Algunos historiadores suponen que Ciudad Real existía ya en tiempo de la denominación de los romanos con el nombre de Lisapum Oretanrum. Mas esto no pasa de una suposición. Sino es para resaltar que el dar noticia de los habitantes primitivo de esta región en los tiempos anteriores a toda historia escrita, y por lo tanto, de que la prehistoria es preliminar indispensable a toda historia, no acertamos con la razón de esa noticia en la que por otra parte no cree su autor. La dificultar de fijar el asiento de nuestra antigua población la sintió ya Tolomeo, razona copiosamente el Sr. Cortes y López y el autor francés mencionado.
No tienen aquí su lugar propio; pero si, todo lo que tienda a darnos conocimiento de las costumbres y modo de vivir de los indígenas, bien propias, bien importadas por los pueblos extranjeros por los cuales vivían en comunicación. Cerca de Ciudad Real, en el sitio que hoy constituyen dos de sus aldeas Ciruela y La Puebla, se han descubierto dos cementerios, a través de los cuales, de los objetos que guardan, de las creencias que acusan, de sus supersticiones algo de ibérico ha de encontrarse en el fondo, que sirva para reconstruir sobre bases solidas la vida de aquellos tiempos. El estudio prehistórico del suelo se impone antes de su Historia. El lanzar un nombre geográfico antiguo al azar no es ciencia sino ignorancia.
Ciudad Real continua nuestro autor, fue fundada… cerca o en el mismo solar que ocupo un pueblecillo insignificante, coetáneo o anterior a la batalla de Alarcos… con el nombre de Pozuelo Seco de Don Gil. Don Alfonso X en su Carta Puebla dice: “E mandela poblar en aquel logero que dicen el Pozuelo de Don Gil”. Sitio o aldea, todo cave dentro del documento del rey sabio.
El llevar su fundación Jornada de Alarcos adelante o retrotraerla como una consecuencia del sangriento choque, libertad es de antiguo concedida a nuestros cronistas, que alardearon todo tiempo más de inventores y poetas, que de escudriñadores. Pero lo que no admitieron es, el apodar con mote tan infamante al Pozuelo de Don Gil, llamándole Seco, sea la que quiere la autoridad de su inventor, llámese este Diaz Jurado, P. Jara o Lic. Juan Mendoza y Porras, ninguno tiene derecho a enturbiar la limpia historia del Pozuelo de Don Gil, siendo pública voz y fama, que sin la alcaldada cerril del conde de Beniagiar, que lo mandó cegar, por el gran delito de estorbar el paso de su coche, aún seguiría concediendo a sus vecinos el beneficio de sus aguas, y estos, le enseñarían a los forasteros como enseña el militar el girón de bandera cogida al enemigo, como explica el noble los adornos de su escudo, timbre y blasón de su historia.
Inocente Hervás y Buendía. El
Pueblo Manchego, jueves 31 de julio de
1913


No hay comentarios:
Publicar un comentario