Inocente
Fernández Gallardo más conocido como Iferga
El 7 de agosto de 1938, en plena guerra
civil, nacía en Ciudad Real Inocente Fernández Gallardo quien, apenas dos años
después, perdería a su padre. De familia humilde quedó inmediatamente
condenado, como cientos de miles de niños en aquella España de postguerra, a
una vida difícil de pura supervivencia que, como compensación, le aportó un
carácter trabajador que, unido a su intuición e iniciativa, le serviría muchos
años después para convertirse en uno de los fotógrafos más reconocidos de la
capital cuando fundó su propia empresa: Foto Iferga. Ya a los nueve años
trabajaba, para ayudar a su madre a sacar la familia adelante, elaborando
cordeles de esparto con un salario de 1 peseta a la semana cuando un kilo de
pan (la comida diaria para cuatro personas) costaba 5 pesetas. Posteriormente
trabajó, durante unos tres años, en el campo con unos familiares que lo habían
acogido, los cuales le despidieron por “irse a ver la procesión de Viernes
Santo”.
En esta situación de semidesamparo un
vecino carpintero lo acoge en su taller para lijar la madera y allí permanece
poco más de un año, pues cae enfermo y ha de trasladarse a un sanatorio de Jaén
en el que permanece durante dos años mientras se recupera lentamente.
Debilitado vuelve a Ciudad Real, con 18 años, en donde busca un trabajo que no
exija esfuerzo físico. La suerte, de la mano de su amigo Antonio Ruda, le
conduce al estudio fotográfico de Eduardo Matos, entonces el fotógrafo más
famoso de Ciudad Real, el cual, por otra parte, tenía una gran historia detrás y
que merece su propio reportaje tanto por
sus andanzas en Madrid y Barcelona antes de la guerra civil como por su
asentamiento posterior en nuestra capital.
Inocente, pues, entra en el mundo de la
fotografía en el año 1956 para hacer de todo, especialmente retoque, quedándose
con este puesto definitivo al quedar vacante un tiempo después. Poco a poco va
haciéndose con todo el proceso y termina encargándose prácticamente de todo y
sustituyendo a Matos en todos los trabajos del estudio con excepción del de
laboratorio. De esta forma llega a dominar por completo el arte de la
fotografía de estudio siendo él quien realizaba todos los trabajos del proceso
incluyendo el retoque final.
Este periodo de aprendizaje duró unos 16
años hasta que se le presentó la oportunidad que todo artista sueña: tener su
propio estudio. Y esta llegó con el traspaso, en el año 1970, de Foto Cañadas,
situado en un piso de la calle Postas nº 3 que aprovecha Inocente para montar
su propia empresa, Foto Iferga, nombre preveniente del acróstico de su nombre y
apellidos, I-FER-GA.
Hoy, 47 años después, es su hijo José
Manuel Fernández Rodríguez quien se encuentra al frente de este estudio de
fotografía que está muy cerca de llegar a sus bodas de oro.
Inauguración de la actual tienda de Iferga en
el año 1982
“La fotografía de entonces era distinta
en cuanto a las técnicas, pero no tanto en cuanto al contenido. Se trataba de
hacer pocas fotos para que saliese una muy buena; era una fotografía muy
artesana, porque la tecnología puede cambiar, avanzar mucho en el tiempo, pero
el fotógrafo siempre ha de dominar la luz que es la materia prima con la que
trabaja. La técnica antigua exigía que a la hora de disparar se fuese muy fino.
La foto había que retocarla a mano, con lapicero, en la placa de cristal (no
cliché), añadiendo o quitando pelo, eliminando manchas o brillos…, lo que hoy
se hace digitalmente entonces se hacía a mano”, comenta José Manuel para
explicar todo aquello que él vio hacer, desde muy niño, a su padre.
El estudio original de Postas número 3,
que en la actualidad está en el número 8,
contaba con tienda y el estudio con sus focos, cámaras y fondos, además
de un laboratorio en blanco y negro,
aunque posteriormente se montó otro en color.
