El Camino Real de Toledo a Córdoba es
considerado el más importante de la península desde el siglo VI, sobre todo desde
que Toledo es elevada a capital del reino, hasta ser abierto el paseo de
Despeñaperros en el s. XVIII.
La toma de la ciudad de Córdoba, en 1236, señala el definitivo dominio cristiano del camino, que de hecho ya lo estaba en parte debido a la victoria de Las Navas. Durante el reinado de Fernando III, a causa de la Reconquista hacia el sur, se origina un núcleo urbano en la confluencia de la antigua Vía Romana de Calatrava y el nuevo Camino Real, donde existía el célebre Pozuelo de D. Gil. Durante el reinado de Alfonso X, sigue el uso continuado del camino y es cuando se funda en este cruce Villa Real.
El origen de Pozuelo Seco anterior a Pozuelo Seco de D. Gil según dice fray Diego Jesús María (1654) es el siguiente: “...en los tiempos que Alarcos estuvo poblado por cristianos y se bajaron algunos dellos buscando tierras de labor en las llanadas que hoy ocupan Ciudad Real y esperimentaron lo fértil de la tierra, ayudaba a esto un pozo abundantísimo; hoy se llama el Pilar, dispuesto para abrevadero de los ganados con las cuales comodidades se fueron levantando algunas casillas... este era el cortijo de Pozuelo Seco (sic)…”
La Vía Romana entraba en Villa Real por el
camino de los Mártires, procedente de la fortaleza de Calatrava para seguir por
la calle de Calatrava actual, Feria, Postas, Avda. de Alarcos y lo que es hoy
el Parque Gasset; Y el Camino Real, entraba por la carretera, puerta calle de
Toledo, María Crista. Plaza Mayor, General Aguilera, Plaza del Pilar, Avda. Alarcos
y Parque Gasset, cruzándose ambos trazados en las esquinas de Calatrava, Feria,
María Cristina, Toledo, para unirse de nuevo en la confianza de la Avda.
Alarcos con
la calle de Postas en la esquina del antiguo seminario para seguir a Caracuel.
El interés del rey Sabio por su nueva villa le llevó a ordenaran se levantarán su alcázar, en el que moriría poco después (julio 1275) el su hijo primogénito, D. Fernando llamado de la Cerda. Su muerte aquí, en Villa Real suscitó muchos puntos críticos porque la enfermedad fue repentina y fulminante.
El desarrollo de la Villa Real fue lento -cuarenta años después de su fundación (1255) aún se trabajaba en su muralla, pero en el siglo XVI, Ciudad Real ya contaba con numerosos conventos, ermitas y capillas dentro y fuera de sus murallas, y seguramente por esta circunstancia, el concejo recibe una Provisión Real (28 de julio1593) que manda a los regidores “no consientan fundar monasterios de monjas y frailes en esta ciudad sin su consentimiento (A.H.M. Elisa Cendreros).
En las procesiones patronales de la Virgen, a principios del siglo XVII, y en sus cortos recorridos, se hacían bailes que tenían mucha relación con los que se celebraban en algunas capitales el día del Corpus, y en los que tomaban parte, a veces, cómicos de profesión. El diputado de la cofradía -cofadría se llamaba entonces D. Gerónimo Bermúdez acuerda con tres vecinos de Almagro, para que estos con diez compañeros más “Vengan a Ciudad Real, la víspera de Ntra. Sra. y con danzantes de disfraz acompañen a la iglesia al diputado, y al día siguiente en la procesión dancen con ocho indios y un músico, luciendo vestidos de damasco carmesí, pagando por todo ello treinta ducados en dinero, y otros veinte reales para carne, y además una fanega de pan cocido (1614)...”.
Del tiempo que permaneció esta costumbre
en Ciudad Real, no se tienen noticias, pero se sabe que por varios años
intervinieron grupos de actuantes de Madridejos, Tembleque, Consuegra, Malagón,
Manzanares e incluso de Granada.
