La sobria y pétrea Puerta de Toledo,
símbolo de Ciudad Real, presentó durante los días de Carnaval un aspecto mucho más
sensual. Al monumento le brotó una voluptuosa boca y unos ojazos con los que
anduvo coqueteando con todos cuantos entraron o salieron de la ciudad.
El gorrito, en la cocorota de la puerta, le daba el toque carnavalero final. No fue el único edificio disfrazado, ya que también la fuente de la puerta del Parque del Gasset, la estatua del Quijote de la plaza del Pilar y el edificio Reyes de la calle Alarcos, chaflán plaza de Cervantes, se habían puesto su disfraz. El Ayuntamiento iba a ser vestido de pirata, pero los responsables municipales decidieron que no a última hora, pese a que en los bocetos iniciales así se contemplaba.
La original idea partió de la concejalía de Festejos de la que es responsable Carlos López Camarena y la creatividad la pusieron los alumnos de bachillerato artístico, de cursos comunes y de especialidad de diseño de interiores de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos de Ciudad Real, unos 40 chavales con edades comprendidas entre los 15 y 18 años, coordinados por el profesorado y la dirección del centro educativo. El costo general de los trabajos realizados superó las 800.000 pesetas, de un presupuesto cercano al millón y medio. Dicha diferencia a favor de la Escuela de Artes y Oficios Artísticos se destinará a sufragar parte de los gastos del viaje de fin de curso de los alumnos.
En ese presupuesto estaba incluida también la construcción de la tradicional carroza del «Entierro de la sardina», que en esta ocasión tenía forma de tren de alta velocidad, el ya popular AVE.
Revista Bisagra. N.º 219, 8-14/3/1992
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