Pero Inocente era mucho más que un
fotógrafo de estudio. Fue un artista que dejó miles de trabajos hechos con
tanta profesionalidad como arte y amor a la imagen. “No es difícil hacer una
fotografía, pero sí que es un arte componerla, darle el retoque para conseguir
eso que tú quieres ver. Lo justo. Para eso tienes que pensar antes lo que
quieres que te salga, y lo difícil es conseguir ese objetivo ya pensado”,
confesaba Inocente en una entrevista concedida a Onda Cero el 23 de abril de
1993, cinco años antes de su fallecimiento en 1998, y que recoge el libro
editado en 2014 por Teodoro Rodríguez González del cual hemos sacado parte de
la información para elaborar este reportaje.
“Me gusta detenerme ante lo desconocido
y recrearme en los más íntimos detalles. Aprendiz de poeta hago poesía todo
cuanto veo y lo retrato, no con la frialdad de lo perfecto, sino con el encanto
de lo bello, viejo y emotivo”, afirmaba Inocente y así lo reproduce José Luis
Loarce en su reseña sobre el fotógrafo para el libro antes mencionado en el
cual se muestran muchas de las imágenes tomadas por Inocente en los más recónditos
rincones de Ciudad Real.
“La
tecnología con la que contaba Fotos Iferga era lo mejor que el mercado
ofrecía a los profesionales, tanto en cámaras como en placas o películas, y
sólo un buen fotógrafo era capaz de sacarle su máximo rendimiento. Al principio
se trabajaba con una placa de cristal de la cual se sacaba el positivo.
Posteriormente surgió el carrete de película, tanto el universal para
aficionados, como el de profesionales, este de mayor tamaño en busca de mejores
calidades. El de aficionado era de paso universal, y el de los profesionales
era un carrete de mayores dimensiones de 4 x6, 6 x 6, ó 6 x 9. Hoy cualquier
aficionado puede manejar tecnología profesional”, nos comenta José Manuel, el
cual sustituyó a su padre en el estudio cuando falleció, ya que sus dos
hermanas no eligieron la fotografía como medio de vida.
Recibiendo
un cuadro de la Santa Cena, de manos del Hermano Mayor en el año 1993, al ser
Iferga el autor del cartel de la Semana Santa de ese año
Con respecto a los clientes que el
estudio tenía en los años 70 eran los clásicos, algo que, aunque parezca
mentira, todavía no ha cambiado: reportajes de boda, de bautizo y fotos de
estudio de primera comunión. Lo que al parecer sí ha desaparecido, incluso ya
en los años 70 y 80, eran las fotos familiares de padres y abuelos junto a sus
hijos.
José Manuel Fernández, el hijo sucesor
de Inocente, tiene hoy 46 años y vivió toda su infancia entre focos y cámaras.
Sin abandonar los estudios ayudaba a su padre a la vez que aprendía el oficio.
Recuerda que su primer trabajo fue poner el sello del estudio en la parte
posterior de las fotos. Hoy, más de 30 años después de sus primeros pinitos,
reconoce que como profesional lo que más le gusta es que el cliente quede
convencido de que la foto que le entregan es la imagen que él buscaba. Que ese
recuerdo sea una elaboración del fotógrafo.
“El arte está en que hay que hacer
coincidir en una imagen la idea que tiene el cliente con la que realmente ve el
fotógrafo, que muchas veces no son la misma. Fundir ambas y que fotógrafo y
cliente queden satisfechos es el arte de la fotografía de estudio. Esto se
produce gracias a la experiencia, el arte innato del fotógrafo, su
profesionalidad y un poco de psicología”, termina afirmando José Manuel
Fernández, el cual ya ha comprado una cámara a su hija, que sólo tiene tres
años, con el fin de que no se pierda la tradición familiar. Por lo que no será
nada raro que Foto Iferga siga ofreciendo sus servicios en Ciudad Real dentro
de otros 50 años, allá por el año 2067.
Los
tres profesionales de Iferga en la actualidad, Gonzalo, Mª del Prado y José
Manuel, hijo de Inocente
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