He perdido un botón de mi chaqueta de
músico y no lo encuentro en ninguna tienda; no veo bieses para estos trajes de
carnaval; tengo un jersey que me encanta pero quiero darle un aire diferente;
quiero este cinturón que lleva esta famosa en la revista; no tengo corbata para
mi hijo que toma la Comunión, yo quiero un mantón…”. La respuesta de inmediato
es la siguiente: “Ve a Baptista que allí lo vas a encontrar o te lo pueden
conseguir”.
Ese es el boca a boca de generaciones de
mujeres y hombres de Ciudad Real capital y provincia que, primero con Gregorio
Baptista Muñoz, el fundador y abuelo del actual propietario, y ahora con Jesús
Baptista García, han sido atendidos día tras día (esperando incluso en la calle
a que abran) hasta los 70 años de vida que supera este comercio familiar de
larga tradición en Ciudad Real.
La buena disposición siempre, el fácil y
rápido asesoramiento, la calidad del producto avalada por sus proveedores de
primer nivel, la puesta al día y la sinceridad en la relación con el cliente
han hecho que varias generaciones de manchegos, entidades e instituciones hayan
sido fieles a Baptista desde aquella ‘Casa Gregorio’, amén de hermandades,
bandas de música, coros, agrupaciones de folklore, residencias, casas
regionales, etc.
Gregorio,
el primer Baptista
En plena posguerra, en 1948, Gregorio
decide alquilar un pequeño local en la calle Postas para crear una mercería. Al
parecer, fue sala de una antigua bodega, ahí también estaba la Escuela de
Comercio y todo formaba parte de una propiedad o palacio de los marqueses de
Treviño. Debido al hundimiento del antiguo edificio y obra nueva, Gregorio
Baptista tuvo que marcharse a otro local de forma provisional a la calle
Calatrava. A los dos años regresa a Postas pero con el local en propiedad y
mucho más amplio.
Izq.:
Gregorio Baptista. Dcha.: Jesús Baptista Vizcaíno cuando regentaba la mercería.
Con Gregorio comenzaron a despachar sus hijas mayores, Pilar y Mari Carmen. El
negocio fue creciendo y la clientela también afortunadamente, contratando a
algunas dependientas. En esos años, una de las cosas que recuerda la familia
era la costura de las carreras de media, “cogíamos puntos a las medias de
cristal, nos hacían los encargos clientes particulares”. Mientras, los otros
cuatro hermanos curioseaban y aprendían tras el mostrador los entresijos de un
negocio que desde siempre ha tenido también venta al por mayor.
Otro de los hijos, Antonio Baptista
Vizcaíno, terminado el bachiller, se queda en la mercería definitivamente en
1967 y se ocupa de formalizar las compras y de la venta al público,
compartiendo trabajo algún tiempo con su padre hasta que se jubila. Comienza la
segunda generación Baptista. Algunos años después, su hermano Jesús se
incorpora tras decidir que su futuro también está en la mercería. Con los dos
hermanos al frente, cada uno tenía un cometido claro, Antonio se ocupa de la
administración general y Jesús de ventas, “se suele decir que los negocios a
medias no son buenos, pero en nuestro caso ha ido todo muy bien, ninguno se
metía en el terreno del otro salvo para ayudarle, siempre hemos dado el callo
hasta el máximo, sin preocuparnos de las horas”, afirma Antonio. Tal ha sido su
tesón profesional que en 1998, la anterior patronal de empresarios de Ciudad
Real, en los I Premios de la Federación de Comercio, les entrega el galardón al
Comercio Familiar con Mayor Tradición. Cabe reseñar que Baptista fue partícipe
durante años de las fiestas en el pasaje de Postas días antes de la Feria,
“cerrábamos las tiendas, cada comercio aportaba algo, se compraban regalos, se
organizaba un concurso y desfile, iban el alcalde, concejales, la Dulcinea y
damas vestidas de manchegas, se invitaba a limoná y puñao, era una buena tarde
de asueto”, recuerda Antonio.
Izq.:
Primera tienda en 1948. Centro: Los hermanos Baptista con el premio de Comercio
en noviembre de 1998. Dcha.: En la tienda, recibiendo un galardón de manos de
un proveedor.
Tras la consolidación del negocio con
los hermanos Baptista, Antonio se jubila y Jesús se queda solo al frente. En el
legado y ADN Baptista también se transmite la fórmula de su éxito. Declaraban
ambos hermanos en marzo de 1996, cerca del 50 aniversario: “Nuestro secreto es
no engañar al cliente, decirle siempre la verdad, si no tenemos lo que nos
pide, se le dice y le damos alternativas, con mucho respeto”.
En la actualidad, Jesús y Cristina
Baptista García, hijos de Jesús, se ocupan de la mercería. Jesús hijo heredó la
cartera de clientes de su tío Antonio en la venta al por mayor. Cuando llegó la
crisis, los viajes a tiendas y mercerías de los pueblos no eran muy fructíferos
así que decidieron que regresara a la tienda donde se podrían atender los
pedidos por teléfono sin problema. Para él, la clave de la continuidad es una
mezcla de todo: “Te tienes que involucrar totalmente en lo que el cliente
necesita, estar al día de las tendencias del momento y ver varios mercados, no centrarte
solo en una cosa; en definitiva, no decimos no a nada, y aunque siempre se
piden las cosas para anteayer, intentamos dar una solución rápida y barata”. En
este sentido, Jesús anima a recuperar el amor por la confección, “ahora está
muy de moda el tunear la ropa, de hecho los proveedores ya lo ponen muy fácil
con elementos como el pegamento textil, y el colocar algo diferente en las
prendas, botones o puntillas, las hace únicas”.
Sonríe cuando se le pregunta por el
número de artículos en la tienda, “no lo sé, muchísimos, y para hacer
inventario necesitaríamos cerrar varios días, pero no lo hacemos porque, como
siempre nos ha dicho mi padre: tener cerrado es perder clientela”. No obstante,
cada uno de los cuatro que hay en plantilla se encarga de una sección: Jesús y
Cristina, junto a las empleadas Eva y Ana, la primera empezó con su padre y Ana
ha llegado más recientemente, aunque ambas son “muy trabajadoras”. En el
futuro, Baptista continuará con la inquietud por satisfacer las necesidades de
los clientes, aportándoles las novedades de temporada con su espíritu de
comercio tradicional y cercano
Texto:
Oliva Carretero Ruiz
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