Esta es la historia de aquella línea de
ferrocarril, destinada a unir Madrid con Ciudad Real desde 1879, todo un lujo,
pero que pasó en aquella época sin pena ni gloria por la naturaleza empobrecida
de nuestra ciudad en aquellos tiempos. De aquella inauguración poseemos un
interesante resumen periodístico de “La Ilustración Española y Americana”, de
15 de febrero de 1879 (hace ahora 135 años).
En efecto, la prestigiosa revista decía: “A
las ocho en punto del día 3 de febrero de 1879, el tren de invitados salió de
una estación que no existe todavía pero que existirá con el tiempo en el Paseo
de las Delicias, al sur de la Villa de Madrid”, según decía el periodista que
narraba dicho viaje. “Este viaje tenía por objeto inaugurar oficialmente la
línea directa de Madrid a Ciudad Real, por S.M. el rey, a quien acompañaban
altos dignatarios de la corte, llegado a este sitio momentos antes, donde la
Diputación Provincial había levantado una elegante tienda de campaña, y asistía
S.M. a la bendición de la locomotora, bendición dada por el cardenal Arzobispo
de Toledo… Asistía también, a este acto, la princesa de Asturias y sus augustas
hermanas. El último viva dado al Rey resuena en el espacio cuando la máquina
empieza a marchar, marcando los compases de la Marcha Real. Atravesamos el
humilde Manzanares. En Getafe el Ayuntamiento había echado la casa por la
ventana: medallones con los nombres del conde de Toreno, Cacheliévre, el
constructor de las obras; Daudery, el contratista, y Canalejas, el jefe del
Consejo de Administración de la línea que explotaría el novísimo tendido.
Perdemos de vista la torre de la iglesia, y llegamos a Parla, cuya Estación
está asimismo adornada con guirnaldas y banderas. En Torrejón de Velasco nos
reciben con masas corales… Atravesamos el Tajo sobre un puente de hierro que a
nuestra izquierda forma como un Niágara en miniatura. Llegamos a Algodor,
Estación empavesada con banderas españolas y belgas; pero ni música, ni
guarnición, ni cohetes, ni nada… Salimos de Algodor con seis minutos de
adelanto. Es la primera vez que esto nos sucede viajando en ferrocarriles
españoles. En Almonacid volvemos a encontrar el color local; vivas, cohetes. En
Urda, un generoso ciudadano pasa la bota a todo el tren para que solemnicemos
la inauguración. En Fernán-Caballero, el alcalde, verdaderamente conmovido, da
un viva a la línea directa. Para los pueblos las dos líneas son excelentes, y
aun mejor si hubiera tres. Con media hora de diferencia llega a Ciudad-Real el
tren regio y el otro tren de la máquina exploradora. Las calles de esta capital
están llenas de arcos de triunfo… El entusiasmo se desborda. Poco después S. M.
se viste el manto de las Cuatro Órdenes Militares, como Gran Maestre que es, y
bajo un regio dosel escucha el Te Deum que se celebra en la catedral, que
resplandece como un cielo sembrado de estrellas; los sonidos del órgano,
reflejándose en los ángulos del templo, tienen mucho de grandiosos; las voces
del coro, como sonoros ecos de música lejana tienen algo de divinos. Mientras
en la plaza de la Constitución se queman fuegos artificiales, y S. M. recibe a
las autoridades y a los de su comitiva a su mesa, en la estación del
ferrocarril, trasformada en cómodo salón, se da un convite de más de ciento
cincuenta cubiertos a los invitados, que preside el Sr. Canalejas. ¿De qué
hablar? ¿De la perspectiva que ofrece aquella colosal tienda de campaña, de
cuyo techo penden numerosas arañas de innumerables bujías? ¿De la disposición
de aquella mesa, cuyo dibujo ha tomado el corresponsal artístico de la
magnífica revista ilustrada de La Ilustración Española… Aquel espléndido menú,
fue digno, no de inaugurar una línea, sino de solemnizar una victoria. En el
momento de los discursos, el entusiasmo patrio era tan grande, que se brindó
por S. M. el rey y por sus augustas hermanas, y por la línea directa, y por el
engrandecimiento de la patria, y por el Sr. Canalejas; que se propuso acuñar
una medalla que solemnizara la inauguración, y hasta se brindó por el bello
sexo de Ciudad-Real. En 1878, don José Canalejas había alcanzado en la Compañía
de los Ferrocarriles de Madrid a Ciudad Real y a Badajoz, el cargo de
Secretario General… Cerca de las once terminó el banquete en su propia
estación. Desde Ciudad-Real partimos con dirección a Badajoz; el viaje fue un
viva continuado con acompañamiento de la Marcha Real. El un entusiasmo popular
en Argamasilla de Calatrava, y en el pueblo minero de Puertollano, constituyó
el emblema de la riqueza con que nos despedía la provincia de Ciudad Real”
(sic).
Con motivo de la visita de S. M., y por iniciativa del Real Consejo de las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa, hacen entrega de una cruz procesional y dos ciriales ricamente confeccionados por plateros madrileños, verdaderas obras de gusto y arte. En efecto, se depositaban en la catedral, elaborados en plata dorada a fuego, que portaban cuatro miembros de las O. M, como homenaje a S. M. el rey y al prelado de Ciudad Real, quedando depositadas en la Iglesia Prioral de las Cuatro Órdenes Militares (Noticia en la referida revista, con dos grabados de las maravillosas joyas. ¿Formarán parte aun del tesoro catedralicio?).
El proyecto de la línea directa de Madrid a Ciudad Real es del año 1875, así como la construcción de la estación, en agosto de 1877. Su emplazamiento definitivo fue aprobado el 23 de julio de 1878. La información procede de los fondos del A.H.F y del A.G.A (Archivo Histórico Ferroviario y Archivo General de la Administración, respectivamente).
El 30 de marzo de 1880, Alfonso XII y
María Cristina inauguraron la estación de Madrid-Delicias, de la línea de
ferrocarril directo de Madrid a Ciudad Real, construido e inaugurado por la
“Compañía de los Ferrocarriles de Ciudad Real a Badajoz y de Almorchón a las
minas de carbón de Belmez”. La estación fue conocida popularmente en la corte
como “la Estación de Ciudad Real”. Hoy, sin uso ya, es la sede del Museo de
Ferrocarril, y su histórica y grandiosa estructura es un verdadero alarde de
hierro y cristal, levantada finalizando el siglo XIX para a través de sus
raíles viajar a Ciudad Real directamente.
José
Golderos Vicario, sábado 15 de febrero de 2014
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