Olivo. -Árbol xerofito perfectamente adaptado, pues al clima seco de la mayor parte de nuestra población. Su área de cultivo abarca todas las naciones que abarca todas las naciones que rodean el mediterráneo mar latino. Símbolo de la paz. Minerva muestra, en las manos un ramo de olivo. En rama de olivo florecida, una paloma llevó a Noé el mensaje de la aplacada de Dios.
Sus hojas, lanceoladas, son verdes, por el haz, y glaucas, por el envés, imprimiendo aspecto plateado, peculiar, a los olivares cuando el viento las menea. España da la mitad, y más de la producción mundial de aceite de oliva. Y Jaén está a la cabeza de las provincias olivareras y aceiteras españolas, que son todas las enclavadas desde el meridiano de Madrid, hacia el E., y desde el paralelo de Madrid, hacia el S. No son despreciables, tampoco, la riqueza de las olivas conservadas y más estimadas cuanto más cerca tienen los olivos la visión de la Giralda sevillana. La madera de este árbol da buena brasa y, en tablas, es rico material de ebanistería fina.
¡Ramos de la entrada de Jesús en la ciudad deicida! ¡Olivos santificados y seculares de Getsemaní! ¡Olivos de oleos santos y olorosos! ¡Olivos tortuosos, atormentados, de Mallorca! ¡Olivos, serenos, clavados con orden, en manojos de cuadro, en la “almohadilla”, mullida, de nuestro paisaje, para sujetar encajes de riqueza y surcos! ¡Olivo y vid, olivo y cereal, en asociación de cultivos en nuestros campos manchegos!
Uniendo la calle que a Alarcos -que de
Alarcos se llama- y la castiza y principal del barrio de la morería -que así se
denomina- se extiende, sinuosa y larga, la calle del Olivo separando las de
Alamillo Bajo y de la Lentejuela, que por allí se enfrentan. Nacería metida
entre cercas de huertos moriscos que, al correr de los tiempos, los corralones
de labranza, en bodegas y molinos aceiteros, se cambiaron, cuando no en predios
abandonados. Después, en muchos de ellos, levantaron casas bajitas, dando
tipismo, al conjunto, la uniformidad de las fachadas y de la distribución de
los huecos.
El obispo-prior Guisasola compró el “huerto del Moral”, que existía entre la calle Alarcos y la del Olivo, para construir allí el Seminario Conciliar de la naciente diócesis, y, según el proyecto del arquitecto diocesano don Vicente Hernández. Se colocó la primera piedra el 20 de marzo de 1882.
Sucedió en la mitra don Antonio María Cascajares que puso todo su entusiasmo en la prosecución de las obras, y, al fin, de ladrillo de elegante y severa traza, el Seminario se inauguró y abrió su primer curso, el día 1 de octubre de 1887, en tiempos de aquel bondadoso obispo Rancés, siempre temeroso de que sus achaques acabaran pronto con su vida sin permitirle tornar a Cádiz, su añorada tierra natal, a la que, no obstante, al poco, consiguió volver como Prelado de la Diócesis Cádiz-Ceuta, y falleció en ella… pero al cabo de muchos años… a pesar de sus siempre temidos achaques.
Las tapias traseras del Seminario, sobre las cuales asoma el ábside de la capilla, bordea una gran parte de la calle del Olivo.
En la acera opuesta, frente a las tapias del Seminario, tenía unos solares la familia de los de Almagro; edificaron en ellos, y, para mejor acceso y servicio de las viviendas, abrieron una calle que, empezando en la del Olivo, remata en la Ronda de Alarcos y le dieron nombre de Diego de Almagro, con lo cual honraron al conquistador y perpetuaron el apellido familiar.
Un poco más allá, un moderno grupo escolar
urbanizo, hace un cuarto de siglo, otro erial, y así poco a poco, nuevas
construcciones van apareciendo donde corrales y solares había, cambiando y
adecentando la fisonomía de la calle del Olivo vigilada, de extremo a extremo,
por la torre catedralicia.
Creo llamaban “del Seminario” a un callejón que llegaba a la calle del Olivo y empezaba en la calle de Postas, haciendo escuadra con ésta. En sus estrecheces, no tenía otras construcciones, en una acera, que las paredes del corral de la sastrería de Fausto, la casa de “la Codorniz”, el corral de los Lorentes y no sé si alguna otra caseja. La frontera acera, ocupábanla, todas las tapias laterales del Seminario sobre las que aparecía el frontón del juego de pelota y un olmo a cada lado, y así continua hoy. Pero en el lugar de las modestas y pobres casas surgieron otras modernas y una de las fachadas del monumental Instituto Provincial de Higiene, que han hecho, del callejón, una ancha y lucida vía rotulada, en la actualidad con el nombre Obispo Dr. Esténaga, ¡el sabio y confiado Prelado muerto en el año 1936!
Como continuación de la calle del Obispo Esténaga, al otro lado de la del Olivo, nació, no ha muchos años, la espaciosa de Bernardo Balbuena con la Casa Sindical; el citado grupo escolar rodeado de olmos recién arraigados -¡ya los arrancará la ignorancia cualquier día!, ¡Cuando los vean formados y crecidos y a pesar de lo que sobre ello digan las futuras disposiciones sobre represión del “gamberrismo”! ¡No te preocupa!... -y otras casas de prestancia elogiable, redentoras de los profusos corrales, solares, y “escampios” que allí existían desde la expulsión de los sarracenos, que tal ruina les fue deparada a los ricos huertos creados por ellos con tiempo, trabajo e inteligencia en los baldíos de los dilatados espacios, dentro de murallas, en los que se asentaron y construyeron su floreciente barrio durante aquellos siglos.
Es lástima que, en las recientes reformas urbanísticas, no cuidaran de dotar de pavimentación más acorde con la monumentalidad y modernidad adquirida, a estas dos calles, confluentes en la del Olivo, que constituyen entre sí, una hermosa, aunque no recta, avenida de ingreso a la ciudad por este sector de la Ronda de Alarcos.
Julián Alonso Rodríguez. Diario “Lanza”,
jueves 27 de febrero de 1958
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