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lunes, 16 de enero de 2023

CIUDAD REAL, MI AMOR. BOCETO PARA UNA MEMORIA SOBRE EL ESTADO CULTURAL DE CIUDAD REAL NINO VELASCO, 1979 (IV)

 



Bibliotecas y librerías. La ciudad sólo cuenta con una biblioteca francamente pública: la de la Casa de Cultura. Con un fondo de 30.000 volúmenes y adquisiciones anuales variables, presenta las deficiencias administrativas, escasez de personal especializado e incluso falta de espacio, que caracteriza a las instituciones similares de todo el país, achacables en gran parte a la administración central. Su fondo de libros adolece, también, de los defectos que se repiten en casi todas las bibliotecas de este género: ausencia de textos sobre las manifestaciones culturales más actuales, ignorancia de ciertas formas de cultura vigente y abundancia de libros triviales sin utilidad para nadie. Entre sus datos positivos hay que anotar la organización de 29 bibliotecas públicas en la provincia, de las cuales 10 son Casas de Cultura. Es, también, Archivo Histórico de la Provincia y Archivo de Hacienda. Carece de una sala de prensa, y su sección infantil resulta completa, con un material bien seleccionado que incluye casi todo lo mejor que se publica en España para niños.

La biblioteca del Colegio Universitario, con unos quince mil volúmenes especializados en las materias que se imparten en las tres ramas que alberga dicho Colegio, es moderadamente completa.

Registra entradas de libros todos los años (o casi todos) y cumple, también moderadamente, los objetivos de servir de centro de documentación para estudiantes y profesorado. Tiene una incidencia casi nula en el resto de la población no universitaria.

Hay que mencionar tres bibliotecas más: la del casino, reservada para socios, que es un fósil a cuyas estanterías no han entrado libros nuevos hace unos cuantos lustros; la del seminario, privativa del centro, y la del Instituto, con un interesante fondo de libros antiguos que, dada su falta de servicio, no sirven para nada.

La ciudad cuenta con tres librerías propiamente dichas (es decir, que no se complementan con una sección de papelería): Manantial, Oretum y Tartessos. Las dos últimas ofrecen al público una muestra amplia, vigente y escogida de lo mejor que se publica en el país, denotando en su línea general una indiscutible vena librera de la mejor calidad. Se trata de dos establecimientos comparables a los más inquietos de ciudades mayores, y su supervivencia, a base únicamente de la venta de libros, resulta casi milagrosa.

 



Manantial, perteneciente a una comunidad religiosa seglar, tiene el mismo carácter que todas las librerías de este tipo: incide, sobre todo, en el libro religioso, de filosofía, psicología y pedagogía, omitiendo, en general, la literatura más actual y comprometida.

Las papelerías-librerías Aspa, Guadiana, Lérida, Minerva y Ruiz Morote, se dedican especialmente a lo que podríamos denominar libro comercial o burgués, salvo Guadiana, que si bien añade a esta clase de publicaciones un tipo de libro de mayor interés, denota cierta irregularidad en la renovación de sus existencias y en la recepción de las mejores cosas.

Edición. La autoedición a cargo del propio autor ha venido siendo el sistema de publicación más usual en la ciudad. En otras ocasiones la financiación ha corrido a cuenta de entidades públicas o privadas (Diputación, cajas, etc.), y siempre dentro de unas condiciones de impresión, comercialización y distribución tan primitiva, que la mayoría de los libros editados, al margen de sus propios valores, alcanzan una difusión exageradamente exigua. Las tiradas oscilan entre los 500 o 1.000 ejemplares como máximo, con unas características editoriales (diseño, tipos papel, portadas) de espectacular baja calidad no achacable a las imprentas, sino, sobre todo, a una demanda sin criterio y a unos supuestos económicos que no permiten la contratación de especialistas cualificados.

El Instituto de Estudios Manchegos, con una revista propia y varios libros en la calle, era la entidad que mantenía hasta hace poco una línea más continuada de edición, y en la actualidad es el Museo de Ciudad Real el centro que muestra una mayor actividad en este sentido: ha lanzado dos colecciones de libros con los títulos genéricos de Faciendo la vía del calatraveño, de poesía, y Silva de varia lección, de ensayo, además de sacar, esporádicamente, otros productos de interés, como posters, carteles, etc. Las ediciones del Museo muestran, por otra parte, un correcto nivel de calidad gráfica, que hacen de estas iniciativas algo realmente interesante. Sólo es preciso, ahora, que los temas que edite conecten más directamente con los problemas vivos de la ciudad o región, cosa que resulta imposible con títulos tan sorprendentes y ajenos como Antología de poesía de tema arqueológico.





b) ARTES PLÁSTICAS

 

Pintura. La nómina de pintores profesionales, jóvenes estudiantes de Bellas Artes o simples promesas y aficionados es bastante numerosa. El panorama, sin embargo, no resulta demasiado alentador.

Los llamados profesionales, que exponen y venden regularmente, hacen una pintura pasada y acomodaticia, pensando sobre todo en los gustos de una clientela absolutamente carente de criterio, que compra cuadros como quien compra cortinas floreadas o lámparas de pie, por la sencilla razón de que la burguesía media y alta suele tener pintura colgada por las paredes de sus casas y hay que seguir la norma. No tienen ni idea de lo que adquieren y los motivos que les impulsa a tomar tal decisión son más bien sociales y competitivos que de otro tipo.

