El primer escrito del presente año lo dedico a los lectores de la revista “Nosotros” con mis mejores deseos. Espero, para algunos de “mi quinta” les sirva de grato recuerdo y para los más jóvenes de cómo ha evolucionado este colectivo.
Me refiero al “negocio rodante” que por los años 30/40 tenían instalado los pacientes taxistas en su parada de los portales “tristes o viudos” de esta capital. En la misma se encontraban conductores -verdaderos quijotes del volante- para recorrer en muchas ocasiones polvorientas carreteras y pésimos caminos. El precio del kilómetro rondaba las 2 pesetas y la hora de parada sobre las 30.
Aunque avance em zigzag ya no hay quien detenga nuestra historia local -émula del tiempo al decir de Cervantes; depósito de los tiempos pasados, ejemplo y aviso bien patente del presente y seria advertencia de lo que está por llegar.
Voy a tratar de recordar los que habitualmente se encontraban en la parada de la Plaza: Pablo Prado “Pablillo” Tenia un Ford tipo A. -Pepe Ruiz “El Churrero” Citroén de 1930. -Ángel Millón. Opel de 1940. -Agustín Santos Renault de los años 30. -Antonio Nieto, Ford B 1930. -Francisco Ciudad, un Opel. -Moisés Abellán ( el más lujoso de la parada). Era propietario de un excelente Plymout. Todo un lujo desplazarse en este vehículo. -Pepe “el válvula” con un Ford T y Manuel Cortés, con un Ford A.
Dejo para final “como guinda de este gremio” a mi buen amigo Damián Aparicio “el chato”, en posesión de un Ford modelo T (descapotable). Formaba inseparable trío con Alvarito y el “señorito Velo”. (En ocasiones se incrementaba el grupo con Enrique Barenca “Clarc Gable” para los amigos, por el cuidadoso bigote que portaba muy similar al del referido actor de cine, y el que ahora escribe este artículo con toda nostalgia) recordando aquellos pasados años.
Este coche era
considerado toda una “joya” de aquella época, recibiendo el cariñoso apelativo
del “el pulmonías”. En ciertas ocasiones los pasajeros de los asientos traseros
portaban entre sus pies una lata de picón o erraje para calentar el “ambiente”.
Damián, con todo acierto comercial adoptó adecentar su “forito”. Fue pintado en tonos muy llamativos. A pesar de su transformación quedó de por vida con el nombre de “el pulmonías” y en su interior se disfrutaba de un frío glaciar a pesar de su reciente e innovadora restauración. No quisiera terminar este artículo sin comentar que el “chato” se trasladó a Madrid con su esposa Damiana donde prestó sus servicios como chofer en la casa de la Marquesa de Mora y Aragón y de su hija Fabiola quien fue Reina de Bélgica al contraer matrimonio con el Rey Balduino. El palacio de la Casa de Mora y Aragón se encontraba en la calle Zurbano de Madrid.
El negocio de la locomoción no iba con mi familia. Mi abuelo materno adquirió un flamante Ford T (para uso familiar). Me comentan que su matrícula era CR-13. En uno de sus primeros viajes volcó y fue retirado de la circulación. A los pocos días del siniestro fue aparcado definitivamente en los cocherones de Obras Públicas, junto a maquinaria pesada. De todo esto nos podría informar de forma más detallada el maestro Andrés, pero desgraciadamente ya no existe.
Tampoco lo fue con el paterno. El Sr. Piqueras Fernández, hombre de negocios creó una línea de autocares para unir con el balneario de Fuensanta y pueblos de Calzada y Aldea del Rey. Esta empresa recibe el nombre de “La Auto Manchega”.
Relatan conocedores que el día de su inauguración se invitó a todo el vecindario a participar del evento, ( La invitación consistía en dar una vuelta a la ronda de circunvalación). Además hicieron el primer viaje con el Sr. Piqueras, el diputado del Partido y los representantes de la prensa de Ciudad Real. Todos ellos fueron recibidos por el Alcalde, Concejales y resto de autoridades.
Aunque el
servicio de viajeros se dio con toda normalidad, la empresa no prosperó y al
poco tiempo desapareció. (Datos facilitados en el libro “Ciudad Real. Medio
siglo de su comercio” de Cecilio López Pastor).
Augusto
Piqueras. Revista “Nosotros” Año XXIII Nº 113. Enero-Abril 2022
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