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sábado, 21 de enero de 2023

CIUDAD REAL EN LA SEGUNDA MITAD DEL XIX A TRAVÉS DE LAS FOTOGRAFÍAS DE J. LAURENT (I)

 



Sinceramente, todo cuanto sea o se realice en «pro» de Ciudad Real histórica y artísticam ente hablando es sumamente importante y, sobre todo, digno de alabanza por quienes muestran interés por su tierra. Y ello viene a colación por la magnífica perspectiva urbanística de Ciudad Real, capital, fotografiada por el francés Jean Laurent allá por los años sesenta del pasado siglo XIX e impresa por el capitalino taller de Artes Gráficas Angama, S.A. en el calendario del presente año 1999, siendo cedida para este fin por López de la Franca; pero a pesar de ser un extraordinario e irrepetible paisaje urbanístico de nuestra ciudad y, además, un aspecto de nuestra realidad en el pasado, no es inédito ni tampoco está completo como veremos y, ello, está dando lugar a opiniones e interpretaciones de dudosa índole.

Sin embargo, antes de proseguir con el tema en cuestión, creemos que forzosamente se impone una pregunta: ¿Quién es Jean Laurent?. Y para obtener una respuesta clara y documentada hay que consultar el trabajo de Ana María Victoria Gutiérrez, autora del primer estudio biográfico de nuestro enigmático personaje; el cuál se supone que llegó por primera vez a España en 1843 teniendo ya un afamado estudio fotográfico en la parisina calle de Richelieu.

Es muy posible que Jean Laurent, en un principio, empezara su andadura por España recabando vistas del «más exótico dé los países europeos» conforme al pensamiento y ojos de los viajeros románticos; supuesto que no hay que olvidar que las fotografías e imágenes españolas de tauromaquia, monumentos arquitectónicos (sobre todo andalusíes), parajes pintorescos y tipos populares y a se vendía con éxito en su establecimiento parisino hacia los años cincuenta del siglo XIX. Y su asociación con el también excelente fotógrafo español José Martínez Sánchez (1870), muy posterior a su traslado definitivo a la capital de España, subraya su afincamiento tras de haber compartido durante más de una década su estancia en Madrid con visitas a París.

Al parecer la primera noticia que se tiene respecto a un estudio fotográfico de Jean Laurent en la madrileña calle Carrera de San Jerónimo se remonta a 1857. Y debe suponerse que, entre esta fecha y el supuesto primer viaje de 1843, nuestro personaje fotógrafo estuvo atento al transcurso de la vida española y, mientras que iba conociendo nuestro país y tras dedicarse algún tiempo a exportar «imágenes típicas de España para su establecimiento parisino, fue cuando tuvo la idea y optó por fundar su casa madrileña.




Retrato grabado de J. Laurent, publicado en 1887 en un homenaje póstumo, en la revista La Ilustración Nacional

 


Jean Laurent debió estar, seguramente, al tanto de los pasos de otros fotógrafos empresario europeos que desempeñaron proyectos similares por aquellas mismas fechas; porque, definitivamente, nuestro personaje se convierte en el empresario Juan Laurent de la madrileña calle Carrera de San Jerónimo, más que un simple fotógrafo: sin duda debió ser muy consciente del mercado que le ofrecía la clase' media española por aquél tiempo; pero creemos que no fue simplemente un fotógrafo sino un auténtico empresario que «contribuyó enormemente a consolidar el valor documental de la fotografía de aquella época», la segunda mitad del siglo XIX.

En la decisión de Jean Laurent como empresario fotográfico, además de querer «emular las incipientes experiencias de otros fotógrafos extranjeros», indica también la rapidez con que se desenvuelve la práctica de la fotografía en distintos campos; para los cuales contratará a buenos profesionales y, además, tuvo el acierto de asociarse en 1870 con el fotógrafo español José Martínez Sánchez, como queda dicho. Y la fotografía de Jean Laurent, nada que ver, con la de José Martínez o Charles Clifford que tienen «garras de artistas»; su aspecto y estilo es de una industria de calidad, porque a pesar de que corresponde a las directrices de un solo hombre son realizadas por varios fotógrafos.

