He aquí una entidad exótica, en esta tierra de la Mancha, poco propicia hasta la fecha al arraigo de agrupaciones de esta naturaleza; ¿milagro?... ¿tesón?... ¿entusiasmo?... un poco de los primeros y mucho más de lo restante.
Más que una somera exposición de datos estadísticos, muy elocuentes, pero fríos en su rigidez adusta, quiere el cronista hacer (sin prescindir de aquellos), la historia breve, porque corto es el tiempo que lleva de vida el “Orfeón Manchego” de esta asociación de cultura musical, pero consoladora, por la calidad optima de los frutos obtenidos, prometedores de mayores éxitos, dada la lozanía con que en la actualidad se desarrolla la actividad artística de esta agrupación.
Expuesta la idea a D. Salomón Buitrago, Maestro de Capilla de la Prioral, aceptó sin vacilar, echando sobre sus hombros la tarea digna de formar de la nada algo que |pareciese una Coral, y sobre la marcha se empezó el trabajo. En los salones de una Escuela pública ruinosa, cedidos por el Ayuntamiento, en pleno febrero, sin calefacción por primitiva que fuese, sin cristales, a la escasísima claridad de dos bujías de cera, quince valientes y un hombre artista por los cuatro costados colocaron la primera piedra de este edificio que aún no está construido, ensayando la canción titulada “El Manzano”. A los diez días se habían puesto cristales, se tenía luz eléctrica, se sabía el Manzano y dos o tres cosas más, y los quince se habían convertido en treinta, hasta se tenía público, pues gente que pasaba por las inmediaciones, extrañada sin duda, inquiría desde las ventanas lo que se hacía en el interior, y tal vez gustaba de las melodías, ya que su estancia en ellas no era breve; éstos sin duda fueron los mejores propagandistas; ello fue que el tiempo corría, que aquello que no era nada cantaba ya la Jota de Alvira a varias voces, aprendida compás a compás; que llegó la primavera y con ella no le faltaron al Orfeón sus rosas tempranas (las primeras señoritas que ingresaron en la pación), y que se fue pensando en la primera salida; ésta se fijó para 26 de julio, en el Parque de esta capital.
Había de actuar la Coral en el Templete de
la Banda Municipal, y se formó en la explanada frontera un amplio anfiteatro de
sillas que se vieron ocupadas en su totalidad por la curiosidad o por la
afición; el éxito fue rotundo, la concurrencia aplaudió con entusiasmo, y el
Orfeón cosechó sus primeros laureles, que eran el premio a su labor de medio
año, y la recompensa para el que tuvo el acierto de formarlo, Dios sabe a costa
de cuánto trabajo y sacrificios. He aquí el programa interpretado:
El Manzano, Seguidillas Manchegas.
El Olivo, Sardana de las Monjas.
Alalá de Monforte, Seguidillas Murcianas.
Límpiate con mi pañuelo, Jota
Aragonesa.
Vite, Vite, Marcha de las Ruinas de Atenas.
Una nueva actuación a los cinco días, requeridos por el Ayuntamiento para formar parte en la fiesta llamada - “La Pandorga”, de racial abolengo y que constituye a modo de serenata con que los ciudadrealengos obsequian a su Patrona, la Virgen del Prado.
El día 11 del mes siguiente marcha el Orfeón contratado a Manzanares para actuar en un concierto, durante los festejos de este pueblo. Hacen bien las cosas, se recibe a la Coral con todos los honores en el Ayuntamiento, y se impone a su bandera una corbata, gentileza que exalta el agradecimiento de los orfeonistas. Por la mañana, a teatro lleno, da el Orfeón su primer concierto, que pudiéramos llamar de compromiso, local cerrado, expectación, etc., etc., y sale fortalecido por su afortunada interpretación de las obras que componían el programa, que fue más serio, como lo requería el lugar, suprimiendo los cantos regionales sencillos y dando en su lugar obras típicas de Coral, como “Al salir de la deshoja”.
