Algunas notas que caracterizaban el Colegio Menor.
“El hábito no hace el monje, pero…”. El uniforme, tanto el de diario como el de paseo, identificaban a los donceles, causando un favorable impacto en el Ciudad Real de aquellos años. En las celebraciones de actos académicos, religiosos, culturales o de ocio, los donceles manifestaban una actitud juvenil y responsables, “Un saber estar”. Lo que no había dudas es que a las chicas de Ciudad Real les gustaban los donceles. Abundaba el número de conquistadores o de conquistados. Los uniformes desaparecieron a finales de los años setenta.
Pero tal vez, la innovación más impactante que aportó “el Doncel” fue el estudio de la personalidad de cada alumno mediante la aplicación de tests, cuestionarios, entrevistas, escalas de integración así como la enseñanza individual de métodos de trabajo intelectual.
Dos
psicopedagogos de la Universidad de Madrid, Luis Illueca y Francisco Secadas,
prepararon a los jefes de Estudios en las técnicas y métodos citados,
transmitiendo éstos, a su vez, las mismas enseñanzas a otros profesores y
educadores para proyectarlas sobre los alumnos. Tanto trascendió esta
metodología de trabajo intelectual que en varias ocasiones profesores y alumnos
de Pedagogía de la Universidad de Madrid visitaron “El Doncel” para conocer in
situ todo el proceso de formación e instrucción que aquí se aplicaba. Con los
datos obtenidos del estudio psicopedagógico del alumno, se implicaba a éste en
su propio proceso de formación, iniciándose en la reflexión y actuación
personal.
Un variado y amplio programa de actividades organizadas por el colegio completaba el proceso educativo. Entre aquellas cabe recordar las exposiciones, conciertos, viajes culturales, juegos florales con motivos del “día de la primavera” que, dieron lugar a las celebres fiestas colegiales del Doncel, imitadas por otras instituciones del ámbito de la enseñanza. Recordar también la rondalla, con sus famosas rondas a las jóvenes de la capital; el coro compuesto por alumnas del Colegio Menor “Don Quijote” y los alumnos del Doncel, logrando repetidos éxitos a nivel provincial y nacional. Finalmente, entre las variadas actividades deportivas y de aire libre favorecidas por las instalaciones del colegio, sobresalía la práctica del balonmano con la participación de cientos de alumnos. Los promotores: Julio Calatayud, Paco Gª. Luengo, Ramón Díaz de Mera y Alfonso Serrano (Amigo Alfonso: también para ti “temprano madrugó la madrugada”. Te recordamos).
La familia del colegial recibía trimestralmente detallados informes relacionados con la convivencia, rendimiento escolar y aspectos de la personalidad del alumno.
Sería exagerado, próximo al engaño, afirmar que todo fue éxito en la vida de “El Doncel”. No todos los colegiales sobresalieron en los estudios. Los hubo con bajos rendimientos académicos, a los que se procuró ayudar para superar sus limitaciones. No todos los alumnos fueron excepcionales. La mayoría fueron alumnos normales, integrados en su medio. Tal vez no siempre fue justa la aplicación de sanciones por la falta cometida.
La vida del
colegio no fue estática. El dinamismo es propio de todo proceso histórico.
Hubo cambios. A
lo largo de los años transcurridos cambiaron los métodos, las técnicas, las
normas de convivencia. Años después, los cambios políticos, la mayor
disponibilidad de medios, los nuevos comportamientos sociales de la juventud,
los deseos de libertad personal condicionaron los enfoques educativos e
instructivos de nuestros días en todas partes.
Alguna página o capítulos de la historia “El Doncel” la escribieron los Directores (Pepote, Javier, Santa Cruz, Arístides); los Preceptores (Julio, Valderrama, Alfonso, Ramón, Daniel); los jefes de Estudios (Carretero, Ángel, J.Mª Abenza); los Capellanes (D. Eugenio. D. Tirso, D. Juan, D. Francisco); los Administrativos (Jesús, Dionisio, Mora, Arrieta, José Antonio, J.L. Blanco); el personal de servicio y, finalmente, los verdaderos protagonistas, los alumnos. Algunos de ellos, hombres ya de cuarenta y cincuenta años de edad no ocultaron su emoción, alguna lágrima también, cuando vieron demolido su “Doncel”.
El nuevo Doncel -ya Residencia Universitaria- ha originado opuestas valoraciones respecto a su estructura arquitectónica externa. Se trata de una edificación funcional, cómoda y perfectamente equipada con los avances de las nuevas tecnologías.
Los que fueron alumno del Colegio Menor desean lo mejor a la Residencia Universitaria.
Será la
depositaria de parte de la historia personal de cientos de jóvenes que allí se
educaron. Arístides, Director del Doncel en sus dos etapas -Colegio Menor y
Residencia Universitaria- cuenta con experiencia e ilusión para que la
residencia logre un alto nivel de eficacia en los jóvenes universitarios del
nuevo milenio.
Con motivo de la mencionada demolición de “El Doncel”, algunos medios de comunicación, al dar la información de la misma, confundieron las instituciones Colegio Menor y Colegio de Básica. Es cierto que la creación de este último centro se debió a la existencia del Colegio Menor. Fue la proyección de las actividades del mismo a un sector concreto de proceso educativo, como era la Enseñanza Básica, teniendo en cuenta las perspectivas favorables que ofrecía la reciente aprobación de la LGE.
El Colegio se crea en 1973 como centro de “régimen especial”, de acuerdo con la normativa vigente. Las mismas instalaciones del Colegio Menor sirvieron entonces para clases y otras dependencias del nuevo centro de básica. Director y Profesores de aquellos primeros claustros (Ángel, Tomás, Francisco Jesús, Vicente, Daniel, Lorenzo, Alfonso, Dionisio, Juan de Dios, Antonio…), realizaron su trabajo con las dificultades derivadas de la limitación del edificio y desbordados por la gran demanda de plazas. Cada día se hacía más urgente la construcción de un nuevo edificio. La Diputación era propietaria del solar contiguo al Colegio Menor. El hecho de ser el Director del Colegio de Básica y Diputado Provincial, facilitó la cesión del citado solar a Educación y Ciencia. Se redactó el proyecto, pero las obras no se subastaban. Prescindiendo de pasos intermedios presenté el proyecto en la DG de Construcciones Escolares del Ministerio. Pocos meses después se iniciaron las obras de lo que hoy es el Colegio Público “Ciudad Jardin”. Este Colegio, ya de régimen general, con la misma normativa, derechos y deberes que cualquier otro centro de su nivel académico, pasó a depender de la Delegación de Educación y Ciencia.
Han pasado más
de treinta años. Ha cambiado en su totalidad el primitivo equipo de Profesores.
Otros docentes, hombres y mujeres, continúan la difícil profesión de educar a
las nuevas generaciones.
Ángel M.
Jara Barreiro “El Doncel en Imágenes 1960-2004”. Ciudad Real 2005
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