Tras la firma del convenio de cesión de
terrenos de Renfe al Ayuntamiento de Ciudad Real, uno de los muros
arquitectónicos que separaba en dos la ciudad, el que evitaba cruzar las vías
para acceder al barrio de Larache y la estación de autobuses (y que por cuya
causa se construyó el paso peatonal subterráneo que será tapiado para evitar posibles tropelías de
gamberros, chorizos o drogadictos), cayó bajo la piqueta, por lo que ya ambas
partes podrán verse las caras al aire libre.
Revista Bisagra N.º 230 31/5/ 6/6/1992
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