Sin duda los que se atreven a contratar la Coral no salen malparados, a pesar de los gastos cuantiosos que supone un espectáculo de esta naturaleza en esta tierra, de difíciles comunicaciones y peores condiciones de locales para alojamientos, porque a los pocos días, y con ocasión de las ferias de Alcázar de San Juan, allá va el Orfeón, para dar un concierto, y es tal la afluencia de público, que ha de dar otro por la tarde, pues el concierto de la mañana quedó mucha gente sin oírlo por insuficiencia del local; otro éxito grande, y otro recibimiento inolvidable, y una estancia llena de atenciones que desde aquí nos permitimos destacar.
Prolijos resultaríamos si tratáramos de
especificar una a una todas las actuaciones que siguieron al modo de las
primeras, ya que si éstas fueren puestas de relieve, lo fueron al sólo objeto
de contrastar la idea que animaba y anima al Orfeón Manchego, la cual no es
otra que la confianza en su trabajo y en su entusiasmo, que necesariamente han
de despertar el deseo, como lo despertó apenas conocido, de oírle y admirarle,
a pesar de ser esta tierra, como decimos al principio, materia poco propicia al
desenvolvimiento de esta clase de obras que requieren una atención constante y
una especie de compromiso tácito entre los elementos activos y pasivos (léase
orfeonistas y residentes en la ciudad), para prestar aquéllos su trabajo, éstos
su óbolo o su propaganda, cosa difícil en extremo aquí donde las individualidades
se erigen en dioses, y donde la ayuda mutua es poco menos que desconocida, y
más si se presta desinteresadamente. Por eso hablábamos al principio de
milagro; este compromiso, este renunciar del lucimiento individual en favor del
colectivo, este pasar desapercibido entre tantos sin levantar una pulgada más
que los demás, ha sido conseguido por el Orfeón Manchego, que hoy cuenta con
protectores aprueba de sacrificios y con activos a prueba de ensayos y
entusiasmos.
Y sin darnos cuenta nos vamos saliendo del tema; volvamos a él. A las actuaciones reseñadas siguió otra en Almagro, con motivo de la Coronación de la Virgen de las Nieves; interpretó el Orfeón la 2ª. Misa Pontifical de Perossi, soberbia composición religiosa a la que tuvo el acierto de darle una ejecución fidelísima; después, durante el banquete oficial al que asistía el Infante D, Jaime, fueron cantadas varias composiciones y el mismo Infante tuvo la delicadeza de felicitar al Director la gentileza de dejarse retratar entre nuestras muchachas.
Luego una actuación en la capital en local cerrado, ¡y cobrando las localidades!, cosa que hacía unos meses era considerada poco menos que imposible; esto va en serio; hay en el programa que tenemos a la vista, entre otras, “La Montaña”, del P. Otaño, estupendo poema sinfónico; “El Himno a la Naturaleza”, del inmortal Beethoven, “La mort del escolá”, etcétera.
El éxito conseguido, la voluntad y energía
desplegadas por el Director, bien merecen un homenaje, y éste se le tributa con
todos los merecimientos, y con él inaugura el Orfeón su nuevo local en la
antigua Normal de Maestras, donde dispone de un amplio salón de ensayos y
varias habitaciones para los distintos servicios; el local, justo es decirlo,
carecía de condiciones de habitabilidad, pero, ¿qué significa esto? Todos ponen
manos a la labor y a los diez días aquello está desconocido, no sólo habitable,
sino confortable y hasta elegante. Al homenaje tributado al Director se une
cuanto significa y vale en la capital; los orfeonistas no caben en el pellejo,
y para demostrar su cariño “al Maestro”, le hacen entrega de un artístico
pergamino; hay brindis entusiastas y votos sinceros de prosperidad, y hay algo
en medio de las idealidades a que nos estamos refiriendo que es práctico y que
demuestra hasta qué punto el Orfeón ha logrado interesar: un donativo de
verdadera importancia que hace a la entidad el Excmo. Sr. Marqués de Casa Treviño,
que con su rasgo se acreditó como hombre de fina sensibilidad artística y
decidido protector de todo cuanto pueda dar lustre a esta su tierra de estepas
y secanos espirituales, tan extensos como la llanura que comprende. Así termina
el primer año de su existencia el Orfeón Manchego.