Al igual que otros fotógrafos europeos: Francis Frith, G. Washington Wilson, Adolphe Braun, Charles Clifford, etc.., pese a su origen extranjero, Jean Laurent se integra perfectamente a la vida española durante la segunda mitad del siglo XIX; detalle extensivo a otros fotógrafos profesionales de la época, principalmente británicos y franceses. Y muy pronto, todos estos fotógrafos profesionales empezaron a poner a la venta efigies de personalidades de aquél momento: soberanos, políticos y artistas, así como series dedicadas a los temas más variados y que abarcaban vistas de monumentos y ciudades, obras artísticas, paisajes pintorescos, tipos populares, etc...; y ello despertó en la sociedad española adinerada una nueva forma de coleccionismo, que no implicaba la recolección de fotografías personales.

Los catálogos publicados sobre Jean Laurent dan una clara evidencia de la importancia del gran fondo fotográfico que llegó a contar con unos «veinte mil clichés en su Museo»; siendo a partir de 1867 cuando aparecen catálogos de estos fondos, con una relación parcial o general de las existencias. Y una década después, en 1879, el fondo fotográfico de J. Laurent estaba en condiciones de suministrar hasta «cinco mil vistas de España y Portugal»; donde aparecen imágenes de puertos, plazas, calles, monumentos arquitectónicos, obras de ingeniería y perspectivas de las ciudades.


Detalle del carruaje laboratorio de Laurent para preparar y revelar las placas de vidrio al colodión, en el año 1872

 


Es muy posible que, además, los fondos fotográficos de J. Laurent se diversificarían con la aparición del procedimiento llamado «fototipia» e introducido en la década de los sesenta, pero que llegó más tarde a España. Y los talleres de «Fototipia Laurent» divulgaron así sus fondos bajo el término de «fotografía inalterable».

La colección u obra fotográfica de J. Laurent es amplísima e irrepetible, evidentemente; sin duda su vasto trabajo es fruto de una gran labor que corresponde a las directrices de un hombre y varios operarios, como queda dicho, realizada durante casi cincuenta años de profesionalidad fotográfica desde aquella supuesta fecha de 1843 hasta 1892 que muere nuestro personaje. Y de este afamado fotógrafo francés; Jean Laurent, existen en España numerosas fotografías y fototipias sueltas, álbumes y libros ilustrados en los fondos de la Biblioteca Nacional, Palacio Real y Archivos del Ministerio de Cultura, así como en algunas colecciones particulares.

 

Testimonio excepcional de Ciudad Real

 

En cuanto a la perspectiva general de Ciudad Real, capital, referir que el fotógrafo autor de ella debió colocar su cámara sobre un camino de tierra (hoy desaparecido) muy próximo al paraje llamado «Era del Cerrillo», al suroeste de nuestra ciudad; puesto que las tomas exteriores se realizaban con un carromato de laboratorio.

El autor de esta antigua e irrepetible panorámica urbana de Ciudad Real, capital, dirigió el objetivo de su cámara fotográfica hacia el norte de la ciudad y, después, abrió el obturador durante el tiempo preciso para que entrase la luz natural a la superficie fotosensible de la perspectiva a fotografiar. Y tras enfocar un campo de 40°, fotografió un espléndido paisaje urbanístico donde se puede apreciar perfectamente en primer lugar el edificio del depósito de máquinas de Renfe, hoy desaparecido; después e inmediatamente, al suroeste, dos torreones y muralla que circundaban la ciudad (desaparecidos) por la Ronda de Alarcos, prosiguiendo el amurallamiento por el oeste de la población hacia la puerta de Santa María (desaparecido también).

Asimismo podemos ver, en primer término, un gran lienzo de muralla con una torre redonda situada en el antiguo Paseo de Cisneros, hoy Ronda de Ciruela y que actualmente no existen; luego, la Iglesia de Santa María del Prado, hoy Basílica Catedral de la ciudad; también un detalle arquitectónico del Convento de las MM. Carmelitas Descalzas, así como la arboleda del Prado y la casa palacio del marqués de Treviño, que se halla desaparecida; después se aprecia con toda nitidez el Convento e iglesia de la Merced. Y, al fondo, la Real Casa de la C aridad: también Hospital de la Misericordia, fundada por el cardenal Lorenzana en 1722 y hoy rehabilitada y sede del Rectorado de la Universidad de Castilla-La Mancha; y detrás de este regio e histórico edificio el cerro conocido por La Atalaya «Abencales» o «Aben canes».

Jorge Sánchez Lillo,  La Tribuna de Ciudad Real lunes 19 de abril de 1999



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