Centrar una rueda es “la paciencia con la paciencia”, entrar en momento zen. Supone como mínimo “media hora girando la rueda, tensando y destensando radios hasta que se equilibra en el punto cero de tensión”, comenta con pasión al hablar de su trabajo como mecánico Luis Mena, responsable de “Pepea”, una marca que puede presumir de setenta años de histórico recorrido en Ciudad Real.
Luis, que hace veinte años está al frente del negocio familiar que puso su abuelo a su tío Pepe y su padre Antonio, confiesa que cuando le aconsejaron cambiar el nombre a la tienda-taller de bicicletas enseguida lo desestimó ya que “quién de Ciudad Real no ha ido a Pepea o ha oído este negocio”, hasta el que acuden muchos cicloturistas extranjeros a su paso por la ciudad precisamente por recomendación de los propios ciudarrealeños.
“Pepea”, acrónimo del apelativo familiar de su tío y la inicial del nombre de su padre, está “en el ADN de la ciudad” y cuenta con una larga trayectoria de confianza de generaciones de clientes que van desde a arreglar un pinchazo o poner unos ruedines a la bici hasta pedir un modelo de alta gama o solicitar un montaje personal de una bici de carreras.
“En el actual mundo impersonal de
internet”, negocios como el de Pepea sobreviven gracias al “tú a tú”, una
atención de calidad al público, buena profesionalidad y cercanía, así como
rapidez. “No me gusta tener más de dos días en la tienda una bici a reparar”,
comenta Luis, el menor de los cuatro hijos de Antonio y que, al final, es el
que lleva desde 1998 las riendas del negocio.
De la calle Alarcos a la calle de la Paz
Su abuelo, cartero mayor de Correos y tallista imaginero, decidió con unos ahorros montar una tienda a sus dos hijos mayores, Pepe y Antonio, quienes participaban en carreras de bicis y tenían mucha maña con la mecánica. “Sabían hacer de todo y te arreglaban cualquier pieza”, recuerda Luis, que indica que la primera tienda como ‘Pepea’ se abrió en la calle Alarcos, siendo uno de los primeros comercios de esta céntrica vía, para, posteriormente, trasladarse a la casa familiar en la calle de la Paz en una época en la que la bici era en gran medida una herramienta de trabajo. También se alquilaban bicis a los jóvenes, indica Luis, cuyo padre Antonio se hizo cargo del negocio al decidir su tío Pepe trasladarse a trabajar a Zaragoza.
“Se trabajaba de manera muy artesanal en un taller donde hasta se pintaban y fileteaban los cuadros” en una época en la que las bicis llevaban matrícula de circulación, describe Luis, que resalta que ya en los años setenta y ochenta, se seguían arreglando muchas bicis, pero, de manera progresiva, se percibía el carácter deportivo de este vehículo por la repercusión de ciclistas famosos y competiciones como el Tour o el Giro.
Otro aspecto clave para el sector fue la
entrada a primeros de los años noventa de la bici de montaña a precios muy
bajos, de manera que en negocios como el de ‘Pepea’ se seguían vendiendo
modelos de calidad y al mismo tiempo se arreglaban y ajustaban las bicis
baratas que “daban muchos problemas”. Así mismo, la popularidad de corredores como
Perico Delgado y Miguel Indurain contribuyeron a popularizar la afición por la
bici, con lo que hubo un incremento tanto de la de montaña como la de carreras.
Siglo XXI
Fueron avanzando las prestaciones de las
piezas e incorporándose más tecnología y a finales de los noventa muchos se
decantaron por una bici más todoterreno con una mayor gama de suspensiones,
resume Luis, quien creó en torno al año 2000 un equipo de descenso con
actividad durante casi toda la primera década del siglo XXI, período en el que
destacaban las ventas de bicis con tecnología de alta gama, muy estilizadas y a
lo último en cuanto a innovación y diseño. Después de la generalizada crisis de
2009, Pepea ha seguido manteniéndose como un negocio especializado en bici de
montaña y en el que también se ha notado el “tirón” de las bicis vintage y el “boom”
de la restauración de las bicis antiguas con un ‘amplio fondo de armario’, un
stock “muy grande” de piezas, para atender esta demanda, al tiempo que capea la
competencia de internet, donde “la facilidad del click hace que la gente compre
cosas que luego no sabe muy bien si le van a valer o no”.
Clientes que le han propuesto abonar la
reparación de la bici desde con un medalla de oro hasta con hortalizas de la
huerta y huevos camperos, y desde los que acuden desde hace décadas sólo a
comprar cajas de parches hasta los que piden bicis a la carta, son muy diversas
las experiencias en un negocio que, manteniendo la labor de atención
personalizada y de dar a cada cliente lo que necesita, además de ser
distribuidora de GT y componentes Shimano, festeja su 70 cumpleaños,
celebración que ha inspirado un logo conmemorativo creado por Diwap, sobrino de
Luis, en el que se mantienen la característica tipografía y estilo de mediados
del pasado siglo de la marca ‘Pepea’.
No hay comentarios:
Publicar un comentario