En la calle Pantano del Vicario, se
encuentra desde el año 2007, el Conservatorio de Música Marcos Redondo, una
construcción de los arquitectos Ángel Fernández Alba y Soledad del Pino,
autores también del Hospital General Universitario y del Parque Juan Pablo II.
Diego Peris, en un artículo que publicó el
pasado año en el diario Lanza, dice lo siguiente de esta construcción: “Es
el tercero de los proyectos de este equipo en Ciudad Real, resultado de un
concurso de proyectos de arquitectura. El proyecto, situado en un solar de la
antigua estación ferroviaria, tiene inicios difíciles con una necesidad de
consolidación del terreno dadas las condiciones de los antiguos suelos
ferroviarios. Los terrenos degradados por el antiguo uso deben renovarse y
compactarse para adquirir la necesaria resistencia. Los volúmenes cerrados en
uno de sus laterales que se abren en el otro cerrado por el muro externo apenas
nos dejan entrever la realidad construida que se presenta como algo recogido,
que debe entenderse de forma pausada y con un acercamiento tranquilo.
La cubierta de zinc se integra en
esa sobriedad formal del edificio que tiene su poética exquisita en los
detalles puntuales de formas complejas, de un volumen general que parte de la
forma del propio solar en esa planta en V que se va ocupando con los volúmenes
construidos. Los colores del hormigón y los grises del material de cubierta se
iban adaptando a las soluciones de bordes, de canalones y bajantes de la
cubierta que acaba revistiendo y haciéndose presente en huecos y encuentros del
edificio. El zinc al igual que el hormigón, parecen hacer una referencia a ese
tiempo de permanencia, de tranquilidad y sosiego presente en la construcción de
un edificio público destinado a la docencia de la música.
El acceso por uno de sus frentes
ligeramente hundido nos acerca a un espacio amplio, distribuidor y receptor de
los usuarios del edificio. El espacio se llena de color por las ventanas de
cristales coloreados situados en su parte superior. La rampa y los pasillos nos
llevan hacia los diferentes espacios de aulas y servicios interiores del
Conservatorio. Los pasillos quebrados y el juego de alturas con la luz y el
color del interior nos remiten a tiempos diferentes.
La arquitectura de lo sutil, de lo sobrio de Ángel Fernández Alba y Soldad del Pino se va haciendo presente con el transcurso del tiempo y poco a poco el sentido de lo auténticamente cualificado se va convirtiendo en una realidad vivida y apropiada por la comunidad. La arquitectura de la luz y de los volúmenes requiere la presencia de la temporalidad como ingrediente esencial de su poética”.
Las
fotografías que publico en esta entrada, son del libro editado con motivo de la
inauguración del conservatorio.
Emilio me siento orgulloso de haber ejecutado esta obra
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