Calles sin nombres
Al nacer el s. XVIII, en la ciudad hay algunas calles con nombre, pero otras muchas carecen de él. Nadie se preocupaba de asignar nombres a las vías urbanas, sino que era el pueblo el que por instinto las bautizaba para distinguirías de alguna manera. Como ejemplo citaremos algunas de las que aparecían sin nomenclatura; “La que desde la puerta de Santa María va a la que llaman “Real” o “Vaxa“; “la que desde “el Encierro” sube a la citada puerta de Santa María”. En ambos casos se refiere a las calles de Infantes y Ciprés, respectivamente. En 1745, el corregidor traslada el “encierro” desde la calle “contigua al convento de carmelitas descalzos, extramuros, a la calle que de la de Caballeros va a la de Toledo, que llaman el callejón de la Merced, donde no estorba puerta ni casa alguna...”. Este traslado estaría motivado por la cercanía del paso de la calle Feria a la Plaza Real o Mayor, antigua Alcaná judía (mercado) -por aquí entraban los toros- cuando se celebraban festejos taurinos en las conmemoraciones de la Virgen de Agosto, San Roque y otras. Hay constancia de calles de nomenclatura tan curiosa como estas: Andrajo, Angostillo, Carnero, Coleto, Osario, Lurco, Torre de Olivilla, Pilas, Luna, Sol, repartidas por sus tres parroquias.
El cronista José de Hosta, describe a
Ciudad Real de esta manera (1865): ”... Vista de lejos presenta un aspecto
agradable, ya por el conjunto de casas, murallas y avenidas, ya
por sus arboladas, viñedos y olivares:
pero al acercarse a sus puertas causa pena contemplar que, a pesar de haber
sido sus muros reparados en la guerra de la Independencia, y en la última civil
(carlista), lejos de estar en el estado que debieran hay largos trechos que
están casi derruidos...” ... pero en los intermedios -prosigue hay muchos
espacios dentro de sus muros, ocupados no por casas, sino por campos sembrados
de cereales y por huertos...”. Coincide este autor con otros viajeros de la
época al afirmar: “Las calles son largas, casi rectas, espaciosas y con buen empedrado
y salidas naturales”.
Ciudad Real, aún a principios del siglo XX, acusaba problemas con la rotulación de sus calles. Efectivamente; el 6 de febrero de 1906, el periódico de la capital “Heraldo de La
Mancha” se hacía eco del malestar de la población, y entre otras cosas decía: “a pesar de haber tomado nuestro Ayuntamiento en los años 1899 y 1904, acuerdos relativos a la rotulación de las calles de esta capital, ésta es la hora en que no ha habido un alcalde que haya tenido a bien ejecutarlos -y proseguía el forastero que viniese a la ciudad y recorriese sus calles y plazas sabría por dónde andaba, y los que aquí vivimos también tendríamos el gusto de saber los nombres de todas las calles, cosa que nadie sabe, porque muchas no tienen rótulos y los que las tienen son invisibles o valdría más que no los tuvieran...”.
Recordamos al citar las calles de Ciudad Real, que desde sus comienzos, la Patrona del Prado, hacía su recorrido anual, no por sus viejas calles, sino alrededor del paseo. Pero un 15 de agosto de 1924, la venerable imagen recorrió por vez primera la población, no sin que alguna persona, con voz autorizada, se opusiera por temor al deterioro de la antiquísima talla a causa del mal estado del recorrido urbano, que fue el siguiente: Azucena, Estación, Toledo, Feria y Plaza, para regresar a la Catedral. Ningún defecto sufrió la imagen, pero, en previsión, el día de la Octava, siguiendo la tradición, no salió del Prado. Y así continuó por varios años.
José Golderos Vicario. La Tribuna
de Ciudad Real, domingo 15 de agosto de 1993





No hay comentarios:
Publicar un comentario