presidencia del alcalde José Maestro San José, donde se dio cuenta de una propuesta de la Comisión designada para el nuevo “rotulaje” de calles y plazas sobre variación de nombres:
El Callejón del Gas, con entrada desde la Plaza del Pilar y salida a
la calle del Tinte, en lo sucesivo tendrá el nombre de Calle de (Rafael)
Ramírez de Arellano; denominación que subsiste actualmente en el plano
callejero de Ciudad Real.
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