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miércoles, 25 de abril de 2018

CALLE DE LA FERIA


Vista de la calle de la Feria en 1914, fotografía publicada en la revista “Vida Manchega”

En esta calle, muy céntrica y corta, la que menor transformación ha sufrido hasta el momento, conservando el tipismo de una ciudad de principios de siglo, con casas de dos plantas, excepción hecha de la acera de los pares hasta su vuelta y confluencia con la de Caballeros. Es una de las calles de mayor circulación tanto rodada como de peatones, con entrada de vehículos procedentes de las calles de Toledo y María Cristina y por tanto de la Plaza Mayor y ser uno de los accesos más directos al mercado.

A principios del siglo XX, la joyería Francés ocupaba el local que años más tarde se convertiría en “Sastrería Alfredo”

Este nombre de la Feria es muy corriente en los pueblos y villas manchegos, pues en dichas calles se celebraban en los días feriados las concurrencias comerciales. No otra es la razón del nombre en Ciudad Real, aunque a estas alturas no tenga porqué mantenerse, puesto que ninguna relación tiene ahora con la feria anual. Pero en fin, es un nombre que suena a antiguo y por ello nos agrada que se respete.

Antes de convertirse el número 4 de la calle en el “Restaurante Covadonga”, fue el comercio de “Diego Sanz”, como lo demuestra este anuncio publicado en el siglo XIX

Vamos ahora a referirnos al viejo comercio que tuvo esta calle, en la que hubo sus pequeñas industrias, alguna aún reservada. En la acera de la derecha, donde todavía existe un establecimiento tan acreditado como "La Puerta del Sol", estuvo muchos años la joyería y platería de don Manuel Francés, con su fiel contraste y que desapareció allá por el treinta y tantos. Don Alfredo Muñoz Núñez se estableció con el comercio de tejidos y sastrería, con especialidad en uniformes militares, y a su muerte le sucedieron sus hijos y en la actualidad don Ramón Hervás, dependiente que fue muchos años del establecimiento. Luego seguía la peluquería del maestro Mota, mucho tiempo ha, y el restaurante Covadonga, donde al término de la guerra civil se estableció el relojero Abel García, con el adecuado nombre de "La Hora", al que sustituyó un bien montado establecimiento de tejidos y confecciones para señora, propiedad de don José Ruiz, con el nombre de "Boliche" y después el primer establecimiento de Serrano González, de TV., radio y electrodomésticos. El citado restaurante Covadonga, cuyo propietario, el popular Graciano, era tan buen gourmet como cocinero, disputaba la primacía del buen comer y por precio razonable, a cualquiera de los demás establecimientos del ramo. Lo que sucedía es que tenía poco espacio para servir banquetes de cierto número de comensales. Era normal darse por 5,50 y 6 pesetas, una comida abundante con tres platos, postre, vino y hasta un cigarro latía. Se ha dicho, que antes de "Covadonga" estuvo en ese mismo local el comercio de tejidos de Facundo Fernández, que luego pasó a la calle de Arcos hoy General Aguilera, y la "Gran Peña", un club de corta vida en la que se agruparon socios disidentes del Casino. Así como una platería llamada de Senespleda, próxima al establecimiento de la casa de Singer.

En esta publicidad del Restaurante Covadonga, podemos ver en la publicidad publicada, el nombre de la calle Feria con el del General Primo de Rivera, nombre que tuvo la calle entre 1923-1930 en honor al General Primo de Rivera, que fue Presidente del Gobierno de España

Después hubo, en el edificio contiguo, la barbería del maestro Muela, que tenía también perfumería y al que sucedió otro peluquero, Julio, y el primitivo establecimiento de Eloisa Margarita, con especialidad en ropa de niños, años más tarde ampliado a costa de la peluquería, cerrándose ese tramo con la representación de las máquinas de coser "Singer", precisamente donde hoy está el ampliado establecimiento de Serrano González.

Anuncio del siglo XIX de la Sombrería “El Buen Tono”, a la que no hace alusión D. Cecilio en su artículo y que ocupo en el siglo XX el local de Francisco Muela

En el tramo de Caballeros a Prado hubo en tiempos una droguería, cuyo propietario se llamaba Federico, a la que sucedió la tienda de Calzado García, después seguía la farmacia de Olmedo y a continuación el acreditado comercio de don Antonio López Pan, con su aire señor que aún es dado encontrar en algunas calles del viejo Madrid. Don Antonio, de figura menuda, hombre afable donde los hubiera, casi siempre tocado con sombrero de hongo, solía asistir a gran número de sepelios en Ciudad Real, dado el gran número de sus amistades y clientes. Dos establecimientos, uno dedicado a muebles y luego a juguetes, fueron la continuación del citado de López Pan, donde ahora se hallan los de "Adela" y Malvarrosa. Y cerraba esa acera la sombrerería sastrería de Carmelo Coello, que ahora ocupa la zapatería Agudo, uno de los mejores comercios en su género.


En la acera de la izquierda, esquina a Maria Cristina, el establecimiento de José Mur, fallecido en los años sesenta, que ahora se halla remozado y atendido por su sucesor, con especialidad en asuntos religiosos, y en cuyo local hubo antes una camisería de Alfredo Jiménez, al que no faltaba su apodo. Seguía Faustino el sombrerero y la platería de don Cruz Fernández, después muy conocida por los años veinte y treinta por la de Benjamín, nombre del sucesor, y cuyo hijo y continuador, don Luis Benjamín Fernández, era un destacado componente de la peña "Los Perrilleros", todos grandes ciudarrealeños, muy devoto de la Virgen del Prado, de cuya Ilustre Hermandad fue mayordomo bastante tiempo y siempre gran aficionado a la caza. Su hijo José Luis ha reformado y ampliado la joyería, poniéndola a la altura de los mejores establecimientos del ramo.


Seguía la librería papelería de Carlos Pérez, posteriormente sustituida por un comercio de roma de alta calidad, conocido por "Elorena", después estaba la barbería de Espadas y hojalatería de Murcia, que aún perdura en su primitivo local, y luego un despacho de aceitunas de Alfredo sustituido por la camisería Triviño, con artículos para caballero.


Cerraba la corta pero bien aprovechada calle, Comestibles Calahorra, con vuelta a Mercado Viejo, en donde en 1925 se establecieron por primera vez en Ciudad Real los hermanos de los Reyes, en el ramo textil, que después contribuirían al desarrollo comercial con magníficos establecimientos y almacenes de tejidos. Estos hermanos De los Reyes siguieron en la calle de la Feria hasta 1929, en que se trasladaron a la calle de Toledo. Y el comercio de los hermanos De los Reyes (don Mariano y don Emilio) sucedió la tienda de comestibles "La Pajarita", de don José Lorente, que después quedó como sucursal de don José Navarro Carrillo, a cuyo frente estaba un gran amigo: Pepe Martín. Hoy, en ese local de la esquina, se halla un moderno establecimiento dedicado a bolsos y piel, propiedad de don Carlos Sanz Casado, que tiene el nombre de "Raquel" como titulo comercial.
                                                           
Cecilio López Pastor. Pequeña historia local: Ciudad Real, Medio siglo de su comercio. Ciudad Real 1986


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