Vista
de la calle de la Feria en 1914, fotografía publicada en la revista “Vida
Manchega”
En esta calle, muy céntrica y corta, la
que menor transformación ha sufrido hasta el momento, conservando el tipismo de
una ciudad de principios de siglo, con casas de dos plantas, excepción hecha de
la acera de los pares hasta su vuelta y confluencia con la de Caballeros. Es
una de las calles de mayor circulación tanto rodada como de peatones, con
entrada de vehículos procedentes de las calles de Toledo y María Cristina y por
tanto de la Plaza Mayor y ser uno de los accesos más directos al mercado.
A
principios del siglo XX, la joyería Francés ocupaba el local que años más tarde
se convertiría en “Sastrería Alfredo”
Este nombre de la Feria es muy corriente
en los pueblos y villas manchegos, pues en dichas calles se celebraban en los
días feriados las concurrencias comerciales. No otra es la razón del nombre en
Ciudad Real, aunque a estas alturas no tenga porqué mantenerse, puesto que
ninguna relación tiene ahora con la feria anual. Pero en fin, es un nombre que
suena a antiguo y por ello nos agrada que se respete.
Antes
de convertirse el número 4 de la calle en el “Restaurante Covadonga”, fue el
comercio de “Diego Sanz”, como lo demuestra este anuncio publicado en el siglo
XIX
Vamos ahora a referirnos al viejo
comercio que tuvo esta calle, en la que hubo sus pequeñas industrias, alguna
aún reservada. En la acera de la derecha, donde todavía existe un
establecimiento tan acreditado como "La Puerta del Sol", estuvo
muchos años la joyería y platería de don Manuel Francés, con su fiel contraste
y que desapareció allá por el treinta y tantos. Don Alfredo Muñoz Núñez se estableció
con el comercio de tejidos y sastrería, con especialidad en uniformes
militares, y a su muerte le sucedieron sus hijos y en la actualidad don Ramón
Hervás, dependiente que fue muchos años del establecimiento. Luego seguía la
peluquería del maestro Mota, mucho tiempo ha, y el restaurante Covadonga, donde
al término de la guerra civil se estableció el relojero Abel García, con el
adecuado nombre de "La Hora", al que sustituyó un bien montado
establecimiento de tejidos y confecciones para señora, propiedad de don José
Ruiz, con el nombre de "Boliche" y después el primer establecimiento
de Serrano González, de TV., radio y electrodomésticos. El citado restaurante
Covadonga, cuyo propietario, el popular Graciano, era tan buen gourmet como
cocinero, disputaba la primacía del buen comer y por precio razonable, a
cualquiera de los demás establecimientos del ramo. Lo que sucedía es que tenía
poco espacio para servir banquetes de cierto número de comensales. Era normal
darse por 5,50 y 6 pesetas, una comida abundante con tres platos, postre, vino
y hasta un cigarro latía. Se ha dicho, que antes de "Covadonga"
estuvo en ese mismo local el comercio de tejidos de Facundo Fernández, que
luego pasó a la calle de Arcos hoy General Aguilera, y la "Gran
Peña", un club de corta vida en la que se agruparon socios disidentes del
Casino. Así como una platería llamada de Senespleda, próxima al establecimiento
de la casa de Singer.
En
esta publicidad del Restaurante Covadonga, podemos ver en la publicidad
publicada, el nombre de la calle Feria con el del General Primo de Rivera,
nombre que tuvo la calle entre 1923-1930 en honor al General Primo de Rivera,
que fue Presidente del Gobierno de España
Después hubo, en el edificio contiguo,
la barbería del maestro Muela, que tenía también perfumería y al que sucedió
otro peluquero, Julio, y el primitivo establecimiento de Eloisa Margarita, con
especialidad en ropa de niños, años más tarde ampliado a costa de la
peluquería, cerrándose ese tramo con la representación de las máquinas de coser
"Singer", precisamente donde hoy está el ampliado establecimiento de
Serrano González.
Anuncio
del siglo XIX de la Sombrería “El Buen Tono”, a la que no hace alusión D.
Cecilio en su artículo y que ocupo en el siglo XX el local de Francisco Muela
En el tramo de Caballeros a Prado hubo
en tiempos una droguería, cuyo propietario se llamaba Federico, a la que
sucedió la tienda de Calzado García, después seguía la farmacia de Olmedo y a
continuación el acreditado comercio de don Antonio López Pan, con su aire señor
que aún es dado encontrar en algunas calles del viejo Madrid. Don Antonio, de
figura menuda, hombre afable donde los hubiera, casi siempre tocado con
sombrero de hongo, solía asistir a gran número de sepelios en Ciudad Real, dado
el gran número de sus amistades y clientes. Dos establecimientos, uno dedicado
a muebles y luego a juguetes, fueron la continuación del citado de López Pan,
donde ahora se hallan los de "Adela" y Malvarrosa. Y cerraba esa
acera la sombrerería sastrería de Carmelo Coello, que ahora ocupa la zapatería
Agudo, uno de los mejores comercios en su género.
En la acera de la izquierda, esquina a
Maria Cristina, el establecimiento de José Mur, fallecido en los años sesenta,
que ahora se halla remozado y atendido por su sucesor, con especialidad en
asuntos religiosos, y en cuyo local hubo antes una camisería de Alfredo
Jiménez, al que no faltaba su apodo. Seguía Faustino el sombrerero y la
platería de don Cruz Fernández, después muy conocida por los años veinte y
treinta por la de Benjamín, nombre del sucesor, y cuyo hijo y continuador, don
Luis Benjamín Fernández, era un destacado componente de la peña "Los
Perrilleros", todos grandes ciudarrealeños, muy devoto de la Virgen del
Prado, de cuya Ilustre Hermandad fue mayordomo bastante tiempo y siempre gran
aficionado a la caza. Su hijo José Luis ha reformado y ampliado la joyería,
poniéndola a la altura de los mejores establecimientos del ramo.
Seguía la librería papelería de Carlos
Pérez, posteriormente sustituida por un comercio de roma de alta calidad,
conocido por "Elorena", después estaba la barbería de Espadas y
hojalatería de Murcia, que aún perdura en su primitivo local, y luego un
despacho de aceitunas de Alfredo sustituido por la camisería Triviño, con
artículos para caballero.
Cerraba la corta pero bien aprovechada
calle, Comestibles Calahorra, con vuelta a Mercado Viejo, en donde en 1925 se
establecieron por primera vez en Ciudad Real los hermanos de los Reyes, en el
ramo textil, que después contribuirían al desarrollo comercial con magníficos
establecimientos y almacenes de tejidos. Estos hermanos De los Reyes siguieron
en la calle de la Feria hasta 1929, en que se trasladaron a la calle de Toledo.
Y el comercio de los hermanos De los Reyes (don Mariano y don Emilio) sucedió la
tienda de comestibles "La Pajarita", de don José Lorente, que después
quedó como sucursal de don José Navarro Carrillo, a cuyo frente estaba un gran
amigo: Pepe Martín. Hoy, en ese local de la esquina, se halla un moderno
establecimiento dedicado a bolsos y piel, propiedad de don Carlos Sanz Casado,
que tiene el nombre de "Raquel" como titulo comercial.
Cecilio
López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio.
Ciudad Real 1986
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