Y si no
resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación y vacía también nuestra fe… somos
los más dignos de compasión de todos los hombres, dice Pablo en la Carta a los
Corintios, en una de las manifestaciones más radicales de la fe cristiana.
La iconografía
del arte cristiano ha representado reiteradas veces el tema de la crucifixión,
aunque el acontecimiento más relevante de la fe no es el martirio de Jesús de
Nazaret sino su capacidad de superarlo y la resurrección. Un tema, sin embargo,
difícil de representar y que remite a una descripción de las Escrituras. A
pesar de ello el tema de la resurrección ha estado presente en la iconografía
religiosa en diferentes momentos y formas.
La
Resurrección simbólica
El Antiguo
Testamento está anunciando y anticipando la realidad de la Resurrección de
diferentes formas. Los tres días de Jonás en el vientre de la ballena, las Tres
Marías en el sepulcro. La imagen de la Resurrección va a representar a Jesús saliendo
de la tumba o sobre el monte con la presencia de los guardianes, la aparición a
los apóstoles, y diferentes versiones de la Ascensión. Juan de Juni
representaba el Cristo resucitado en 1570 en su escultura conservada en la
catedral de Burgo de Osma y en una obras anónima del siglo XVI aparece el
Cristo resucitado en el monasterio de santo Domingo el Real de Segovia.
Un anónimo el
siglo XI dibujaba en la Biblia de Ripoll El sepulcro vacío y en el icono de
Theófanes de Creta de 1546 titulado La bajada a los infiernos se representa la
resurrección. Ya en 1600 el Greco representaba la Resurrección de Cristo en el
cuadro conservado en el Museo del Parado. Rembrandt pintaba en 1636 la
Ascensión de Cristo conservada en la Pinacoteca de Múnich y Luca della Robbia
en el siglo XV en la catedral de Florencia. En 1999 Subirach realizaba la
escultura de la Ascensión del Señor para la Sagrada Familia.
La
manifestación de Cristo Resucitado
Hay una serie de representaciones que presentan el Cristo resucitado de manera indirecta. La presencia gloriosa con el Padre, las manifestaciones trinitarias o el Agnus Dei, tomado de la referencia apocalíptica de Cristo como cordero degollado que triunfa sobre la muerte, o las múltiples representaciones del Juicio Final.
La imagen del
Cristo triunfante de la muerte ha ido cambiando a lo largo de los siglos. El
románico tiene la imagen del Pantocrátor que tras la muerte tiene el poder de
salvar y condenar y en el Renacimiento es la figura de un Cristo humanizado que
ha triunfado sobre la cruz. El Resucitado de Miguel Ángel de 1520 es la imagen
humana de una escultura conservada en Santa María sopra Minerva. Una imagen
llena de humanidad como la de Jerónimo Hernández de 1580 conservada en la
parroquia de la Magdalena de Sevilla o el Greco Resucitado de 1598 conservado
en el Hospital de Tavera. El Greco, sin embargo, presentará la imagen del
Cristo triunfante que asciende al cielo rodeado de figuras en una visión
dinámica y llena de fuerza.
Los
escultores contemporáneos
Juan de Avalos
realiza una imagen de Cristo resucitado en 1993 para Teruel y R. Flecha un
Jesús resucitado en 1994 para Valladolid. Son representaciones que repiten
criterios de siglos anteriores como en el resucitado de Buiza en la iglesia de
santa Marina de Sevilla. Imágenes de simbología y lenguaje más actual están
presentes en la escultura de Albareda Agüeras de 1978 para la parroquia de
santa Rita en Zaragoza. Un tema recuperado por la visión de la iglesia que ha
incorporado la imagen del Resucitado en la Semana Santa de numerosas ciudades.
Escultores más contemporáneos como Venancio Blanco, José Luis Sánchez, Coomonte o Lapayese van a introducir una renovación del lenguaje religioso. González Vicario dice respecto de la escultura religiosa de este momento: “Venancio Blanco se destaca muy especialmente dentro de esta tendencia, extraordinario renovador de la escultura religiosa contemporánea, y a su lado, otros nombres como el de José María Subirach, José Luis Sánchez, José Luis Alonso Coomonte, Ramón Lapayese, Joaquín García Donaire, José Carrilero”.
El resucitado
de Venancio Blanco de 2010 para la Capilla Monte del Pilar es una figura de un
cuerpo tumbado sólo apoyado en los glúteos con la tensión en todo el cuerpo que
está incorporándose. La expresión de la cara y la tensión de todos los músculos
del cuerpo tienen una fuerza especial en un cuerpo vivo a pesar de la posición
en la que se le representa. Una talla en madera con una mínima policromía para
unificar los tonos de la figura que subrayan diferentes zonas del cuerpo como
el pelo o las heridas. El año 2021 El “Cristo que vuelve a la vida”,
de Venancio Blanco, volvió a la Catedral de Salamanca 28 años después,
desde la exposición de Las Edades del Hombre de 1993. Durante la Cuaresma
y Semana Santa, la talla de madera del escultor salmantino estuvo ubicada en la
capilla del Cristo de las Batallas, gracias a la cesión temporal de la
Fundación Venancio Blanco. Una escultura con una curiosa historia. Los trabajos
previos comenzaron en 1987, cuando hizo 11 bocetos en barro. Y de esos
bocetos, fundió 8 en bronce, pero no acababa de estar satisfecho, eran unos
Cristos demasiado horizontales, hasta que desarrolló la escultura final.
El
resucitado de García Donaire
El año 2018 la procesión del resucitado con la imagen realizada por Donaire llevaba por última vez la imagen por las calles de Ciudad Real. Una de las esculturas más interesantes de Donaire con una presencia de poder, de triunfo y un gesto que reforzaba la visión de la victoria sobre la muerte. Un cuerpo esbelto con músculos marcados, la mano derecha hacia arriba y la izquierda señalando hacia abajo creando así la idea de dinamismo en sus gestos. En su última procesión la imagen sola no estaba acompañada por los soldados caídos en el suelo por el resplandor de la figura que ha surgido venciendo a la muerte. Una representación especialmente atractiva de la Resurrección.
Los problemas de la escultura de Donaire hacen que se realice una nueva imagen de Manuel Martín Nieto, inspirada en la postura del Resucitado de García Donaire, con la mano izquierda bendice y extiende la derecha, al tiempo que sujeta la Sábana Santa estofada. En las muñecas, se aprecian los clavos de la crucifixión y en la parte derecha del pecho la lanzada de Longinos.
Después del Vaticano II numerosas iglesias asumieron el tema de la Resurrección como centro de la iconografía de los templos. Fisac realizaba una iglesia para los carmelitas en Madrid con una imagen del resucitado en su centro en un espacio lleno de luz que superaba ese ámbito más sombrío de otros proyectos. Una imagen que recoge la esencia de la fe cristiana que ha representado reiteradas veces la crucifixión, pero que tiene su esencia en esta visión del resucitado.
Diego
Peris
Fuente: https://www.lanzadigital.com/blogs/arquitectura-cultura-politica/la-resurreccion/
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