Por la Carta Puebla o documento fundacional sabemos que «por ende tove por bien...que la tierra non se ermase e quis que (h)oviera...una grand villa é bona que corriesen todos por fuero é que fuese cabeza de toda aquella tierra é mándela poblar en aquel lugar que dicen el Pozuelo de D. Gil, é pásele nombre de Real»; privilegio otorgado en Burgos el 20 de febrero de 1255.
Sin embargo, tiene que transcurrir siete años (1262) para que Alfonso décimo proceda a realizar y ejecutar su propósito; que estando el rey en Segovia «llegáronle las nuevas de cómo el rey de Granada le había quebrantado las treguas que con el (hjavia». Y partiendo de aquí: Segovia, «fue a Toledo e donde a la frontera e pasando...por un lugar que dicen el Pozuelo de D(on) Gil, que era del término deAlarcos,... ordenó en cual manera que poblase allí una villa é m ando que le dijesen Villa Real... é señaló los lugares do(nde) fuese la cerca. E hizo facer luego una puerta labrada de piedra, é esta es la que está en el camino que viene de Toledo»(Crónica de Alfonso X, rey Castellano, capítulo XI, 9).
Ahora bien: después de haber transcurrido
750 años de la fundación de nuestra ciudad se impone forzosamente una pregunta
¿Qué legados de la época alfonsina subsisten en Ciudad Real, antigua Villa
Real, amén del histórico y documental? Es decir, de la prueba que fundase y
diseñara el rey Sabio. Sinceramente, creemos que del último tercio del s.XIII
sólo y exclusivamente queda el trazado urbano de la Ciudad, Puerta de Toledo y
muy poco más.
La crónica alfonsina relata qué el rey castellano
«señaló los lugares por donde fuese la cerca». Es decir, la muralla que
iba a rodear la villa regia; diseñada su planta en forma ovalada; sin que
ningún indicio ni tampoco dato histórico demuestra que la «línea primitiva» que
llegó a rodear Villa Real fue distinta al cinturón urbano que sigue la actual
ronda de circunvalación de Ciudad Real. Y resulta que de esta cerca» muralla
subiste muy escasos vestigios; situados en la Ronda de la mata.
Amén de las referencias e ilustraciones que pueden aparecer hoy sobre el amurallamiento de Villa real (Ciudad Real, hoy) véase los estudios de los profesores Pillet Capdepón (Geografía Urbana de Ciudad Real) y Villegas Díaz (El urbanismo de Ciudad Real en la Edad Media), así como el mío monográfico bajo el título: «Recinto amurallado y puertas de acceso»; todos ellos suplen con creces cuanto pudiera decir aquí y ahora.
Por otra parte, la propia Crónica de Alfonso X también expresa que el Rey Sabio «hacer luego una puerta labrada de piedra...es la que está en el camino que viene de Toledo»; situada al norte de la población actual. Y pese a que su construcción se puede documentar hacia las primeras décadas del s.XIV por la fecha de la inscripción existente en ella, creemos y probablemente que el año de 1238 que reza en ella sea de su terminación; reinando Alfonso once.
Asimismo, la Crónica alfonsina refiere que
el Rey castellano «ordenó luego las calles...»; por lo que creemos que
el actual trazado urbano de Ciudad Real es otro legado historiográfico de la
época alfonsí (S.XII) a pesar de que el «agente destructor e invisible que en
su paso de gigante todo lo empuja y todo lo arrastra en pos de sí, según provinciales
designios» y, éste, no ha podido con el oleaje del tiempo al cabo de siete largos
siglos (750 años), hacer desaparecer la primitiva fisonomía de Villa Real; sin
que por ello, durante ese lapso de tiempo y en líneas generales, haya sufrido
alteración o modificación alguna de su antiguo trazado urbano.
Alfonso décimo, al fundar la nueva villa y tras ordenar las “calles”, los lugares por donde iría la “cerca” y hacer “una puerta labrada de piedra”, también mandó construir su Alcázar, así está documentado por la cédula con “sello real de cera”, fechada el (día) 2 de enero de 1256; pero en la actualidad a penas se conserva de aquél solo y exclusivamente un arco (totalmente restaurado), al parecer tardío a la época alfonsina. Y este edificio regio estaba situado al sudeste de la ciudad y muy próximo a la llamada “Puerta de Granada” o también “MiguelTurra”; protegido su lado sudeste por la propia muralla que rodeaba la Villa Real.
Al no poder demostrar documentalmente, ello no impide sospechar e incluso creer que el Infante Fernando de la Cerda debía estar hospedado en el real Alcázar cuando le sorprendió la muerte en 1275; iba por entonces al frente de una expedición camino de la frontera para luchar contra los sarracenos de Granada. Y sobre este pasaje histórico, el cronista relata que: «...salió de Burgos e iba a pequeñas jornadas, porque los infantes é rico (h)omes é caballeros del reino le pudiesen alcanzar é desde llegase a la frontera,...é en el camino supo como eran muertos el Arzobispo é don Ñuño.
«E por esto Ju e a Villa Real á esperar los del reinos que (h)avía enviado llamar, é desde allí envío luego sus cartas a todos los concejos de la frontera, en que les envió decir como eran llegados a aquella villa,... E estando el infante en aquella villa(real), adolesció de gran dolencia, é veyéndose aquejado de la muerte, habló con don Juan Nuñez,...E éste prometió q u e la cumpliría, según que don Fernando gelo mandó; e luego este infante don Fernando finó en el mes de agosto de 1275 (Crónica Alfonso décimo. Capítulo LXIV, 51).
Jorge Sánchez Lillo. La Tribuna de
Ciudad Real, domingo 15 de mayo de 2005




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