Desembocamos en la calle de la Morería y el rey don Alfonso me preguntó qué edificio era el Mercado y frente por frente la casa-palacio del marquesado de Treviño-Gotor, explicándole que allí había estado la Real Chancillería, supremo tribunal de Justicia, concedido por don Fernando y doña Isabel, a nuestra población en premio a su fidelidad en la guerra contra la Beltraneja.
Salimos al Prado, parándonos en la magnífica portada de los Velarde, antiguos señores de Santa María de Guadiana y Alféreces Mayores de Ciudad Real, que portaban siempre en la proclamación de los nuevos monarcas el Pendón de Castilla.
Don Alfonso se fijó en la lápida que hay
en su fachada, donde se dice que en tal casa solariega había nacido Hernán
Pérez del Pulgar, el de las Hazañas, refiriéndole la famosa del Ave María.
Cuenta la historia, como hecho verídico, que, estando los reyes católicos en el cerco de Granada, Hernán Pérez del Pulgar, con un reducido número de valientes, en noche oscura, saltó la muralla de Granada y clavó con su puñal, en la puerta de la Mezquita moruna, un pergamino en el que estaba escrita “el Ave María”. Cuando iba a prender fuego al edificio de los infieles, la guardia nocturna de los moros, se dio cuenta de lo que pasaba, atacando a los atrevidos asaltantes, que se defendían, pudieron éstos saltar otra vez las fortificaciones y regresar indemnes al campamento de Santa Fe.
El rey don Alfonso alabó la heroicidad del valeroso manchego y seguimos pegados a la catedral, donde apenas puede verse la portada de otro templo anterior al de hoy y que tiene por encima un óculo o rosetón casi como el del Santuario de Alarcos.
¿Por qué se llama esta calle de los Reyes?
Le contesté, que, según la leyenda tradicional, allí habían estado viviendo, durante las vistas del Pozuelo, sus padres don Fernando y doña Juana en compañía de su augusta abuela doña Berenguela de Castilla.
La casa casi arruinada, se conocía con la
de doña Merenguela y conserva su portada con exquisitas labores muy encaladas
en sus dos jamabas o piedras que sostienen el dintel.
Emilio
Bernabeu, diario “Lanza”, lunes 18 de enero de 1954
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