Se estila una pintura que, o es una mezcla de realismoimpresionismo a la manera, por ejemplo, de Manet (que vivió hace un siglo), con temas tan poco sugestivos y rompedores como puede ser el paisaje, el bodegón o el interior, o bien, los más audaces, hacen algo así como un expresionismo de matices medio místicos, que recuerdan al Villaseñor de los años 50s. Se trata de una pintura conformista y, fundamentalmente, poco culta, que nunca alude a la ciudad como ente vivo y contemporáneo, y tiene poco que ver con cualquiera de las alternativas del mejor arte actual.

Francisco Vela Síller es la figura más interesante dentro de esta línea: un pintor de indiscutible calidad técnica, en superación continua, que ve limitadas sus posibilidades expresivas por presiones y carencias de tipo ambiental. Su evolución aún no ha terminado.

Es sumamente esperanzadora la trayectoria de pintores muy jóvenes que se plantean la pintura con el compromiso y las intenciones renovadoras inherentes a todo arte válido: Santiago Vera, Miguel Ángel Mila, Manolo Rodríguez Barrejón o Antonio del Valle están dentro de esta línea.

Como dato positivo hay que mencionar los intentos del grupo TEAV, que tras un arranque muy fuerte y bienintencionado a finales del 77, no han vuelto a dar señales de vida. Sus intenciones rupturistas o críticas, y la exposición en las navidades del citado año 77 en el vestíbulo del Ayuntamiento, a pesar de su calidad mediocre y un montaje muy defectuoso, tenía la virtud de intentar algo distinto y conseguir un contacto más directo con la gente.

Existe una sola sala comercial, la galería Andrade, dentro de la línea tradicional ya apuntada, y tres salas pertenecientes a organismos oficiales (Casa de la Cultura, Escuela de Artes y Oficios y Colegio de Arquitectos). El funcionamiento irregular de estos locales, carentes de criterios definidos y con muestras de bajísima calidad, resulta más que lamentable, sobre todo en lo que se refiere a la Casa de la Cultura y la Escuela de Artes y Oficios. Sin la competencia más elemental por parte de quien sea para plantear una selección de nivel mínimo, estas salas se han convertido, poco a poco, en el refugio de señoras, señoritas y señoritos expositores que son cualquier cosa buena menos algo parecido a un artista responsable. Una especie de consejo de selección y gestión, formado por profesionales de las artes, se hace imprescindible en estas instituciones que, dado su carácter, deberían velar por mantener un intachable prestigio.





Como dato esperanzador hay que apuntar que se prevé la creación de una sala permanente municipal en el vestíbulo del Ayuntamiento, cuyos presupuestos deben estar muy claros desde el principio para no incurrir en los mismos errores que el resto de las salas oficiales.

El banco de Santander puso en funcionamiento una sala de exposiciones coincidiendo con la inauguración de su nuevo edificio en 1.976. Se trata del mejor recinto de la ciudad dedicado a muestras de arte, y su actividad, hasta la fecha, sólo ha sido esporádica. Se han colgado siempre firmas manchegas de cierto prestigio, e inició su andadura con una excelente colectiva de pintores de la provincia entre los que figuraban nombres tan consagrados como Antonio López García, José Ortega o Gregorio Prieto.

Un centro de enseñanza, la Escuela de Artes y Oficios, proporciona a quienes desean iniciarse en cualquiera de las ramas artísticas que se imparten en ella, una formación incolora, inodora e insípida, a medio camino entre la rutina y el sopor, incapaz de despertar en sus alumnos los más leves destellos de algo que no sea el aburrimiento.

Diseño, ilustración y comic. Sólo casos aislados se interesan por esta modalidad de la imagen, considerada por los pintores profesionales de la ciudad (y por todo el mundo) como algo menor y yo diría que despreciable. Sin embargo, se trata posiblemente de la verdadera alternativa de las artes visuales planas en un momento de crisis de la pintura, ya que es la única especialidad que conecta directamente con la vida real de la sociedad contemporánea, con un nivel de presupuestos casi siempre más innovadores y de mayor altura técnica que los ofrecidos por la pintura de caballete.

Nino Velasco es el único profesional del comic que vive en la ciudad; colabora asiduamente con revistas de Madrid y Barcelona dentro de un estilo que podríamos denominar Pop, difundido en Europa durante los años 60s., de la mano del editor francés Eric Losfeld. Miguel Ángel Mila realiza prometedores trabajos de diseño de carteles, y Santiago Vera apunta como un excelente ilustrador de literatura infantil.

Otras artes. El resto de las artes plásticas (escultura, cerámica, fotografía, etc.) carece de cultivadores o manifestaciones con un mínimo de relevancia o incidencia en la ciudad. No existen en la actualidad escultores, ceramistas, grabadores, etc., que se dediquen seriamente a estas disciplinas, salvo en lo que se refiere a producciones esporádicas de categoría insignificante; en cuanto a los fotógrafos profesionales, se aplican a tareas puramente comerciales (fotos para carnets, reportajes de bodas y bautizos), trabajos que quedan inscritos en las más depuradas normas de lo standardhortera. Sólo cabe mencionar, posiblemente, la interesante labor de Luis Morales (hijo) como profesor de la Escuela de Artes y Oficios, y como autor de alguna obra aislada y sin continuidad.

En el campo de la artesanía hay que hacer mención, finalmente, del trabajo que lleva a cabo desde hace años el relojero José Ayala, constructor minucioso de diversas máquinas a pequeña escala (bicicletas, coches) cuya virtuosa y sorprendente ejecución las hace entrar por derecho propio en la mejor tradición del miniaturismo artesanal.




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