Droguería-Perfumería
Lobo en los años ochenta del pasado siglo XX
El pasado año 2014, desaparecieron
cuatro negocios históricos familiares de
nuestra ciudad, negocios que han estado presentes en el día a día de Ciudad
Real durante décadas.
El primero en cerrar sus puertas a
principios del mes de julio, fue en la
calle Postas “Droguería-Perfumería Lobo”. Negocio que abrió sus
puertas en el año 1944, dedicado en un primer momento solo a la venta de
productos de perfumería y droguería, vendiendo también todo lo relacionado con
los belenes en Navidad.
Droguería-Perfumería
Lobo en la última Navidad antes de cerrar sus puertas
D. Pedro Lobo Tosina, que llegó a ser
Concejal de nuestro Ayuntamiento, fue la persona que montó este negocio,
pasando posteriormente a manos de su hijo D. Pedro Lobo Guzmán, que ha sido
quien ha mantenido el negocio hasta su jubilación el pasado año. También en los
últimos años, “Droguería-Perfumería Lobo” incorporó a su negocio la venta de
souvenir sobre Ciudad Real, artículos religiosos y trajes y caretas para
carnaval.
Bar
el Cangrejo el pasado mes de julio antes de su cierre
También
cerró sus puertas en el mes de julio, el “Bar el Cangrejo”, histórico bar
perchelero ubicado en la Plaza Agustín Salido, esquina con calle Ángel. El bar
fue montado por D. Sacramento Velarde Poblete y Dª. Amalia Castellanos Jurado,
abriendo sus puertas el 7 de febrero de 1967, iniciando así una dinastía de
buenos y afamados hoteleros en Ciudad Real, los hermanos Velarde.
Adiós
a otro histórico bar ciudadrealeño
Terminado el año, el 31 de diciembre,
cerraba sus puertas “Los Jóvenes” en la calle Ramón y Cajal. El 3 de noviembre
de 1969 cuatro socios fundaron "Los Jóvenes" en la entreplanta del edificio de la
calle Ramón y Cajal número 1. Permanecieron 17 años juntos hasta que,
paulatinamente, por asuntos familiares y otras circunstancias, tres de los
socios fueron abandonando el proyecto, quedando al frente de la empresa,
convertida en negocio familiar y ya en el local comercial del número 9 de la
misma calle, D. Ángel Calero Rayo.
Los
Jóvenes en la calle Ramón y Cajal en los años ochenta del pasado siglo XX
El motivo por lo que cierra sus puertas
este negocio, fue que también el pasado 31 de diciembre finalizaban los
contratos de renta antigua tras expirar la prórroga de 20 años que la Ley de
Arrendamientos Urbanos de 1994 concedió a los inquilinos de locales
comerciales. El propietario de “Los Jóvenes” no ha llegado a un acuerdo con el
propietario del local, a lo que hay que sumar la crisis que también afectado el
negocio, por lo que Ángel Calero Rayo creyó que era el momento de colgar las
botas. Atrás quedan 45 años de brega en el oficio, de poner chaquetas, de mirar
al espejo por encima del hombro (de otro), y el trasiego de clientes entre
percheros y probadores.
Los
Jóvenes antes de cerrar sus puertas el pasado 31 de diciembre
Por último también cerró el pasado 31 de
diciembre “El Kuesco”, un pequeño bar
con terraza enclavado en el Parque de Gasset, entre la antigua estación de
ferrocarril, la Ronda del Parque y la nueva zona de juegos infantiles. “El
Kuesco” comenzó a saciar el apetito y a calmar la sed de los ciudadrealeños en
1973, aunque no se le otorgó definitivamente licencia hasta el año 1975. En su
origen el bar era de chapa y estaba ubicado a unos cinco metros de su situación
actual en dirección hacia la Ronda del Parque, donde ahora hay una lengua de
césped.
El
Kiosco el Kuesco en el Parque de Gasset
Una de las peculiaridades de “El Kuesco”
era, sin duda, su nombre. Pese a lo que algunos puedan creer, nada tiene que
ver con ventosidades y flatulencias. Su nombre reconoce al abuelo del
propietario D. Alejandro
López Sánchez-Toledo, “que ronchaba los cuescos de las aceitunas”. Porque
cuesco se llama a los huesos de la fruta. De ahí le pusieron el apodo a su
antepasado, que también pasó a su padre y de ahí el nombre de este bar.
D. Alejandro López Sánchez-Toledo, se
jubiló a los 63 años por problemas de salud y por este motivo pone fin a
cuarenta años de trayectoria al frente de un establecimiento hostelero modesto
pero muy reconocido por los vecinos de Ciudad Real.
Mientras las franquicias florecen en
Ciudad Real, los bares y negocios de toda la vida desaparecen
y con ellos parte de la historia de esta ciudad que quiso ser Real.
y la Ferretería Santa Marta en la Calle Olivos
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