El año 1930 señala en la vida de esta entidad el paso definitivo en su actividad artística, ya tiene vida propia el Orfeón y aún le sobra, y es por esto por lo que alumbra otras manifestaciones además de la primordial. Tres salidas a Fuente el Fresno, Fernáncaballero y Torralba, respectivamente, donde su prestigio sigue afianzándose, y otra a Villanueva de Alcardete (Toledo). En octubre la inauguración de la Academia provincial de Música, sueño dorado de esta entidad, que ve realizados, gracias a los entusiasmos de los Profesores que pone al frente de las clases y al desinterés de éstos. La matrícula constituye un triunfo; el Ayuntamiento y la Diputación dan pequeñas subvenciones y todo hace prometer una labor eficaz y firme. Aún sobran energías, y los orfeonistas se disponen a celebrar el día de la Patrona de los Músicos. El festival resultó brillantísimo, y en él hicieron su debut dos nuevas manifestaciones de la actividad de sus componentes; una estupenda rondalla y un excelente cuadro artístico, que después de la seriedad de las obras corales, puso en escena la popular zarzuela “La Marcha de Cádiz”. Se tributa un homenaje al “cuarteto Roberti”, y también toma parte el Orfeón en el acto cívico de la conmemoración de la fiesta de la raza. En la Iglesia Catedral y durante las ceremonias de Semana Santa interpreta el Orfeón, a modo de concierto sacro, “El Miserere de Goicoechea”, que constituye un nuevo escalón que aumentar a su prestigio.
En el pasado año toma parte en diversas
actuaciones que constituyen otros tantos triunfos; el cuadro artístico pone en
escena, después de interpretados los programas corales, “La alegría de la
Huerta” y “El Puñao de rosas”. Marcha al vecino pueblo de Malagón y cosecha más
aplausos, y así llegamos a la actualidad.
Es de advertir que hasta este año el Orfeón estuvo regido por los mismos orfeonistas, que sacrificaron su tiempo y su trabajo para dar vida intensa a fuerza de sacrificios a la obra de sus amores. En fecha muy se hizo cargo de la dirección una junta compuesta de socios protectores, pues como las actividades se van ensanchando necesariamente se requiere una intervención libre de los apasionamientos de la juventud. Se prepara un festival monstruo que sirva de índice demostrativo y definitivo de la madurez artística conseguida, y que a no dudar constituirá, como los anteriores, un triunfo más que añadir a la larga lista de los conseguidos.
La Academia de Música cuenta con un profesorado entusiasta y competente. Se tiene el propósito de transformarla en Conservatorio provincial afán que se logrará en breve, pues tanto la Excma. Diputación como el Excmo. Ayuntamiento de la capital prestan ayuda moral y material para el logro de estos loables deseos han de dar prestigio a la tierra manchega.
He aquí torpemente trazada la historia
edificante de una entidad que, por su labor, su entusiasmo y la perseverancia
de todos sus componentes ha logrado constituir la agrupación artística más importante
de la región donde radica, y que para bien de sus habitantes, un poco alejados estas
actividades, ha de proseguir su vida, cultivando el arte por el arte mismo, sin
aspirar a más que a ser el exponente artístico de la región y cosechar para
ella los éxitos que este aspecto permanecían inéditos.
“Ritmo” revista musical ilustrada. Año IV Número 56 - 1932 mayo 30 (30 05 1932)
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