En Ciudad Real apenas existen vestigios
del pueblo manchego que fue. La piqueta acabó con nuestro pasado, por esa falsa
idea de progreso, derribándose preciosas fachadas populares sobrias y de buen
gusto, que fueron sustituidas por moles de bloques de pisos llenos de balcones
y terrazas de una gran fealdad. Y así Ciudad Real paso de ser una ciudad modesta,
pero digna, con bellos rincones y preciosas plazuelas, a verse poblada de
mamotretos de arquitectura comercial de siete, ocho e incluso mas plantas de
pisos.
Los políticos del siglo XX, y su mala gestión urbanística, han hecho que nuestro pasado haya desaparecido de nuestras calles
y plazas, y son escasísimos los vestigios que aún quedan en pie.
La calle de los Reyes es una de las
pocas calles céntricas de nuestra ciudad, que aún mantiene alguna edificación
del pasado de nuestra ciudad, y aparte de la casa natal de Hernán Pérez del Pulgar,
podemos ver otra edificación de arquitectura popular manchega, posiblemente del
siglo XVIII. Es sin duda uno de los escasísimos restos de nuestro pasado, que debería
ser protegido, aunque ya sabemos que la piqueta acabara con él, ante la
complicidad de los políticos municipales, como en estos últimos cien años ha
ocurrido.
Las
imágenes del interior de la vivienda, son de la página de Facebook “Ciudad Real
destruida: Historia de una destrucción” de Luis Mario Sobrino
Me estoy refiriendo, a la casa de dos
alturas que podemos ver en la esquina con la calle de la Zarza, y hace el
número 19 de la calle de los Reyes. De su exterior pintado de cal, que es el material
empleado para pintar las casas manchegas, destaca la distribución de los huecos
de las ventanas y la puerta de madera claveteada.
Tras acceder al interior de la vivienda,
nos encontramos un zaguán, desde el cual de distribuye a las diferentes
dependencias de la edificación y al patio. Encima de la puerta de acceso al
patio, podemos ver una reja con la siguiente inscripción: “A M 1883”, que son las iniciales del "Ave María" y el año que se colocó
la mencionada reja.
En el patio nos encontramos con el brocal del
pozo, del que se podía beber agua y existía en todas la viviendas tradicionales
de la ciudad. También podemos ver que el patio tenía el suelo de tierra
apisonada, que se refrescaría en verano mediante un riego somero de agua.
Gracias a la sombra de la parra, que aún se conserva, ese
frescor del agua regada conseguía perdurar y bajar la temperatura en los
torridos veranos manchegos. Los geranios, rosales, cintas y esparragueras no
hacían sino sumarse al clima veraniego del patio manchego, que recién encalado
para la entrada del verano, presentaba su mejor cara.
Con la llegada del otoño el árbol de
porte perdía su hoja dejando pasar los rayos de sol tan agradecidos durante el
tiempo otoñal e invernal.
Como ven, una típica casa manchega, que aún
se mantiene en pie, no sabemos por cuanto tiempo, que es la única edificación
de nuestra ciudad, que nos habla de nuestra arquitectura popular, que hasta
los años sesenta del pasado siglo, poblaba Ciudad Real.
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